Lentamente la distancia se acortaba hasta que llegamos a estacionarnos casi a la par de su posición y sin bajarnos del auto esperábamos que el sol se asome un poco entre las nubes que estaban cerca del horizonte. Nuestra paciencia rindió sus frutos y por unos breves instantes tuvimos toda la escena iluminada por la luz cálida típica del inicio de una jornada.
Estas son mis fotografías de esta infaltable rapaz en los caminos vecinales de esta parte del país, en los días siguientes publicaré las de Luis y Javier.