Nuestra primera cita tenía lugar el sábado a las 10h de la mañana en las puertas del museo de Alcover (c/ de la costeta, 1-3) así que para no tener que madrugar demasiado decidí, con dos amigas, alojarnos por la zona la noche del viernes. Escogí el hotel Cor de Prades de Mont-ral, un pequeño pueblo de poco más de 100 habitantes situado a unos 15 minutos de Alcover, ubicado en la montaña, lo que me garantizaría un merecido descanso después de una semana ajetreada. Llegamos de noche, lloviendo, después de recorrer la sinuosa y eterna carretera estrecha y de curvas que separan Alcover de este hotelito solitario en medio de la montaña. Sólo tuvimos tiempo de cenar e irnos a dormir. La cena fue estupenda por la calidad de los productos naturales y de la zona.
Hotel Cor de Prades
Hotel Cor de Prades
Hotel Cor de Prades
Cena en el hotel Cor de Prades
Por la mañana descorrer las cortinas me regaló un agradable momento gracias a las impagables vistas del amanecer entre las montañas, con Alcover a sus pies. Una bonita manera de empezar el día, que lo bordaría un estupendo desayuno para coger fuerzas para la completa jornada tan apetecible que nos esperaba.
Amanecer desde la terraza de la habitación del Hotel Cor de Prades
Desayuno en el Hotel Cor de Prades
La verdad es que este pequeño y acogedor hotel familiar, en el que pasamos pocas horas, nos hizo sentir como en casa gracias a la amabilidad de sus dueños y la tranquilidad belleza del lugar en el que está situado. Una conversación con el dueño de este alojamiento me ha dejado una nueva cita pendiente por Mont-ral para realizar algunas actividades y disfrutar de la naturaleza de los alrededores.
Vistas desde el Hotel Cor de Prades
A las10h de la mañana del sábado, puntuales, nos encontramos en el Museu d'Alcover y después de saludarnos algunos conocidos y de presentarnos otros que no conocíamos empiezó la amena visita por este museo que combina dos partes muy diferentes entre sí. Por un lado nos introduce en el mundo de los fósiles marinos y por otro nos sitúa en la vida burgesa de principios de siglo.
La visita empieza con un audiovisual que nos explica que hace millones de años esta zona estaba bajo el mar y es por este motivo que se han encontrado fósiles marinos por la zona. Muchos de ellos se pueden contemplar en las vitrinas de las salas del museo, algunos muy espectaculares por su tamaño. Subimos unas escaleras y vemos mesas forradas de periódicos y unas cubetas... ¿Para qué? Nos ponemos manos a la obra para crear nuestro propio fósil de yeso que nos podremos llevar a casa de recuerdo, ¡qué chulo!
Primeras explicaciones sobre los fósiles en el Museu d'Alcover
Audiovisual en el Museu d'Alcover
Empezamos a preparar nuestros fósiles en el Museu d'Alcover
Manos a la obra preparando nuestros fósiles en el Museu d'Alcover
Salas de exposiciones en el Museu d'Alcover
Muestra de fósiles en el Museu d'Alcover
¡Tachán! Mi fósil que me llevo de recuerdo a casa
A continuación y desde el mismo museo entramos en Casa Bastió, una casa construida en 1682 por la familia Andreu, familia burgesa del pueblo dedicada al comercio de aguardiente y propietaria de muchas tierras. Fue un curioso, agradable y distinguido salto en el tiempo.
Casa Bastió en el Museu d'Alcover
Casa Bastió en el Museu d'Alcover
La siguiente parada del día fue en la fábrica de la cerveza Rosita para conocer la elaboración artesanal de esta bebida que pudimos degustar en su versión rubia, negra e incluso a modo de cóctel mezclando las dos variedades.
Cóctel bicolor de cerveza rubia y negra Rosita
Esta cerveza está compuesta solamente de: agua, malta de cebada, lúpulo, levadura, miel y azúcar. Y la presencia de levaduras en la segunda fermentación la hacen densa, con buena presencia de espuma y cremosa, con un sabor muy agradable al paladar. Todos estuvimos atentos a las explicaciones sobre su proceso de elaboración así como la historia de esta cerveza y la de su "hermana" Carmen. Pocos nos pudimos resistir a comprar algunas para poder volver a degustarla en casa 😉
Fábrica de Cerveza Rosita
Fábrica de Cerveza Rosita
Variedades de cerveza Rosita
Cerveza Carmen
Ya era mediodía y tocaba estirar las piernas por los alrededores aprovechando que el sol nos acompañó durante todo el día y hacía un día perfecto para pasear por la zona. Aparcamos los coches en Mas Can Forès, una finca situada a unos 3km de Alcover y unos 500 metros de la Ermita del Remei ubicada en unos antinguos molinos de aceite y bodega. Actualmente tiene una zona ajardinada y un área recreativa además de albergar un taller ocupacional del ayuntamiento formado por ocho personas más un monitor que fueron les encargados de prepararnos la comida, pero esto será más tarde. Vamos por partes.
Mas Can Forès
Mas Can Forès
Empezamos una ruta caminando por un agradable camino siguiendo un pequeño canal de agua y el curso del río, que nos mostró pequeñas cascadas y saltos de agua. La intención inicial era llegar hasta el Niu de l'Àliga, una cascada con una poza espectacular pero se nos hizo demasiado tarde y se decidió dar la vuelta. La ruta desde Mas Can Forès hasta el Niu de l'Àliga y volver son unos 6 km que se recorren en unas 2'5 horas de forma sencilla (por caminitos bien cuidados o por pista forestal, con unos 100m de desnivel), apta para todo el mundo. ¿Me quedaría sin verla? Ya veréis que no... 😉
Iniciamos nuestro paseo junto al canal de agua
Agradable paseo
Cascadas en nuestra excursión en los alrededores de Alcover
En el Mas Can Forès nos esperaba una buena calçotada que hizo olvidarme rápido de la decepción de no haber visto la cascada. Aperitivo, calçots, carne, brazo de gitano, cafés, avellanas de la zona con moscatel... ¡La comida no pudo ser más completa!
A recuperar fuerzas con esta calçotada en Mas Can Forès
Calçots! Mmmmm
Con el cuerpo lleno de energía... la mente empezó a hacer de las suyas y como ya habíamos dado por finalizadas nuestras actividades de la jornada nos despedimos de los compañeros y de los organizadores a los que agradezco de nuevo la organización y la invitación a esta jornada que disfrutamos enormemente descubriendo una zona poco conocida de nuestro territorio que sin duda seguiré explorando ya que me han quedado ganas de más.
Como nos quedaban suficientes horas de luz algunos decidimos bajar toda la comilona haciendo un segundo intento de llegar al niu del Àliga, cosa que fue todo un acierto, porque es un lugar precioso que merece la pena. El camino para llegar es sencillo, transcurre por pista forestal o caminos bien arreglados aunque la señalización es escasa en algunos puntos. Llegamos a un punto con un río que no sabíamos si debíamos cruzar o si nos habíamos equivocado de camino ya que llevábamos un buen rato sin indicaciones. Dudamos, retrocedimos, cogimos otro camino de subida en una bifurcación pero enseguida nos dimos cuenta que nos alejábamos del curso del río y que sí debíamos cruzar el río aunque no hubiera indicación alguna.
Río que hay que cruzar para llegar al Niu de l'Àliga
Una vez cruzado el río hay que iniciar un camino de subida que en pocos metros nos llevará hasta una antigua central hidroeléctrica y de allí seguir un camino entre piedras que hacen de escalones hasta el niu de l'Àliga. Si podéis disfrutar de este rincón en soledad, como nosotros, lo disfrutaréis todavía más. Estuvimos un buen rato contemplando el lugar y sacando fotos hasta que decidimos regresar.
Llegando al Niu de l'Àliga
Niu de l'Àliga
A partir de aquí, si os queda tiempo y energía, podéis seguir hasta les Fonts de la Glorieta con más saltos de agua (a 1'2 km, con unos 200m de desnivel) dirección Mont-Ral o volver a Mas Can Forès como hicimos nosotros porque el sol empezaba a caer y se nos estaba haciendo tarde.
Camino de regreso al Mas Can Forès
Fue un agradable y completo día que nos permitió descubrir zonas de la provincia de Tarragona poco conocidas que seguro seguiré explorando en el futuro ¡Gracias por mostrárnoslas!