Como os contaba en el post con el itinerario de 1 semana en coche por el sur de Alemania la idea de este viaje surgió porque mi compañero de aventuras pronunció las palabras mágicas:
“Tengo un amigo que vive en Stuttgart y nos ha invitado a visitarle“
Rápidamente estábamos buscando hueco para escapar a Alemania, aunque la primera parte del viaje estuvimos visitando algunas preciosas ciudades de Baden-Württemberg como Heidelberg y Schwäbish Hall y recorriendo en coche la ruta romántica de Würzburg a Füssen durante 4 días.
Finalmente llegó el fin de semana que también era festivo en Alemania y pudimos hacer unas escapadas a la Selva Negra desde Stuttgart junto a nuestro anfitrión que conoce bien la zona y que nos llevó a visitar algunos de los preciosos rincones que esconde esta región.
(¡Desde aquí GRACIAS! )
Stuttgart – cascada de Bad Urach – castillo de Lichtenstein – Tübingen – Esslingen
El primer día, a pesar de la constante llovizna y el frío, disfrutamos de una excursión a la cascada de Bad Urach, unos deliciosos paseos por las ciudades de Tübingen y Esslingen, y una visita al impresionante castillo de Lichtenstein.
Nuestra primera parada fue la cascada de Bad Urach, un salto de agua de 37 metros que se encuentra a unos 4km de la estación de tren de Bad Urach que lleva su nombre. La cascada puede admirarse tanto desde abajo como desde arriba, e incluso hay un camino que pasa casi por debajo del agua, para pasar por detrás.
En la parte de arriba, hay unos baños que hay que limpiar luego con un cubo de agua del río cercano, y también unas mesas para hacer picnic y un bar.
Desde arriba se contempla el impresionante valle que rodea a la cascada por lo que la vista merece la pena, sobre todo porque la subida es muy cortita y fácil a través de unos escalones.
Un poco mojados por la llovizna, pero inspirados por la belleza de la naturaleza que acabábamos de contemplar volvimos al coche para dirigirnos a nuestro siguiente destino: el castillo de Lichtenstein.
El castillo de Lichtenstein está a unos 40km de Stuttgart, enclavado en el corazón de los montes de Suabia. Se tiene constancia de la existencia de un castillo allí desde el año 1200 pero fue en el siglo XIX cuando se le dio el aspecto romántico neo-gótico que tanto lo caracteriza. El castillo está considerado como uno de los mejor fortificados en la Edad Media, habiendo resistido todos los ataques a los que se ha enfrentado.
La entrada al interior del patio fortificado son 2€ por persona, y merece la pena pagarlos para poder admirar la construcción desde un saliente en la roca, desde el cual podremos ver cómo el castillo parece estar suspendido en el aire, ya que ocupa prácticamente la totalidad de la roca sobre la que está construido.
El día no hacía más que ponerse interesante, y la lluvia hacía rato que ya no nos importaba.
Después de la preciosa cascada y el impactante castillo, nos esperaba una visita a la preciosa ciudad universitaria de Tübingen.
Tübigen está a tan solo 30km de Stuttgart y en el corazón de la Selva Negra. Se puede llegar con relativa facilidad en bicicleta y si a la vuelta estamos cansados, podemos subir la bici al tren.
El centro histórico de la ciudad se salvó de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, y es uno de los mejor conservados de Alemania. En él encontraremos calles empedradas, casas de madera y muros de piedra, flores y bicis. Pero sobre todo bares, ¡para algo es la ciudad universitaria por excelencia!
Además, el río Neckar divide el pueblo en dos orillas, y en el centro se forma la Neckarinsel o isla Neckar, de 1.500 metros de largo con preciosas fachadas y árboles centenarios.
Tübingen cuenta además con su castillo o Hohentübingen, desde donde se contempla la ciudad entera como un mar de tejas rojizas. En realidad, el castillo de Tübingen en la actualidad alberga el rectorado de la Universidad.
Si llegáis en coche lo mejor es dejarlo aparcado en las afueras o prepararse para pagar un parking, o directamente, para no encontrar sitio.
Podría parecer que nuestro día estaba ya terminado, pero aún hubo tiempo para visitar otra preciosa joya medieval de esta región, como es la ciudad de Esslingen.
A tan solo 15km de Stuttgart, Esslingen sobrevivió sin sufrir apenas daños a la Segunda Guerra Mundial, por lo que ha podido conservar la esencia de un casco histórico de más de 1000 años de antigüedad. En él se conservan, cuidadosamente restauradas, las bonitas casas de entramado de madera, tejados picudos y vivos colores. En el centro de la ciudad llaman poderosamente la atención tanto el Antiguo Ayuntamiento, cuya fachada tiene un original reloj astronómico, como la iglesia Stadkirche, que posee dos torres asimétricas unidas por un puente que destacan en el horizonte.
Otro de los enclaves interesantes para visitar en la ciudad es el Castillo de Esslingen. Tiene casi 700 años y originalmente formaba parte de la muralla que rodeaba la ciudad. Aunque el ascenso hasta el castillo son unos 300 escalones, vale la pena el esfuerzo por disfrutar de las preciosas vistas de la ciudad desde lo alto, con las terrazas de viñedos a su alrededor.
Foto by Luisma
Casi teníamos ya la noche encima cuando salimos de Esslingen, así que fuimos directamente de vuelta a Stuttgart donde cenamos en Schwarzbach, un restaurante totalmente auténtico donde éramos los únicos extranjeros y además como que les hizo gracia que estuviésemos allí.
Aquí probamos el Schnitzel, un escalope típico alemán, y los Käsespätzle, una especie de pasta corta con queso y cebolla, ¡buenísimos!
Stuttgart – Bad Wildbad – Baden-baden
Para compensar por el mal tiempo de la jornada anterior, en nuestro último día en Alemania hizo un día espectacular, con el cielo limpio y el sol brillante, para permitirnos disfrutar en todo su esplendor de la Selva Negra.
En esta jornada, de nuevo saliendo de Stuttgart, fuimos directamente al Baumwipfelpfad de Bad Wildbad una impresionante estructura de 40 metros de altura en forma de cono en la que un sendero asciende en espiral para dar una impresionante vista de la Selva Negra.
Para llegar a la estructura, antes hay que recorrer una serie de puentes colgantes y caminos aéreos a la altura de las copas de los árboles, lo que hace el camino muy atractivo e interesante. El trayecto entero está adecuado para sillas de ruedas, y además es un lugar genial para ir con niños, pues tiene muchas actividades interactivas e información atractiva a lo largo del camino.
Este camino a través de los árboles tiene un poco más de un kilómetro, y se hace a una altura de 20 metros del suelo, (¡y aún así los árboles quedan bastante por encima!). Una vez que termina este sendero, comienza la subida en espiral por la Baumwipfelpfad hasta alcanzar los 40m.
Desde allí la vista de 360º es espectacular.
Para bajar hay un tobogán que le da emoción y diversión a la vuelta, ¡pero ojo! Tendréis que pagar 2€ extra si queréis bajar por él. Sino, sencillamente podéis regresar por la misma espiral por la que habéis subido.
El Baumwipfelpfad que abrió en 2014, no es una atracción barata que visitar, pues la entrada son 9,5€ por persona, pero realmente merece la pena hacerlo al menos una vez, y es una forma estupenda de hacerse una idea de la inmensidad de la Selva Negra. Además es una forma respetuosa e inteligente de explotar turísticamente un espacio natural sin necesidad de hacer un hotel de 5 estrellas y un campo de golf.
Después de bajar del Baumwipfelpfad, todavía seguimos caminando un poco más por uno de los muchos senderos que cruzan el lugar. Realmente es una zona preciosa a la que merece la pena dedicar más tiempo y un día nos gustaría mucho volver para descubrir alguna de esas rutas.
Finalmente paramos en un restaurante que había junto a unos remontes (es zona de ski en invierno) para tomar un currywurst y una cerveza de trigo en plena naturaleza. ¡Mirad mi cara de felicidad total!
Tras el almuerzo, continuamos nuestro camino hasta Baden-baden por una serpenteante carretera de montaña con unas vistas espectaculares de la Selva Negra.
Antes de llegar a la ciudad, paramos en el Altes Schloss, el castillo antiguo de Hohenbaden, hoy en día en ruinas, pero que ofrece unas magníficas vistas de Baden-Baden, la Selva Negra y el Valle del Rin. ¡La vista alcanza prácticamente hasta Francia!
Foto by Luisma
Finalmente llegamos hasta Baden-baden cuando ya prácticamente caía la noche, pero aún así pudimos dar una vuelta por esta bonita ciudad.
Fundada por los romanos, sus aguas termales fueron siempre lugar de destino privilegiado desde que el emperador Caracalla empezó a frecuentar el lugar. A partir del s. XIX se convirtió en destino importante para la burguesía de toda Europa, lo que derivó en la construcción de lujosos balnearios, un casino, un hipódromo, un teatro, y numerosos palacetes. Hoy en día sigue siendo un destino privilegiado atrayendo al turismo de lujo de diferentes partes del mundo.
Finalmente, regresamos a Stuttgart donde llegamos con la noche ya totalmente cerrada, corrimos a por un döner y a la cama que al día siguiente había que madrugar para coger el avión de vuelta a España.
La vuelta realmente no fue nada fácil pues una semana recorriendo el sur de Alemania nos había sabido a poco. Pero en realidad volvíamos contentos de haber tenido la oportunidad de disfrutar tanto de los días que pasamos allí descubriendo pueblos y castillos medievales, hermosos sitios naturales y pequeñas ciudades. ¡Y por supuesto encantados con haberlo regado todo con alguna que otra jarra de cerveza alemana!