Título: Agnes GreyAutor: Anne BrönteEditorial: DeBolsillo (abril 2010)
Año publicación: 1847Páginas: 248Precio: 9,95 euros
Aunque no se pueda decir que se trate de una novela cien por cien romántica, Agnes Grey, la primera novela publicada de la más pequeña de las hermanas Brönte, Anne, tiene muchos elementos que gustarán a quienes disfruten con la literatura romántica decimonónica, aunque como suele suceder con cualquiera de las novelas de estas tres hermanas, la historia va más allá de amoríos, bailes, presentaciones en sociedad y pedidas de mano. Muchos consideran las novelas de las hermanas Brönte o de Jane Austen "literatura para mujeres", algo sin duda injusto, o ¿acaso las novelas protagonizadas y escritas por hombres son "literatura para hombres"? Más allá de esto os prevengo ya que si aún no habéis leído nada de estas célebres hermanas inglesas, comencéis por la que para mi gusto es sin duda la mejor: Emily Brönte y su Cumbres Borrascosas, paséis después a Jane Eyre de Chalotte Brönte, y finalmente os animéis con Anne, quien me ha parecido, sin dejar de ser buena escritora, la más floja de las tres. Aunque es cierto que esta fue su primera novela, y que aún tengo que leer La inquilina de Widfell Hall su segunda y última obra para poder formarme una opinión definitiva.
Casa-museo de las hermanas Brönte
Agnes Grey es el alter ego de la propia Anne Brönte, hija de un vicario venido a menos, rodeada siempre del cariño y las atenciones de su familia, nunca ha tenido que hacer nada para ganarse la vida, sin embargo, decide colaborar en la economía familiar trabajando como institutriz para familias adineradas. Aunque se imagina que la tarea no va a ser nada fácil, la realidad es aún peor de lo que esperaba: nuevos ricos que la tratan con desprecio, más como una criada que como una educadora de sus hijos; nobles estirados y sobre todo, una ristra de niños mal educados y caprichosos que lograrán acabar con su paciencia. Niños crueles con tendencias muy violentas, niñas que a pesar de no tener edad para ello flirtean y manipulan a los hombres... Y a pesar de ello, padres que adoran a sus "monstruitos", que no ven sus defectos, si hay algo malo en ellos ha debido ser la institutriz quien se lo ha enseñado. Algo similar a lo que sucede en el sistema educativo actual, en el que los padres en vez de educar y reprender a sus hijos, llegan incluso a agredir a los profesores. No va a ser lo último que veamos en el libro de plena actualidad. La primera mitad del libro es una sucesión de los trabajos y familias por las que pasa la pobre Agnes y las divertidas (para nosotros, no para ella) anécdotas que vive mientras trata de educar a unos niños consentidos a más no poder. A partir de la segunda mitad del libro, Agnes comienza a tomar conciencia de que su independencia económica no pasa por renunciar a sí misma y al amor, y aquí es donde comienza digamos la parte romántica del libro. Porque, romántica, romántica, no es. Agnes es responsable, recta y recatada, con un sentido del deber y del saber estar que en ocasiones hacen que parezca una persona fría y demasiado crítica con sus alumnos. Ha habido momentos en que ha llegado a cansarme la enorme carga moralista y religiosa que tiene la protagonista, aunque hemos de tener en cuenta que es hija de su época, y que como tal actúa y piensa. La novela escarba en la situación de la mujer en la época, relegada a la vida familiar y como mucho a trabajos como el de institutriz, siempre en un segundo plano. Además, (es curioso, de nuevo algo de plena actualidad) asistimos a los abusos a los que es sometida por parte de sus jefes: reducción de vacaciones, sueldos ínfimos por jornadas maratonianas, ningún derecho pero todas las obligaciones, una relación laboral de semi esclavitud que a más de uno le sonará hoy en día.Retrato de Anne Brönte realizado por su hermana Charlotte
Anne Brönte nació en Thornton (Yorkshire) en 1820 y falleció en 1849 con tan solo 29 años de tuberculosis. Anne estudió para ser institutriz, la única salida laboral para las mujeres con cultura que querían trabajar en la época. Sus experiencias como institutriz, que empezaron cuando tenía 19 años, sirvieron como base para esta, su primera novela. Aunque termina siendo una novela romántica, habréis podido ver que las situaciones que critica: las pésimas condiciones laborales, el nulo apoyo de los padres a los educadores y cómo malcrían a los niños, e incluso la situación de la mujer, siguen más de actualidad que nunca, síntoma de que una novela ha conseguido ese difícil estatus de universal. Da igual que Anne la escribiera a mediados del siglo XIX, por desgracia, podemos reconocer muchas de las lacras que denuncia a nuestro alrededor.