Hablemos claro, quien dice que esta película es una merda está en todo su derecho, pero vamos! ¿qué podemos esperar de algo como Día de la Independencia, El día después de mañana o esta? Admitámoslo, forman parte de un género aparte (valga la rima). Cortadas por el mismo molde están hechas por, para y exclusivamente con la intención de entretener y alimentar ese ego patriota que tienen los del norte. Esta vuelta ni siquiera pusieron esmero en explicar algo, un poco, lo que venga para entender una historia cortada por la misma tijera; los diálogos podrían ser como en el juego que se entendería lo mismo. Así y todo el film entretiene, tiene ritmo y vende, que es lo importante. Dos horas de este film me entretuvieron más (y acá me matan varios, mi marido inclusive) que las casi tres horas de Avatar, a la que estoy harta de ver por quincuagécima vez por cable (es la favorita de mi marido).
Lo que garpa y lo que no.
Seré honesta, Alexander Skaarsgard, ya vale el visionado, al menos en la primera mitad de la peli. ¡Dios, qué bombón de tipo!. Lo que no garpa es saber que como es el hermano del prota no tardará en morir. Garpa también la exageración que ponen en cada escena de acción, el ritmo trepidante que uno sabe cómo empieza y cómo termina pero, frasecita típica va, personaje querendón viene, chistesito por acá y chistesito por allá, terminamos de festejo. Paso a paso sabemos qué pasará o cómo se resolverá la cosa, pero al menos en mi caso, aunque resoplando y revoleando los ojos de vez en cuando, termina uno pasándola pipa, como dirían algunos de mis amigos trasnscharco.
Lo que desde ya no garpa es Liam Neeson. Un actor como él a estas alturas ¡no puede tener un papel tan pobretón!, apenas aparece, no hace gala de esa herencia al estilo Chuck Norris que se ha sabido conseguir con sus últimos títulos. Gente, el mundo ahora tendría que estar salvado por él y no por Joji Yoshida, porque aunque el Taylor Kitsch tenga las de ganar, el que realmente saves the day, como dicen ellos, es el ponja!.
Liam Neeson y Joji Yoshida
Battleship, tal su título original, es uno de esos films que hay que tomar por donde viene. No pidan peras al olmo y véanla si tienen ganas de pasar un rato de esparcimiento donde no faltará la escena a la que podrían musicalizar con el himno americano. Película que chorrea rojo, azul y estrellitas blancas, y nada más. Así y todo se agradece que haya un cierto guiño al juego en sí, esa cosa de adivinar por dónde pegarle al enemigo y "pelear" casi a ciegas en este caso con el típico ataque alienígena-reptiliano.
A no ponerse quisquillosos, advertidos están, véanla con ánimo lúdico.