Revista Medio Ambiente
No se puede pretender gozar de una vida plena y sana si intoxicamos y sobrecargamos la tierra que nos permite el sustento. Mientras que en el tercer mundo hay muchas dificultades para alimentarse de forma adecuada, en nuestro mundo hay un excedente de productos alimenticios. Se destinan demasiadas tierras al cultivo de café, tabaco y cereales para el consumo animal, lo que reduce la producción de alimentos para la humanidad.
En nuestro medio occidental resulta más chocante ya que se produce una gran cantidad de alimentos pero cultivados de forma poco natural. Los monocultivos dan lugar a plagas que se combaten con productos químicos, pero que contaminan los alimentos, el suelo y las aguas. Se emplean abonos artificiales para aumentar la productividad del suelo que a su vez contaminan las aguas y no siempre ofrecen alimentos completos (existe falta magnesio en muchos cultivos). Solo un 5% de la población se dedica a la agricultura. Los pueblos están despoblados mientras que los suburbios en las ciudades se multiplican.
No obstante, desde hace años existen en Europa organizaciones de agricultores que siguen el cultivo tradicional, sin empleo de tóxicos o abonos artificiales. Me refiero a la agricultura biológica, dónde la fertilidad del suelo se consigue con abonos naturales, por el reciclaje de residuos vegetales y animales. El auge de este tipo de agricultura puede estar ligado al ansia del hombre de hoy en día por vivir de una forma saludable y buscar una mayor calidad de vida. Este trabajo más artesanal hace que lógicamente suba el precio de los alimentos pero como contrapartida éstos ganan en sabor, valor dietético aparte de dignificar la labor del campesino y respetar la salud de los consumidores.
Quien sabe si el cambio de conciencia que a la fuerza generará la crisis actual nos lleve de nuevo a replantear la forma de cultivar que la globalización está borrando con la excusa de ser más rápidos y más productivos, opiniones, hay para todos los gustos.