Revista Arte

Alba Triana: la globalización del arte

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Aristóteles

"Así, el verdadero espíritu positivo consiste, ante todo, en ver para prever, en estudiar lo que es, a fin de concluir de ello lo que será, según el dogma general de la invariabilidad de las leyes naturales"

Auguste Comte

En estos últimos meses el mundo del arte se ha paralizado por culpa de la pandemia del Covid 19. Los museos, centros culturales, fundaciones y galerías de arte han tenido cerradas sus puertas, aunque de manera restringida recientemente ya se pueden visitar algunos de ellos.

De todos modos, la mayoría de estos espacios han permanecido abiertos a nivel digital, por lo que el público ha tenido la oportunidad de visualizar imágenes de sus fondos y de las exposiciones que se estaban celebrando en el momento de la suspensión de las actividades.

Por ello, hemos considerado oportuno mostrar el trabajo de artistas que al tener una página web plenamente actualizada, permite al público contemplar sus creaciones, esperando para más adelante que las pueda ver en directo, como es el caso de la artista colombiana Alba Fernanda Triana (Bogotá, 1969), residente en Miami.

Tuve la oportunidad de conocerla personalmente en Barcelona, con motivo de una estancia que hizo para visitar a unos familiares. De hecho, aún no ha mostrado su obra en España, circunstancia ésta que esperamos que se solvente pronto, principalmente por la enorme calidad de sus propuestas creativas. La mayoría de las exposiciones que ha celebrado han sido en su país y en Estados Unidos, aunque también ha exhibido sus trabajos en México y Chile. En Europa solamente ha mostrado sus obras en Francia, Inglaterra y Moldavia.

Alba Triana es una artista pluridisciplinar que cultiva diferentes campos creativos: la música, la instalación, la escultura, el video, la performance y la docencia. En su obra sobresale la música, tanto desde la faceta de compositora, como la de incluir el sonido, la luz y el movimiento en sus piezas, tanto las que provienen de los objetos creados o transformados por ella, como su intervención en los conciertos musicales. Ella misma define su obra como "holística", o sea, que trata que "los sistemas y sus propiedades deben ser analizados en su conjunto y no sólo a través de las partes que lo componen". Por tanto, sus creaciones se han de contemplar globalmente.

El motivo por el que se interesó por el arte se debe a su entorno familiar, ya que desde bien pequeña contó con la ayuda de su madre, por un lado, que le permitió estudiar en una escuela experimental donde enseñaban expresión artística: pintura, poesía, música y expresión corporal, y por el otro, sus abuelos, ya que uno de ellos fue uno de los fundadores de la Orquesta Sinfónica de Colombia, y el otro poeta y promotor cultural

Su formación como artista proviene del terreno musical, ya que ha realizado estudios de Composición Musical en México, Colombia y Estados Unidos. Ha ejercido la docencia en Bogotá como Directora del Área de Teoría Musical y profesora de asignaturas teóricas, así como de Composición y teoría musical. Fue Consultora del Departamento de Arte del Ministerio de Cultura de Colombia y actualmente es miembro de la junta directiva de la South Florida Composers Alliance de Miami. Es autora de diversas publicaciones de partituras, cd's y artículos. Ha recibido diversos premios, entre ellos, el Concurso Nacional de Música Electroacústica, Colombia (1995), el Concurso Nacional de Composición IDCT, Colombia (1997), el Concurso Nacional "Otto de Greiff", Colombia (1998), Premio a la Mejor Exposición del Año, Alianza Francesa, Colombia (2008) y el Premio mundial, Civitella Ranieri Fellowship, EE.UU. / Italia. Además, desde el año 1996 hasta la actualidad, ha obtenido diferentes becas que le han permitido visitar diversas localidades de Colombia, Estados Unidos y Suiza.

El arte electrónico tiene sus precursores en los videoartistas de los años 70: Dan Graham, Nam June Paik, Wolf Vostell, Bill Viola, Tony Oursler y Antoni Muntadas, entre otros, que junto con los compositores John Cage y sus sonoridades inéditas, así como la introducción del silencio, y del valenciano Carles Santos, han servido para que el concepto de arte contemporáneo se haya ido extendiendo más allá de las artes plásticas. Además, los diferentes certámenes que se vienen desarrollando a nivel mundial sobre el arte electrónico permiten al espectador acercarse más a esta manera de mostrar el arte a través de las nuevas tecnologías. En Catalunya, concretamente, en la ciudad de Reus, existe la Colección Beep, forjada en 2015, que es una de las más importantes que existen en España de piezas relacionadas con el arte electrónico y que cada año participa en ARCO otorgando un premio sobre este apartado.

Respecto al trabajo de Alba Triana, sus primeras creaciones se centraron en las performances, el videoarte y las composiciones musicales durante la década de los 90 y principios del 2000. Su primera incursión en el terreno compositivo fue en 1992 con Pentafonia. Se trata de una composición musical para un solo de piano interpretado por Radostina Petkova, en que los cuatro movimientos de la pieza "muestran una marcada intuición en su escritura emocional". De todos modos, la escala pentafónica se refiere a un conjunto de 5 notas dentro de una octava, de modo continuo, en que cada nota es distinta entre sí. La pieza tiene una duración de 14 minutos. Del mismo año es la música electrónica Suite logique, que tiene "forma de arco", en la que "cinco masas sonoras yuxtaponen estasis y actividad contrastantes. Estos bloques evolucionan transformando su timbre, densidad y textura sobre un sistema de proporciones basado en una secuencia lógica que afecta tanto a la macro como a la microestructura". El concepto de estasis a nivel biológico se refiere a la estabilidad durante el proceso evolutivo de las especies. Esta pieza de 8 minutos obtuvo el primer premio del Concurso Nacional de Música Electroacústica, Alianza Francesa, Colombia. En 1994 crea Fuente, composición musical para un solo de flauta interpretado por Maria Nury Polania.

Cuando se adentra en el terreno de la performance, caso de A roll of the dice will never abolish chance (1996), lo hace a través de un musical interdisciplinario de 45 minutos que consiguió el primer premio del Concurso Nacional de Composición IDCT, Colombia. El título de la obra está relacionado con un texto del poeta simbolista francés Stéphane Mallarmé, en que la artista realiza una relectura del poema en el que se aprecian siete movimientos. La música se sitúa en un escenario en el que hay una serie de instrumentos que circundan un efecto lumínico, donde los vocalistas están suspendidos del techo a modo de móvil y van descolgándose paulatinamente. También en 1998 realiza otra performance interdisciplinaria en colaboración con el laboratorio artístico Mapa Teatro, titulada At the table, que hace referencia al texto Elektra del autor teatral alemán Henier Müller, donde los espectadores que están presenciando la actuación participan de algún modo en esta obra. En ella se muestra una cena de contenido artístico compuesta de aperitivo, plato principal y postre que sirve para contemplar la "esencia irracional y violenta de Elektra...que refleja la dualidad humana de "naturaleza-instinto" versus "refinamiento-cultura"". La música incluye sonidos electrónicos empleados en tiempo real.

En 2000 vuelve a las composiciones musicales y crea Antiphony para un solo de violoncelo que ejecuta Mintcho Badev. La antifonía es la antigua denominación del intervalo de octava, o sea, la música de uno o varios instrumentos musicales con la octava o de la doble octava. La duración de la pieza es de 8 minutos, en que "a pesar de su carácter improvisador, todos los sonidos de la pieza están escritos y no hay elementos aleatorios en la partitura". Al año siguiente realiza Noneto, composición musical para la instalación de Klavier Nonette por el artista de sonido Trimpin. La participación de Alba Triana consistía en la creación de una pieza musical a base de "un continuo sonido sostenido y transformado mediante rotaciones entre los nueve pianos". Del mismo año es la performance Heart piece, basada también en el mismo autor de Elektra, Heiner Müller, disponiendo dos cuerpos humanos como entrantes transformados. Se trata de un ritual culinario, que aparte de la cocina lo relaciona con el amor y el arte mediante la cultura. En esta performance interviene la música electrónica, así como la manipulación sonora en tiempo real.

A partir de 2008 se interesa por el uso de nuevas tecnologías, o sea por aplicar la música a determinados objetos, provocando una nueva manera de representación sonora y lumínica. En la instalación Electronic Gamelan, la artista muestra un instrumento musical interactivo en el que el público puede intervenir usando las sombras de sus propias manos encima de una mesa que actúa de emisor de luz, o lo que es lo mismo, modifica la madera de una pieza musical, con lo que "la proyección de sonido hacia el interior del instrumento hace que funcione como una caja resonante ampliada dentro de la cual se reúnen los visitantes". Consiguió el Premio a la mejor exposición del año, Alianza Francesa, Colombia. Otra pieza interactiva es Sounding score (2009), donde aparece un libro virtual en el que el espectador va pasando las hojas en blanco mientras aparecen unos puntos de colores que originan diversos sonidos.

Sonorama (2011) es una instalación musical interactiva en que también puede intervenir el público a partir de la activación o desactivación de unos botones y unas flechas digitales que se hallan en una superficie táctil, produciéndose unas trayectorias o creándose una obra diferente. Se trata de manipular los botones y las flechas para que activen sonidos que son perfectamente identificables a pesar de que las notas sean diferentes. En 2015 crea una escultura vibratoria que titula Music on a bound string nº 1 (natural light) que forma parte de un grupo de piezas que hacen alusión a determinados instrumentos musicales de cuerda. La instalación consiste en una escultura donde hay una cuerda que se aguanta entre dos puntos, mientras "un altavoz emite una señal de audio que es inaudible para el público, que excita la cuerda y hace que muestre una onda de sonido que se transforma constantemente". La acción dura aproximadamente 5 minutos. Se trata de una obra visualmente muy atrayente, ya que la vibración provoca ondas de diferentes tamaños. Otra pieza de esta misma serie: Music on a bound string nº 2 (reflecting light), aún es más espectacular que la anterior, donde las ondas que aparecen tienen diversos colores, creando un efecto irisante. Por ello, "la composición pasa por diferentes grados de complejidad, partiendo de una onda de sonido simple que refleja un color puro (verde) a una forma de onda compleja que difracta la cantidad infinita de colores contenidos en un haz blanco". En la parte de atrás de la escultura se observa la sombra de la cuerda vibrante, así como el altavoz.

Otra instalación importante en su devenir creativo es Microcosmos (2016), donde aparece una escultura vibracional, en la que la energía se emplea para indagar "una noción fundamental: todos los cuerpos físicos vibran perpetuamente. Incluso cuando parecen estar perfectamente quietos". Encima de la pieza hay un platillo que va vibrando ligeramente provocando un efecto resonante y repetitivo. Detrás de la instalación aparece la sombra del platillo en medio de un círculo iluminado por la proyección de una luz de color amarillo que amplía el efecto que produce la propia obra en funcionamiento. En Polifotonia (2016-2018), la artista va más allá respecto a mostrar una instalación de modo individual, ya que aquí aparecen varias esculturas; cada una de ellas dispone de una cuerda, un altavoz y una clavija de afinación. El protagonista es la luz en lugar del sonido, aunque éste surge a partir de diversas frecuencias provenientes del propio movimiento de la cuerda. Se la considera como su obra más radical. El término polifotonia alude al de polifonía, o sea múltiples voces.

En 2018 aparece de nuevo una instalación de sonido visible y audible, que se puede considerar la continuación de Music on a bound string, pero con la diferencia de que aparecen unos tubos en el techo que actúan como resonadores de sonido. La pieza se denomina Music on a bound string and resonating tubes. Los tubos "están sintonizados específicamente para frecuencias armónicas de la señal de audio (inaudible) que excita la cuerda". De hecho, los tubos amplifican la tonalidad armónica de las ondas de sonido que se perciben en la cuerda vibrante.

Una de las obras más recientes es Delirious fields (2019) que consiste en un grupo de esferas suspendidas en campos electromagnéticos variables. Visualmente parece que las esferas se muevan en el espacio. Cada esfera circula alrededor de una bobina, o sea dentro de "un campo electromagnético que la impulsa o la repele, como una coreografía flotante que muestra las alteraciones del campo y revela un material intangible con el que la esfera dialoga". Esta pieza me recuerda al artista griego Takis de quien a finales del año pasado tuve ocasión de visitar la exposición antológica que se celebró en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA). Takis fue un pionero en la creación de nuevas maneras artísticas empleando el magnetismo, la luz y el sonido. Reinventó los formatos de la escultura, la pintura y la música en relación con la energía.

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