El verano es la época del año que los niños reciben con mucha alegría porque pueden disfrutar del sol y del agua de piscinas y playas, por ello también es la época de mayor riesgo de ahogamientos, siendo necesario que los padres extremen las precauciones y sobre todo que sean muy vigilantes, no perdiendo de vista a los más pequeños en ningún momento. Hay que tener en cuenta que el ahogamiento es la segunda causa de muerte por accidente en niños.
Hoy queremos hablar de un riesgo que quizá algunos padres desconozcan y que tiene que ver con el ahogamiento, en el caso de que un niño haya sido rescatado del agua y respire pareciendo que se encuentra bien, hay que tener en cuenta que existe la posibilidad de que pueda morir en un rango de 76 horas posteriores al accidente sufrido, es lo que se denomina ahogamiento secundario.
Si se ha producido un ahogamiento infantil y gracias a la reanimación el niño ha sobrevivido, recuperando la conciencia e incluso comportándose como si no hubiera pasado nada, es imperioso llevarlo al centro hospitalario, ya que existe un riesgo potencial de que el pequeño sufra un ahogamiento seco, es decir, un ahogamiento en ausencia de agua que se produce a causa de un espasmo de la laringe que actúa como protección para evitar que entre el agua, pero también evita que pueda entrar aire en los pulmones. Este tipo de ahogamiento se produce cuando se ha introducido agua en los pulmones y se queda alojada en ellos a pesar de las maniobras de reanimación que se realizaron durante el accidente en la playa o piscina.
La acumulación de agua o líquidos que se produce en los pulmones es lo que se denomina edema pulmonar y no es algo que deba aparecer inmediatamente, de ahí que tras la reanimación el niño parezca sentirse bien y estar fuera de peligro. Pero como hemos indicado antes, el edema puede aparecer dentro de las 76 horas posteriores al ahogamiento y puede llegar a ser lo suficientemente grave como para acabar con la vida del niño. En el hospital los especialistas llevarán a cabo un examen físico y auscultarán pulmones y corazón, adicionalmente se podrán realizar otras pruebas como la medición de los niveles de oxígeno en sangre, hacer una radiografía, etc.
La vigilia intensiva de los padres puede evitar que los niños puedan sufrir un lamentable accidente, pero en el caso de que se produjera el ahogamiento y posterior reanimación, la regla a seguir para asegurar que el niño estará completamente bien es acudir al centro hospitalario. Si se detecta el edema los especialistas médicos administrarán la medicación oportuna, como por ejemplo la administración de diuréticos para expulsar a través de la orina el exceso de agua, y pondrán en marcha los procedimientos necesarios dependiendo de cada caso, mascarilla de oxígeno, colocar un tubo de respiración en la tráquea, utilizar un respirador, etc.
Aquí podéis conocer un caso en el que una madre vivió el ahogamiento de su hijo y posterior reanimación, el niño parecía estar perfectamente, pero a medida que avanzó el día empezó a sentirse cansado, por lo que la madre decidió llamar al pediatra. El experto médico le recomendó llevarlo con urgencia al centro hospitalario más cercano, tras la exploración se detectó el ahogamiento secundario. Por fortuna el pequeño sobrevivió, y a raíz de esta experiencia escribió un artículo para que los padres fueran conscientes de este problema.
Así que ya lo sabéis, si a pesar de las medidas que se hayan tomado se produce un ahogamiento y posterior recuperación, aunque el niño parezca encontrarse bien, hay que llevarlo rápidamente al servicio de urgencias para que determinen el estado del pequeño y la posible existencia de un edema.
Foto | Rodrigo Amorim
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Ahogamiento secundario