No podemos construir un mundo pacífico con estómagos vacíos y miseria humana
Norman Bourlag. Héroe.
Sí, ya sé que voy muchos días atrasado con el Blog Action Day, pero de cualquier forma creo que el tema es muy importante y hay que sacarlo siempre que se pueda.
Desde que vi el tema para este año, muchas alarmas sonaron en mi cabeza porque recientemente me he estado reeducando en la forma de comer y en mi relación con los alimentos. Imposible no tomarlo de manera personal.
En el mundo del Zen, el alimento y quien lo prepara son vistos como el pilar del templo. El cocinero es quizá la persona más reverenciada y respetada porque gracias a su trabajo los monjes pueden comer y seguir estudiando.
En la vida cotidiana el cocinero es, quizá, la persona que más olvidamos porque simplemente compramos, comemos sin pensar y seguimos adelante.
Pasamos por alto no sólo el trabajo de quienes están en una cocina, sino que olvidamos que detrás de una zanahoria en nuestro plato, existen horas de trabajo.
Sí, ya sé que los fundamentalistas en contra de la industrialización del alimento me van a replicar, pero el hecho consumado es que cada grano de maíz, lo querramos o no, lleva mucho esfuerzo humano detrás.
Y lo olvidamos.
Desperdiciamos comida como si siempre la tuviéramos o como si nunca se fuera a terminar. Y si te digo que existen escenarios reales en el mundo donde no la hay, donde hay niños que tienen que cazar lagartijas para comer, ¿me creerías?
El hambre y el desperdicio de alimentos y esfuerzo humano son tragedias lamentables que opacan todo el progreso humano hasta ahora.
¿Cómo es posible que estemos gastando en tanques de guerra, entretenimiento o campañas políticas, cuando este dinero podría ser usado para mandar comida a los pueblos que lo necesiten? Esta realidad humana me supera. No la entiendo.
Existen muchísimas causas políticas y sociales por las cuales aun al día de hoy tenemos personas con hambre. Existen actores e instituciones tan poderosas que está en sus manos hacer llegar o no el alimento a los necesitados, pero los intereses particulares pesan más.
Con todo, creo que el poder de uno es mucho más grande que el de una corporación. Y estoy seguro que tú, en casa y en tu cuerpo, puedes hacer un mejor uso y tener una relación mucho más humana con los alimentos.
¿Cómo? Bienvenido a mi oficina.
- No desperdicies
- Consume sólo lo que necesitas
- Compra en mercados y tianguis (mercados móviles)
- Apoya a los productores locales
- Infórmate. Come alimentos que te benefician, no que ponen en riesgo tu salud
- Come lo suficiente y no abuses
- Reconoce todo el trabajo humano detrás de cada bocado
- AGRADECE cada vez que sientas alimento en tu estómago. No todos son tan suertudos
Pero el punto más importante de todos:
Sé generoso y ayuda
Si tienes la fortuna de poder llevar comida a tu mesa y que nada te falte, haz un esfuerzo extra y comparte tu alimento. Claro que también puedes compartir un poco de dinero a instituciones que se dedican a mitigar el hambre en tu país.
¿No estás en buena posición como para dar dinero? Ayudar es tan fácil como dar un clic con el mouse.
En The Hunger Site cada clic al día que des, equivale a una taza de comida para alguien que lo necesita. Así que despégate de Facebook y Twitter y haz clic cada mañana. Te tomará sólo unos segundos.
¿Tienes alguna experiencia ayudando a quien necesita alimento? ¡Compártela en los comentarios!