'Ageless', House Of Wolves

“Bésame como si estuviéramos en los 50″. Cuando un disco empieza con un verso así, abriendo una canción fabulosa que sabe a clásico inmediato, y luego ves que el nivel milagrosamente se mantiene, sabes que acabarás, sí o sí, hincando la rodilla. Eso es exactamente lo que me ha pasado con “Fold In The Wind“, un disco/milagro que fue publicado en 2012 por el sello donostiarra Moonpalace Records (algún día no muy lejano hablaremos del maravilloso y nuevo sentido que Juanra Prado, su principal y único responsable, ha dado al término “publicar”), y que sin embargo no ha logrado la merecida repercusión comercial hasta que en el pasado 2013 los franceses Fargo se han animado a publicarlo en una edición, quizá menos emocionante, pero sí más masiva. Yo, como siempre, no me entero de estas cosas hasta que ya ha pasado un tiempo, lo cual no tendría nada de trascendente si no fuera porque aquello me ha supuesto quedarme sin una de las 100 copias que con tanto primor elabora esta especie de Gondry a la donostiarra (iguales aptitudes que el francés para las manualidades, pero aún mejor olfato musical), y tener que conformarme con la edición francesa, más convencional. Pero en fin, nunca es tarde si la dicha es buena, y en el caso del único álbum publicado por Rey Villalobos bajo el alias de House of  Wolves (atención al juego de palabras), la dicha es inmensa.

Vamos a ver como lo cuento sin que esto se convierta en una avalancha de elogios, capaz de sepultar la cada vez más maltrecha credibilidad de este blog, aunque creedme si os digo que va a ser dificíl. Y lo digo porque la colección de canciones que contiene este disco es imbatible, sencillamente espectacular: lo que ocurre entre “50′s” y “Flight” (once canciones que merecerían, cada una de ellas, otros tantos monumentos) es algo que está al alcance de muy pocos. ¿Sois de los que piensan que no se hacen discos tan importantes como los de antes? ¿Echáis de menos en los últimos trabajos de Low la emoción que sentisteis con sus primeros álbumes, y creeis que esa sensación de magia es irrecuperable? ¿Tal vez sois de los que quemaron en su reproductor, a fuerza de repetir, el debut de Villagers (a quienes, por cierto, telonearon House of Wolves)? Escuchad entonces este álbum; quedaos hipnotizados con la reverberación en el aire de una voz capaz de tumbarte, los preciosistas arreglos de piano y guitarra, el hondo calado emocional de esas canciones íntimas, a medio camino entre el folk confesional y el pop más inmaculado. Como un Sergei Bubka capaz de superarse a sí mismo en cada uno de sus saltos, la música de Villalobos supera con pasmosa facilidad el listón de la excelencia, y debería bastar para coronarle automáticamente como Campeón Mundial de la Melancolía: si no lo ha hecho aún, es sólo porque el público (ahí me incluyo yo) y los jueces de línea (algunos) estábamos mirando para otro lado en el momento en el que se obró el prodigio.

Me confieso incapaz de elegir: la mencionada “50′s” despuntaría en cualquier lista de mejores canciones de 2012 que aspirara a ser tomada en serio (en la mía, por supuesto, no estaba); los arpegios de “Jealous” (guitarra acústica) o “Acres Of Fire” (piano) reajustan -como si se tratara de la cosa más sencilla del mundo- mi capacidad para emocionarme. La pista titular hace valer con contundencia su hermosa fragilidad,  “Roses In The Nordic Countries” espira el mismo aire helado que la pluscuamperfecta “John Wayne Gacy, Jr” de Sufjan Stevens, y en el tercio final, aún quedan gemas de la talla de “There She Goes” y sus mil sugerencias (desde Devendra Banhart hasta el Donosti Sound), o esa última pista al piano, “Flight“, que te deja temblando en un silencio demoledor (sólo hasta que, pasados unos segundos, vuelvas a ponerte el disco). De modo que voy a enlazar la preciosa “Ageless“, simple y llanamente, porque alguna hay que poner… Venga, en serio, dejad de perder el tiempo con este blog: escuchad ahora mismo “Fold in The Wind” como se merece, a vuestra total disposición en Bandcamp. Y, por favor, no me deis las gracias a mí: dádselas a su autor, dádselas a su productor (John Askew, responsable también de discos de Alela Diane o The Dodos), dádselas al afinador de pianos, a Chopin (una de las influencias reconocidas por Villalobos), o -más fácil que todo lo anterior- dádselas al responsable de tanta excelencia en ese hermoso proyecto (iba a escribir empresarial, pero mucho me temo que, en estos tiempos, aquello no deja de ser una ONG que rescata del olvido discos que no se lo merecen, para entregarlos a gente que es consciente de que en realidad valen mucho más) llamado Moonpalace Records. Yo, por lo pronto, ya me he encargado una de las 100 copias existentes de lo que han publicado de Old Amica: no estoy dispuesto a equivocarme dos veces.

“Call on a bird  / and see if it dies
The falling is saved / I want to make things right

Your ageless time / your ageless time

The sulk in his eyes / and the fall of your hand
and the piece under her / and now that you can

Your ageless time / your ageless time

I scorned you came back / and feels just right
Fall into next / and all of your fight

Your waveless eyes / your waveless eyes
your waveless eyes / your waveless eyes“