El suelo siempre nos pasa desapercibido: andamos sobre él, lo pisamos y hasta lo contaminamos, sin darnos cuenta de la importancia que tiene para nuestras vidas. En el suelo desarrollamos gran parte de nuestra actividad, sustentamos nuestras viviendas y hacemos crecer nuestros alimentos.
Se trata de un recurso vital, finito y no renovable; muy frágil aunque no lo parezca, y que estamos degradando rápidamente. La presión degradativa recae sobre varios aspectos:
Degradación física
Perdemos suelo de la forma más absurda: simplemente lo dejamos ir, a través de la erosión hídrica en la mayoría de los casos y en ciertas zonas por la erosión eólica. Ya sabemos que la climatología de nuestro ámbito mediterráneo propicia las lluvias torrenciales y la escorrentía; es aquí donde entra nuestra capacidad para desarrollar estrategias que eviten esta pérdida de suelo. En Agricultura Ecológica utilizamos la lógica del ecosistema con cubiertas verdes, respetando lindes y demás elementos vegetales, y empleando buenas prácticas agrícolas. Profundizando en estas técnicas conservaremos una estructura duradera de nuestro suelo agrícola, que nos llevará a conservar su funcionalidad.
Degradación química
Con tantos años que lleva la agricultura tradicional abusando de productos químicos y creando variedades de cultivos adaptados a resistir los productos artificiales, la relación entre las plantas y los nutrientes del suelo se ha visto afectada, mermando la reserva de macronutrientes elementales y de nutrientes secundarios, salinizando el suelo y alterando el pH y numerosas características que dificultan el trabajo con las plantas cultivadas y el laboreo del suelo, subiendo los costes de la actividad agraria y dependiendo económicamente de los productos que el “mercado” quiera suministrar (el consumo de fertilizantes químicos de ha triplicado en los últimos cincuenta años). Desde el punto de vista lógico, es algo absurdo ya que, por sí mismo, el suelo tiene la capacidad química de estimular y nutrir el cultivo. Con técnicas y tiempo, la Agricultura Ecológica devuelve el vínculo roto por productos sintéticos a unas plantas más vigorosas.
Degradación biológica
En el panorama que hemos visto, la vida microbiana y orgánica del suelo se ve afectada muy negativamente. El equilibrio microorganismo-suelo-planta deja de existir, puesto que el medio que se crea con los aportes químicos y unas malas prácticas agrícolas resulta perjudicial. Toda la vida del suelo favorece la generación y absorción de nutrientes, la retención de agua y su disponibilidad para el cultivo. Es de suma importancia comprender que la fertilidad del suelo depende de sus microorganismos y que la Agricultura Ecológica trabaja para potenciar estas relaciones de equilibrio.
Como se puede comprobar, el suelo es un medio vivo y muy dinámico. Así, debemos recuperar el equilibro perdido con una actividad humana que ha sido negativa durante décadas. No degrademos aquellos de nuestros suelos que, por suerte, aún gozan de buena salud.
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Ingeniero Técnico Agrícola Ver perfil