Dentro del complejo universo musical podemos distinguir entre dos grandes circuitos: el comercial y el alternativo. El comercial es aquel que todo el mundo conoce y en el que un músico vende sus álbumes a una casa discográfica, para que los distribuyan, los promocionen y lleguen en condiciones óptimas a un determinado público para que los pueda comprar.
En un elevado porcentaje de casos, el sendero comercial descuida factores esenciales como la calidad de los discos o el estado anímico del artista. Salvando contadas excepciones, las multinacionales someten a una presión extrema al músico, exigiéndole constantemente que publique un disco o realice una gira en una fecha concreta. Lo único que importa es que el álbum venda, da igual como suene, quien toque o el tiempo que lleve su producción. Que venda y punto.
Al otro lado del inmenso cosmos sónico, nos encontraremos con el atractivo circuito alternativo, que ha sido creado por aquellos músicos que no quieren ser títeres en manos de poderosos ejecutivos trajeados y a los que tanto les da vender discos que sujetadores. En la gran mayoría de ocasiones, estos geniales artistas son mucho mejores que los que fluyen habitualmente por el panorama comercial.
Y así es el extraordinario guitarrista tejano Alan Haynes, un semidesconocido rey de las seis cuerdas y uno de los máximos exponentes de lo alternativo, por el que sentimos especial admiración. Nacido en 1956 en Houston (Texas), desde su infancia comienza a interesarse por el blues, influenciado por mitos como B.B. King, Albert Collins, Albert King o Freddie King.
Posteriormente, se une a la “Texas Boogie Band”, como guitarrista principal de la banda, al lado del bajista Tommy Shannon, que ya había tocado con Johnny Winter y que años más tarde se uniría a los Double Trouble de Stevie Ray Vaughan. Liderando la “Texas Boogie Band”, esta formación rápidamente se hace muy popular a nivel local y le permite abarcar un sector de público más amplio. Y Alan Haynes ya es considerado uno de los más espectaculares guitarristas del “Texas blues”…Su carrera profesional se inicia en 1970, trabajando con leyendas del blues como Johnny Winter, John Lee Hooker, The Fabulous Thunderbirds, Albert King, Robert Cray, Bonnie Raitt, Otis Rush o Stevie Ray Vaughan. Posteriormente, decide formar su propio grupo, “Alan Haynes And the Stepchildren”, con el que graban su primer EP llamado “Seventh Son” y acompañado por el virtuoso batería “Uncle” John Turner, que ya había colaborado con el legendario bluesman Johnny Winter.
Centrándonos en el álbum, segundo en su discografía y al que bautizaron como “Wishing Well”, fue publicado en 1994 por el sello Focus Records y consta de once pistas. Impregnado de un exquisito sabor a Texas Blues, nos encontraremos con magníficos cortes como la bella balada “Everynight and Everyday”, “Here in the Dark”, “Knocking at your door”, “Mean Old World” o el “Wishing Well”, un espléndido blues, que hace los honores a este género al que llaman “la música del alma” y que también da nombre al disco.Como ya es costumbre, haremos una mención sobre el personal que hizo posible este disco: Alan Haynes (guitarra y voz), Reese Wynans (teclados), los ex Double Trouble Tommy Shannon (bajo) y Chris Layton (batería), el ex componente de “The Fabulous Thunderbirds” Preston Hubbard (bajo) y George Rains (baterías).
Concluye esta obra, pero Alan Haynes sigue ofreciendo conciertos asiduamente en el Joe’s Generic Bar de Austin (Texas), deleitando al público con su particular visión musical y su maestría a la guitarra. No con mucha frecuencia, suele realizar alguna que otra gira por Europa, sobre todo en Alemania y Dinamarca, países en dónde tiene una gran cantidad de fans.
Quizás el único hándicap de Haynes, sea conseguir sus discos, ya que para ello, es mucho más fácil dar un paseo cualquier noche por el Joe’s Generic Bar, ver sus actuaciones y con un poco de suerte, nos lo regalará.
Fiel a sus ideas y poseedor de un espíritu rebelde que le hace luchar contra la comercialidad, Alan Haynes es un músico auténtico que no necesita mansiones de lujo, ni vehículos caros, ni tan siquiera hospedarse en hoteles de cinco estrellas. Lo único que precisa es su guitarra, un par de amigos y un lugar acogedor dónde tocar blues, cuando quiera y con quién le apetezca.