Revista Cine
Director: Lee Won-tae
Como todos los años, desde Corea llega una o unas cuantas películas causando sensación, específicamente las que se enmarcan dentro de eso llamado el "thriller coreano" (las películas hechas por autores de verdad pertenecen a otra categoría: uno espera de una manera distinta películas de Park Chan-wook, Lee Chang-dong, Bong Jong-hoo o Kim Jee-woon o Na Hong-jin). Como he dicho usualmente, no me interesan mucho estas películas. No me interesaba "The Villainess" ni "The Merciless" ni cualquier otra similar. No me interesa la industria coreana del cine, con su también mecánica manera de fabricar productos, entre comedias románticas y estos thrillers supuestamente violentos y altamente estilizados, pero con pautas que acaban por notarse a leguas de distancia. Pero uno las ve, esperando un mínimo y decente entretenimiento.
¿Esperaba algo de "The Gangster, the Cop, the Devil"? Más allá de lo llamativo del título y de lo recién expuesto (y de ser exhibida en la sección de medianoche del festival de Cannes, como las otras dos mencionadas), no realmente. En principio, otra película de acción marca de la casa en donde hay un asesino en serie y un policía y/o un mafioso, a partir de lo cual veremos persecuciones en auto, a pie, peleas cuerpo a cuerpo ya sea a puño limpio o con arma blanca (mucha película gringa te hace pensar que conseguir un arma de fuego es cosa fácil, pero en el resto del mundo supongo que el asunto es menos sencillo que en la tierra de Trump. Por cierto, imagino que en Corea los dueños de las ferreterías deben ser millonarios), gente gesticulando y haciendo sonidos extraños, es decir, una receta que ya nos sabemos casi de memoria. Sorprendentemente, el resultado no es insípido; de hecho, la película me ha gustado y entusiasmado. Quizás sea porque es la primera película que veo en una semana o más, pero optaremos por concederle todo el mérito a la película, la que, a partir de elementos archiconocidos, crea un entramado endiabladamente entretenido, ágil e ingenioso, aunque no ofrezca nada particularmente nuevo. Resulta que un sujeto anda matando gente por las noches; el policía, que es honesto aunque bastante hijo de puta (cualquiera pensaría que es corrupto por como se comporta), se da cuenta de que está ante un asesino en serie aunque su jefe no lo tome en cuenta; el mafioso entra al baile cuando una noche el asesino (el diablo) intenta matarlo, sin éxito, desatando la furia del sobreviviente, que usará todos los métodos disponibles para vengarse del ofensor, pero como necesita tecnología policial, se hermana con el policía para llevar al asesino ante la justicia (cualquiera de las dos): dos tipos malos unidos para atrapar a uno peor. Interesante premisa, escrita con solvencia, dirigida con pulso firme, estilo y un justo toque de, no lo sé, socarronería, pero seria (¿qué?)... O sea, el director no se toma esta historia intensamente en serio, no se anda con solemnidades ni cursilerías, no se pone a pontificar ni moralizar, no pretende hablar de humanidad o cosas por el estilo como hacen otros directores coreanos que al parecer no quedan conformes con puños y patadas (como el de la "villanesa"); el director sabe lo más o menos descabellado de la premisa (aunque se base en acontecimientos reales... o eso nos dicen al menos), por lo tanto se evita todo lo anterior, pero tampoco se abandona en el espectáculo barato ni en pueriles caprichos narrativos o formales, como el Tarantino de menos calidad: dirige con el justo equilibrio entre lo verosímil, lo convincente, y lo artificial y delirante. Es decir, para ir cerrando: estamos ante una buena película de tipos malos que andan uno detrás del otro y que hacen lo que tienen que hacer para acabar con el juego y salir airosos. Ni más ni menos.
La película está bien dirigida, está bien actuada, tiene ritmo, no se repite y, maldita sea, es buena, muy buena. Será mejor que me deje de dar vueltas sobre lo mismo y vayan a verla, la síntesis nunca ha sido lo mío, je, je...