Revista Arte

Alfonsina y el mar

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

El mar, la muerte y la ausencia son constantes en la poesía de Alfonsina Storni. Regresan como homenaje en la zamba que tanto popularizó Mercedes Sosa, presentada en su disco Mujeres Argentinas de 1969

"Alfonsina y el mar", fue compuesta por el pianista Ariel Ramírez, con letra de Félix Luna, entra en diálogo con el último poema de Alfonsina: "Voy a dormir", cuyo manuscrito llegó al diario La Nación un día antes de quitarse la vida.

El suicidio de Alfonsina integra una serie de pérdidas notables para la literatura argentina. Así lo refieren las palabras del diputado socialista Alfredo Palacios frente al Congreso de la Nación: "Nuestro progreso material asombra a propios y extraños [...], pero con frecuencia subordinamos los valores del espíritu a los utilitarios y no hemos conseguido crear una atmósfera propicia donde pueda prosperar esa planta delicada que es un poeta. En dos años han desertado de la existencia tres de nuestros grandes espíritus, cada uno de los cuales bastaría para dar gloria a un país: Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Alfonsina Storni. Algo anda mal en la vida de una nación cuando, en vez de cantarla, los poetas parten, con un gesto de amargura y de desdén, en medio de una glacial indiferencia del Estado".[1]

En el 36 la conmovió la muerte de Quiroga, con quien tenía una profunda amistad, tal vez su gran amor. En un poema lo despide: "Morir como tú, Horacio, en tus cabales, /y así como en tus cuentos, no está mal. /Un rayo a tiempo y se acabó la feria / Allá dirán... ".[2]

La irrupción del cáncer de mama precipitó una operación urgente, solo aceptó someterse a una sesión de rayos que la confrontaron con un agotamiento y dolor insoportables. En la madrugada del martes 25 de octubre de 1938, dejó su habitación de hotel en Mar del Plata y algunas horas después encontraron su cuerpo a doscientos metros de la playa.

Pero detrás de esta historia y la imagen romántica de su muerte idealizada en el tema musical, existe una marca central en Alfonsina para las mujeres de su tiempo. Tanto en su vida como en su poesía encarna un lugar diferente para el rol social de la mujer y la vivencia de la sexualidad. Madre soltera, tiene un único hijo: Alejandro Storni, de padre desconocido, producto de una relación con un hombre mayor que ella y casado.

Alfonsina, nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Canton Ticino de la Suiza Italiana, pero pasó su infancia en San Juan. Muerto su padre, la madre se casa nuevamente e integra con ella una compañía teatral, actividad que Alfonsina desarrolla con entusiasmo en la adolescencia. Fue maestra rural, obrera trabajadora en un fábrica de gorras y oficinista. Pasó algún tiempo en Rosario y en 1911 llegó sola a Buenos Aires, embarazada y con el deseo cada vez más claro de escribir. Sus dificultades económicas se extienden hasta conseguir ser nombrada como directora y maestra en el Colegio Marcos Paz, labor que le permite cierta tranquilidad y la maravillosa sorpresa de una nutrida biblioteca donde completar sus lecturas.

En 1916 publica su primer libro: "La inquietud del rosal". "El impacto será casi inmediato ya que el erotismo y la confrontación de algunos versos rompen con el molde tranquilizador del poema de amor pasivo. "...Yo soy como la loba / Quebré con el rebaño / Y me fui a la montaña / Fatigada del llano..."; "...Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley..." " [3]

"Tú me quieres blanca", es otro poema donde presenta su posición ante la sociedad patriarcal y entiendo comparable con las contradicciones que ya enunciaba en su poética Sor Juan Inés de la Cruz. Así concluye:

" Habla con los pájaros/y lévate al alba. /Y cuando las carnes /te sean tornadas, /y cuando hayas puesto /en ellas el alma /que por las alcobas /se quedó enredada, /entonces, buen hombre, /preténdeme blanca, /preténdeme nívea, /preténdeme castaVOY A DORMIR "Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
".[4]

Storni escribió ocho libros de poemas, obras de teatro y colaboró en La Nación bajo el seudónimo de Tao Lao. Se destacan entre sus títulos "Languidez", "Ocre", "Poemas de amor", "Mundo de siete pozos", "Mascarilla y trébol" y "Círculos imantados" de 1938, su último libro. Fue reconocida con el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura. Desde su poética y biografía comprometida, recordamos a una de las primeras mujeres argentinas en conquistar un lugar en los ambientes literarios del país. Su marca deja una estela singular dentro de las voces femeninas de su tiempo.

Victoria Fabre

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido..."

[1] Mucci, Cristina. Los escritores y el poder, en La Nación 4 de octubre de 2008.

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