Revista Juvenil

Alas de Fuego de Julieta Gallelli *Primer Capitulo*

Por Hanozos8

CAPITULO I—Olivia, ¡Arriba! Vas a llegar tarde a la escuela. —La voz mi madre suena amortiguada por la puerta que nos separa.
—¡Ya va, cinco minutos más! —le contesto adormilada.
—Eso dijiste hace veinte minutos. Nada de cinco minutos más.
—Bueno… ya va. —rezongo. Me levanta despacio, pero al momento que estoy sentada vuelvo a caer con la cabeza en la almohada. Cuando cierro los ojos, mi mamá me lanza un pequeño montón de ropa a la cara y me zarandea para que me levante.
—Si vuelvo acá y todavía no te cambiaste, te va ir mal. –me reta. Finalmente me levanto y veo la hora: 6.40 a.m. Si no salgo en diez minutos, el autobús se iría. A toda velocidad, me pongo la remera, el pantalón, las medias y una zapatilla. La segunda me la voy colocando mientras salto hacia el baño. Me peino de cualquier manera el cabello, me cepillo los dientes y bajo a la cocina donde me espera una taza de chocolate caliente en la mesa, la cual tomo en menos de un minuto.
—Te espero abajo, gusano. —Me grita desde la puerta Lucía, mi hermana gemela. Mucha gente piensa que tener un gemelo es divertido, que te puedes cambiar los roles con tu hermano y pasártelo genial. Es muy molesto que continuamente estén diciendo ''Ay, son iguales'' o que se confundan a cada rato. Lucía es muy popular, a diferencia de mí. Podremos ser gemelas y tener el mismo aspecto, pero hasta ahí el parentesco. Mientras ella es el centro de atención, a mí sólo me hablan para disculparme por haberme pisado o para avisarme que se me cayó algo, a excepción de mis amigos, Violeta y Agustín.
—Bueno ma, gracias, me voy —le digo apurada. Le doy un rápido beso en la mejilla y salgo disparada escaleras abajo.
Cuando estoy por llegar al pie de la escalera, recuerdo que me olvidé la mochila. Como una bala, vuelvo a subir y veo que mi mamá la tiene en una mano. La agarro y le digo:
—Enserio, no sé qué haría sin vos.
Mi madre simplemente ríe.
—Que tengas un buen día —me desea, antes de que vuelva a salir disparada hacia la salida.
* * *Cuando llego a la puerta, veo a Lucía en la parada del colectivo enviándose mensajes con sus amigas. Respiro hondo, y salgo. Ella me escucha y se da vuelta.
—Tu pelo es un desastre —dice simplemente— déjame arreglarlo un poco—. Se coloca detrás de mí y me ata el cabello en una cola de caballo. —Bueno, hice lo mejor que pude. —Lucía puede ser odiosa, pero en el fondo es muy tierna, al igual que mi padre. Es duro como una roca, pero siempre logramos sacar al exterior su lado cariñoso. Yo me parezco más a mi mamá: es reservada y tímida, pero muy bondadosa. Los quiero mucho a todos.
El autobús frena con un chirrido frente a nosotros, y mi hermana se apresura a subir y se sienta junto a sus amigos, en donde todos pueden verla. La sigo, y busco con la mirada a Violeta y Agustín.
—¡Olivia! —Me gritan. Están sentados juntos y me apartaron un asiento al lado de la ventanilla.
Aún recuerdo cuando los conocí. Nuestra amistad con Agustín, a pesar de ser sincera, fue un poco... obligada. Su madre y la mía eran amigas desde el secundario, y nosotros lo fuimos desde nuestro primer año de vida.
Con Violeta fue diferente: ella entró a nuestro colegio en primer grado, y le fue difícil adaptarse. Los primeros días estuvo un poco sola, hasta que con Agustín la invitamos a estar con nosotros. Desde ese día, fuimos inseparables. De todas formas, soy el pegamento que une a este trío. Agustín y Violeta nunca se van a llevar igual de bien que conmigo, pero se quieren mucho.
—Oli, ¿Hiciste la tarea de matemática? —Me pregunta él con tono burlón. Abro los ojos con sorpresa: soy demasiado despistada. Pero me recuerdo sentada calculadora en mano resolviéndola, así que respondo con un aliviado ''Sí''. Ellos se echan a reír.
Los restantes 10 minutos de viaje los pasamos en silencio, con las risas falsas de mi hermana y sus amigos de fondo.

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