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Airbus-380 para abonados

Por Antoniodiaz
Airbus-380 para abonados 
Hace días, merced a todo el lío traído por la moruchada charra de los Adolfos -que es buen nombre para una ranchera o para hacer el ridículo en Burladero-, se formó a través de las redes sociales una gran polémica. La de siempre, vigente desde los tiempos de Pepe Hillo y Pedro Romero, enconada disputa entre toristas y toreristas. Los primeros, huérfanos de una tauromaquia y un toro enterrados, machacan los oídos de los otros con el ruído amartillado de siempre la misma palabra. TO-RO. Bendita cabezonería. Los toreristas replican con aquello del arte, el embrujo, la magia y todas esas zarandajas sobre las que normalmente se esconde un esportón colmado de vergüenzas. Huelga decir que todas las opiniones son muy válidas, y muy respetables...
... hasta que llega el interfecto de turno: amigo de, primo de, hermano de, partidario de o enamorado de.., al que no se le ocurre otro pensamiento que alegrarse de que los aficionados quepan en un autobús. La misma criatura, de la que desconozco el nombre, opina que el futuro de este tinglao está en el público, capaz de engancharse en tardes como la de Zafra, Valladolid y no sé cuántos pueblos más. Rematando toda la serie de fruslerías con un antológico e importante elogio a la estupidez taurina: según él, la corrida de Adolfo Martín es una moruchada porque no engancha ya que su hermana invitó a una amiga, que dijo que los mansos de su padre musaban más. Y que no vuelve, la probe muchacha, que para ver mansos dice que ya se queda en su casa, que a ella le va más el Manzana, el iTorero, con el que se pirra más, o más pirrable que dirán ya mismo en Burladero, aunque sea en Colinas del Campo de Martín del Moro Toledano, -sito en la provincia de León-. 
Esta situación tendría su gracia y no dejaría de ser anécdota de no ser porque es pensamiento general entre el taurinismo. El aficionado es un mal, quizás necesario, pero no trae el dinero a espuertas. Ni te hace famoso. Ni te encumbra, a no ser que seas Robleño, Fundi, Urdiales o te hayan pegado cien mil cornadas los toros y seas un desgraciao que cuando vengas a ganar dinero con el Toro ya te tengas que retirar. El aficionado, como la casta, es un sobrante reminiscente de una tauromaquia primitiva con el que tienen que lidiar, por lo menos hasta cuadrarlo para entrarle a matar. Algunos estamos igualaos ya. Otros hace tiempo que fueron desollados vivos de su afición.
En Zaragoza, ayer tarde, en novillada dentro del abono, con lo cual no hay muchas excusas, había una entrada en tipo a la de la ex-Monumental de Barcelona. Según David, que es el que pasa lista todas las tardes en la Misericordia, este año los abonados caben en un Airbus, apenas llegan a mil. Hace no mucho multiplicaban ese número por siete y hasta por ocho.
Lástima de unas cuántas dioptrias que me dejé pegadas a la pantalla del televisor, buscando por el tendido a los salvaores de la Fiesta, a la tonta de los mansos que musan y al interfecto amigo, primo o fulano de menganito. Pero por mucho que mirase allí sólo estaban ellos: los aficionados ultrajados que caben en un autobús. No hay oro bastante en el mundo como para pagarles. 
Aunque algunos se empeñan en hacerlo con el desprecio.

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