Provócame
Llévame a los excesos del deseo
Convénceme
Malabaristas de la ilusión
Escupe el pretencioso culto del compromiso.
Aire
Yo era su presa, olía su hambre, su instinto de desnudez.
Me amenazaba con su mirada de niño.
Sentía sus manos experimentadas palpando mi entrepierna, su brújula era su lengua.
¡Exploración primitiva!
Gemidos lentos, miradas, besos entre dos mentirosos.
¡Desátame!
No cedas a tu conciencia
¡Ahórcame!
Comenzaba la batalla de los cuerpos, del sudor de lo prohibido.
Agua
Él me tomaba completa como tierra húmeda y yo me rendí ante su ser.
¡Interpretaba! Abajo el telón, mis vestiduras desgarradas lo excitaban.
Corría el agua entre colores y labios reprimidos.
Aire
Los magos de las palabras habían creado la perfección, el orgasmo de los poetas.
La danza de dos cuerpos, el diálogo erótico de saber mentir.
Agua diluyendose en mi paladar, el aguacero su aire entrando en mi cuerpo.
Elementos
Por: Kristal M. Rivera González
Conjuro
¿Desde cuándo la lluvia no me daba alegría?
¿Desde qué época lejana de juegos,
carpas blancas y prendas extraviadas?
Hoy durante el desayuno comenzó
a llover más allá de los cristales
y sentí una sonrisa diluirse
en mí al contemplarla.
Tú y yo en la noche, el puerto de La Habana:
el tejido sutil y nebuloso
que anidas en mis labios cautivándolos
será el feliz culpable de que hoy
recobre la belleza de la lluvia.
Por: Juana Rosa Pita