Jamás pierdo interés en buscar una visión holística de los grandes problemas que azotan nuestra salud. Creo oportuno, aunque a algunos les resulte surrealista, dedicar este post a los hongos, pues a pesar de pasar desapercibidos por la mayoría de los especialistas en salud, en muchas ocasiones son los verdaderos culpables de gran cantidad de enfermedades, que sin lugar a dudas, son ignorados por mirar siempre donde no hay que mirar.
Los métodos mecanicistas y reduccionistas que siguen muchos médicos me siguen pareciendo ineficaces e inútiles, dada la gran evolución que está sufriendo la ciencia, parece inentendible, pero se entiende muy bien desde un punto de vista económico.
Aunque los hongos pueden ocasionar muchas patologías dentro de nuestro organismo, en este artículo mencionaré su papel dentro de las alergias.
¿Falsa primavera o falsa alergia?
A veces resulta absurdo creer que una alergia puede venir desencadenada por un cambio de estación, o por un proceso de polinización, que en primera instancia, claro que sí, esto provoca los síntomas alérgicos, pero no son la causa que los provoca de verdad. Son ya incontables los casos de alergia que sufren en la actualidad miles de personas, y lamentablemente en edades precoces, y no solo por la ingesta de lácteos, la contaminación atmosférica o por el abuso de cereales, sino también por el ataque de hongos y parasitos que habitan en nuestro interior.
Los malos hábitos alimenticios de hoy en día, el estrés físico y la vida en las ciudades han favorecido la presencia de estos microrganismos, capaces, entre otras cosas, de desequilibrar nuestros procesos internos, de causar dolores articulares o de producir reacciones alérgicas.
¿Como pueden los hongos producir alergia?
Los hongos, en especial (las bacterias también por supuesto) invaden y se asientan en nuestro interior cuando las condiciones son óptimas, esto quiere decir, cuando nuestro sistema defensivo está deprimido, cuando existe un exceso de acidez en sangre y cuando nuestra alimentación está basada en alimentos refinados. Si se mantiene esto durante mucho tiempo, dependiendo también de la persona, se producirá un cambio en la microbiota intestinal, que suele ser el primer lugar donde los hongos comienzan a establecer su imperio. Posteriormente, debido a la disbiosis intestinal que causan los malos hábitos antes mencionados, estos hongos liberan toxinas que penetran la barrera intestinal y llegan a diferentes partes de nuestro cuerpo. Si llegan a los ojos pueden provocar uveitis aguda o conjuntivitis por ejemplo, si llegan a las vías urinarias pueden provocar infección o insuficiencia renal por ejemplo, si llegan a las articulaciones pueden provocar reuma o artritis por ejemplo, si llegan a los testículos pueden provocar infertilidad o disfunción eréctil... Me voy siempre a lo más grave, pero es que puede pasar esto si se vuelven intratables.
En el caso de las alergias, nuestro sistema inmunológico neutraliza gran parte de estas toxinas mientras circulan por el torrente sanguíneo, produciendo una respuesta inmune que desembocará en un aumento de la mucosidad, sinusitis, dolor de cabeza, cansancio generalizado, trastornos del sueño, psoriasis, eczemas, enrojecimiento, etc. A veces también pueden atacar a nuestro hígado e impedir que trabaje correctamente, favoreciendo así un ensuciamiento general que derivará en síntomas muy similares a los anteriores.
Una respuesta alérgica no es más que una liberación de histamina producida por la presencia previa de un antígeno, en este caso ponemos como ejemplo las micotoxinas segregadas por los hongos, que han penetrado en nuestro interior desde el intestino o mediante inhalación. A causa de esto se generan anticuerpos para eliminar los antígenos, que serán expulsados comúnmente por las vías respiratorias. Esto suele manifestarse con mucosidad, estornudos, tos, lagrimeo...
¿Como evitarlo?
Los ataques por hongos vienen desde fuera y desde dentro. La contaminación atmosférica, la falta de higiene durante la práctica sexual o el contacto con objetos infectados, son ejemplos de vías externas que facilitan el asentamiento de estos microorganismos, en cambio, el exceso de azúcares refinados en la dieta, el abuso de antibióticos, el consumo de alimentos refinados o el estrés son ejemplos de vías internas. Es importante prestar atención a todas, pues incluso llevando una alimentación muy correcta no estamos exentos de sufrir un ataque de hongos.
Muchos hongos, como la cándida albicans, son saprofitos, es decir, conviven en el tubo digestivo y se alimentan de materias en putrefacción, al igual que numerosas bacterias. La razón por la cual causan problemas, es cuando el entorno donde viven se convierte en un lugar idóneo para su crecimiento. El método más eficaz es la prevención y la mejor manera de prevenir es adoptando unos hábitos dietéticos saludables, ya que aunque nos expongamos a ellos cada vez que salgamos a la calle o tomamos un alimento, si nuestra microbiota es saludable, será muy dificil que puedan proliferar.
Una manera de indentificarlos es realizando un test de inmunoglobulinas y observar las IgE, ya que son las que están relacionadas con los síntomas alérgicos. Hay personas que incluso teniendo hongos las tienen normales, por ello recomiendo mirar el total, no solo fijarnos en una de ellas. En ciertas ocasiones, no es suficiente.
No bajéis la guardia. Os brindaré con más información en próximos artículos. ¡A seguid san@s no lo olvidéis!