Revista Toros

Ahí va un expresionista

Por Antoniodiaz

Ahí va un expresionista
Toros de Victoriano del Rio y Toros de Cortés -tanto monta, monta tanto-, abecerrados y con edad, novillajos viejos, primero y segundo cinqueños, mientras al tercero le faltaban tres meses para los seis años, sin que por ello impusieran seriedad. Justos de fuerzas, nobles y colaboradores, seis paradigmas del toro moderno. Juan José Padilla: pinchazo, perdiendo muleta y estocada entera, volviendo a perderla (saluda ovación desde el tercio). Estocada hasta la bola (ovación con saludos). José María Manzanares: gran estocada recibiendo (dos orejas). Nuevo estoconazo en la suerte de recibir (dos orejas). Alejandro Talavante: estocada (es obligado a saludar una ovación). Pinchazo y estocada trasera y caída (ovación con saludos).
Como un belmontillo, traspasando a hombros, entre vítores de ¡torero, torero! el umbral de la Puerta del Principe, que ya es como la entradilla de su casa, abandonaba Manzanares la Maestranza. En realidad el único parentesco que guarda Manzanares hijo con la anciana tauromaquia, es éste, que no es despreciable en los tiempos de enfermizo desapasionamiento que corren, el de arrastrar pasiones y arrebujar beligerantes detractores y románticos partidarios en torno a su causa. A Belmonte, o a Domingo Valderrama -que tampoco hay que ponerse excelsos- otra Sevilla taurina, que olía igual a azahar, pero menos a cachuli, también les gritaba aquello de torero, torero, que si fonéticamente, a pesar de la erosión del tiempo, sonaba parecido al clamor manzanarista, poco tiene que ver en su semántica. El torero, torero, de otras épocas, que no por ser antiguas tienen que ser mejores, pero que en esto del toreo suele ser ley que se cumple, era un elogío a la hombría que escondía una venenosa mezcla, el jarabe de la afición, de envidia cainita y devoción quinceañera hacía el ídolo: Qué cojones tiene Domingo, me río de los del caballo del Espartero. ¡Juanito, sólo te falta morir en la plaza!
El torero, torero con el que tan guapamente arrearon a hombros los muchachillos sevillanos a Manzanares, era más una manifestación panegírica adecuada a los tiempos, en los que el torero antes que conocedor, lidiador y matador es artista. En base a esta nueva democracia taurina, que saborea y entiende antes la obra de un artista que plantea que lo real no es aquello que vemos en el exterior, sino que lo que surge en nuestro interior cuando vemos o intuímos algo -gato por liebre, monas por toros-, el diestro alicantino cortó cuatro orejas, dicho sea de paso, a un lote que de pertenecer a una corriente cultural, sería la surrealista. Novillotes con cara de viejos, escurridos de carnes y cómodos de perchas, masas de carne que se movieron durante los tres tercios como corderos que adelantan pasos en la manga del matadero, antagónicamente a lo que en realidad es un toro de lidia. Lo dicho: surrealismo. 
Ambas faenas se desarrollaron por los mismos parámetros: sublimación de la estética a categoría de canon; el bocato di cardinale de asistir al poderío de la churrigueresca, templar con temple lo ya templado de fábrica; el pasito atrás perenne en su recargado destoreo; y esa fatuidad moderna de administrar los tiempos muertos, de torear sin toro, que ahora se da tanto porque los bichos -los que torean algunos sobre todo- salen ya asfixiados, con las fatiguitas de la muerte, cuando se pegan un par de carreras. La casta, que no llega ni al cuarto, también tiene su peso: si entre tanda y tanda a un toro bravo, fiero y vivaz le das dos minutos para que piense, se oriente y se resitúe, estara usted muerto, o por lo menos la que se intuía como bella faena. A los de ayer, les podías dar cinco años para que se saquen la carrera de Derecho, que no se hubieran enterado de lo que va la vaina. 
La tarde discurrió entre sonrisas y lágrimas, como la película. Padilla, la cuadrilla de Manzanares, la plaza abarrotá, la músiquilla del maestro Tejera y la gente feliz, dando palmas por bulerías con las orejas.
Y con cuatro en el esportón -y en los telediarios- iba un expresionista. 
 

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista