Por: Manuel García
Albanta y el secreto de los Raramuri, publicada por la editorial Neopàtria, es la primera novela juvenil de Álvaro Giménez García, quien, siguiendo algunos moldes clásicos del género de aventuras, nos ofrece un trabajo complejo por su variedad de personajes y por un ritmo trepidante in crescendo según avanzamos en la lectura.
Tomando el recurso del manuscrito encontrado como elemento motivador de su narración, la novela nos relata el proceso iniciático de Albanta, una muchacha que, al quedar huérfana, es adoptada por su tío quien posee una inmensa biblioteca donde libros prohibidos y otros misteriosos asuntos traman uno de los argumentos de la obra al que se añade la doble identidad del tío de la adolescente. Ese afable anfitrión esconde un secreto fatal que determinará la evolución de Albanta como heroína en un oscuro trasfondo asociado a los fanatismos que progresan antes de la II Guerra Mundial.
Destaco de la obra de Álvaro Giménez dos elementos estructurales consistentes y de notable madurez estilística: se trata de una novela juvenil, es cierto, pero el lenguaje es elaborado y sutil en ocasiones, por lo que un lector adulto disfrutará de una novela de aventuras fiel al género de autores como Verne o Stevenson. Por otro lado, la fluidez del relato es ágil, con precisión en las descripciones y sin redundancias en cuanto a diálogos y documentación historiográfica. Los capítulos finales de la novela son trepidantes, pues desarrollan una sorprendente mezcolanza entre lo fantástico como manifestación del mundo onírico que permanece en los libros y la realidad frenética de unos tiempos amenzadores para toda Europa.
Detrás de este trabajo, indudablemente hay un tributo personal al libro como epifanía o manifestación de una realidad que existe solamente en la imaginación, pero que es necesaria para construir nuestros miedos e ilusiones, otra manera de supervivencia de la que Albanta se nutre para aliviar la ausencia de sus seres queridos y para enfrentarse a un contexto histórico penoso que cambiará millones de destinos.
Ecos cinematográficos de Indiana Jones o de clásicos como Sonrisas y lágrimas o El jovencito Frankestein se perciben a lo largo de toda la narración, contribuyendo en pocas páginas a una intensa declaración de acciones donde las fuerzas del bien y del mal colisionan para que el lector finalmente decida sobre la suerte de los personajes. El secreto de la tribu de los Raramuri que se cita en una enigmática carta de Fray Ignacio de Azkárate y Mendieta da paso a un microuniverso donde corredores y estancias dentro de una biblioteca laberíntica nos retorna a esencias de la literatura gótica. Castillos, oscuros ambientes palaciegos, seres espectrales y libros ocultos nos involucran en una novela de estructura lineal, pero que, por su lenguaje literario, por su homenaje a los clásicos decimonónicos, distan de otras que se publican actualmente donde se antepone la moralina al trabajo literario.
Por cierto, estupendas ilustraciones de Francisco Jorge Mora a lo largo de la novela. Estampas y collages que aportan el encantamiento que la novela persigue dentro de un realismo ceñido al movimiento nazi. Enhorabuena, Álvaro.