Soy de las personas que piensan que cuanto más exige algo de ti, cuanta más oportunidad tienes de sacar tu lado mejor, más energía consumes. Por buenos que sean los resultados, por realizados que nos sintamos, una dedicación excesiva, puede acabar con uno de los pilares más importantes para nuestro bienestar: nuestra calma, nuestra paz interior, esa que nos hace sentirnos bien en el sitio en el que estamos, siendo quienes somos, la que mantiene el equilibrio de nuestra vida.
Se trata, como te contaba hace unos días, de gestionar el estrés y la ansiedad, pero también de ayudar a que nuestra mente no se colapse y a que nuestro estado de ánimo no se resienta. Cuanto más nos conozcamos, mejor sabremos afrontar las situaciones que nos ponen al límite. Pero no nos conoceremos si nunca nos paramos a escucharnos. Es por eso que hoy te traigo 5 cosas que puedes hacer para alejarte del ruido (el del día a día, el de las redes sociales, el de la rutina, el del estrés) que te está impidiendo escuchar qué es lo que realmente necesitas, deseas, ansías y quieres.
1. Practicar deporte:
Movernos implica que nuestra mente se aleje, por un momento, de las preocupaciones y los problemas que la mantienen ocupada y se centre en gestionar nuestro cuerpo: en llevar sangre a los músculos, en respirar el suficiente oxígeno, en acelerar nuestro pulso… Tú no lo notas, pero cuando practicas deporte, tu mente se evade de lo psicológico y se centra en lo físico, dejando a un lado las preocupaciones, los problemas o el estrés.
2. Probar cosas nuevas:
Hacer algo que no habíamos hecho nunca antes implica salir de nuestra zona de confort, lo que a su vez, hace que nuestra mente esté alerta pero, eso sí, se centre en el aprendizaje de la nueva experiencia.
3. Viajar solo:
Descubrir nuevos lugares por uno mismo es una forma interesante de, por un lado, crecer como personas al visitar nuevos sitios y, por otro, estar asolas con nosotros mismos mientras esos lugares se abren para nosotros a nuestro paso. Hacerlo así, solos, implica que seremos nosotros y sólo nosotros los que tengamos que descubrir cada nuevo rincón y resolver cualquier contratiempo, lo cual nos hace mucho más independientes y conocedores de nuestros propios límites.
4. Jugar:
Recuperar el espíritu de la niñez, adaptándolo a la vida adulta, puede ser una buena manera de reconectar con esa parte de nosotros que todavía se ilusiona con las pequeñas cosas, para la cual ni el estrés ni la ansiedad existen y que sólo se preocupa por evadirse y divertirse. Inventar, en tu mente, las vidas de las personas que viajan en tu autobús o imaginar una situación inverosímil dentro de una situación cotidiana (¿qué pasaría si hubiera un terremoto en ese momento justo, en la oficina, en el que te sientes tan cansado?) son algunos de los juegos para adultos con los que puedes evadir tu mente y alimentar tu imaginación.
5. Colorear:
Otra cosa que ya no es tan de niños es dar color a dibujos e ilustraciones. Colorear puede ser una vía de escape creativa y muy beneficiosa, porque nos brinda un momento de desconexión, ayuda a nuestra coordinación y también a nuestra concentración. Ahora están de moda el “arte antiestrés” para la que no hace falta ni siquiera ser un súper artista, sino tener bien a mano unos buenos rotuladores o lápices de colores. Una oportunidad de crear cosas hermosas que nos permite un momento de tranquilidad y evasión. (En mi próxima newsletter, voy a hablar de mi recién adquirida experiencia de colorear mandalas, como forma de meditación activa. Si no quieres perderte todo lo que tengo que contarte sobre ello, únete aquí).