Su mayor riqueza reside en la abundante concentración de vitaminas A, B y C, así como de hierro, fósforo y carbohidratos que se encuentran en su fruto con la forma y sabor de una pequeña ciruela, aunque de un aroma más penetrante.
Por estas saludables cualidades, el aguaymanto contribuye a un desarrollo de los dientes y los huesos y combate el asma, la sinusitis y otras alergias.
Por su poder antioxidante, alarga el envejecimiento celular, ayuda a cicatrizar las heridas, mejora el sistema inmunológico y previene el cáncer. También protege los tejidos especializados como el de la retina y favorece la condición de las membranas celulares.
Así mismo, este maravilloso fruto aumenta la producción de glóbulos rojos, mejora el desempeño de las funciones cardiovasculares, es desinflamante de articulaciones, baja la cantidad de colesterol y estabiliza el nivel de glucosa en la sangre, por lo cual es un excelente antidiabético.
Por si fuera poco, el aguaymanto es de gran ayuda para calmar los síntomas que aparecen en la menopausia y para hacer que este periodo tan difícil en la vida de la mujer pase lo más pronto posible, gracias a que aumenta la cantidad de estrógenos.
Del mismo modo, constituye un gran remedio contra el estrés, el cansancio (físico y mental) y la depresión, aportando una energía envidiable y necesaria para combatir el aburrimiento -a veces inevitable- de la rutina.