Así como el miércoles pasado celebramos el estreno de Yatasto, hoy festejamos el ya agendado desembarco de Alamar, otro recuerdo indeleble del BAFICI: esta vez de la 12ª edición. Según informa la distribuidora Zeta Films, el largometraje de Pedro González-Rubio desembarcará en las salas porteñas el jueves 8 de diciembre. Sin dudas, la (ahora corta) espera vale la pena.
Si resucitara, Jean Jacques Rousseau no dudaría en señalar a esta película como prueba irrefutable de su teoría sobre la condición pacífica, libre y feliz del hombre cuando no lo corrompe la civilización. Aunque no es un documental en sentido estricto, el trabajo del realizador belga-mexicano registra las semanas que Jorge comparte con su padre y su hijo Natán de cinco años en su hogar natal, ubicado en pleno arrecife de coral de Banco Chinchorro.
La filmación de la convivencia armónica entre el viejo, el adulto y el niño, y de los tres con la madre naturaleza (a quien el director agradece en los créditos), no sólo nos recuerda la figura del “buen salvaje” que el pensador francés imaginó en el siglo XVIII; también nos invita a pensar en cuánto perdimos los seres humanos desde que rompimos lanzas con nuestro medio ambiente.
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