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Alfonso I: de campesino gallego a Rey de la Amazonia

Por Nosoloviajeros @nosoloviajeros

Alfonso Graña, Rey de la Amazonia

A pesar de que hoy en día no sea algo tan común, en el pasado fueron muchos los españoles que tuvieron que emigrar a América en busca de un futuro mejor; los hubo que tuvieron que largarse por temas políticos, pero en su mayoría, más que por verse perseguidos por los diferentes regímenes que asolaron nuestra patria, lo hicieron para poder labrarse un futuro mejor.

Muchos consiguieron hacer auténticas fortunas, otros no tuvieron tanta suerte y se limitaron a llevar una vida digna que en la península no podrían haber tenido. Ahora bien, entre tantos miles de emigrantes siempre hubo casos que resaltaron por encima de los demás, y el que hoy os traigo es uno de ellos, quizá el más rocambolesco de todos. Su protagonista, Alfonso Graña, un campesino de lo más profundo de Galicia, llegó a ser Rey del Amazonas.

Idelfonso Graña Cortizo, más conocido como Alfonso Graña, nació en el municipio de Avión – Orense – en 1878; era una mala época para Galicia y para España en general, había hambre, problemas sociales, y por si no fuera poco, también epidemias; viendo este panorama, muchos de los pobladores de la montaña gallega se lanzaron a hacer “las américas”. Graña, a finales del s. XIX salió de su tierra natal hacia Brasil, y en 1910, a raíz de la boyante industria del caucho de Iquitos, tomó la decisión de trasladarse a esta ciudad peruana, donde trabajó como cauchero y buscador de oro.

Fueron años felices y prósperos para una ciudad que estaba en pleno florecimiento; y claro, Alfonso, a sabiendas de ello pudo ganarse la vida como otros tantos sin mayores complicaciones. Pero ya sabemos que todo lo bueno acaba por acabarse, y así fue. En 1922, la crisis mundial del caucho afecto directamente a las exportaciones peruanas de este material, y por ende a nuestro aventurero. Así pues, sin trabajo ni familia, Alfonso, junto con un viejo amigo suyo, también gallego, decidió adentrarse en la selva amazónica en busca de una segunda oportunidad.

Ya sabemos que las selvas tienen sus problemillas, y entre otros, para un extranjero en la época, era encontrarse con una tribu “salvaje”. Pues los dos aventureros corrieron una suerte de esta guisa, ya que ni más ni menos tuvieron la “suerte” de toparse con la tribu de los Jíbaros. Si, esa tribu amazónica que tenía como costumbre decapitar y empequeñecer la cabeza de sus enemigos. Alfonso fue el único superviviente de este “encontronazo”, ya que por lo visto fue del gusto de la hija del cacique de la tribu. No le quedo otra que emparejarse con la chica.

En 1924, el “suegro” de Alfonso Graña falleció, y de esta manera se dio paso a una de las historias más inverosímiles que haya podido conocer, el nombramiento del gallego como jefe de la tribu de los jíbaros, bajo el nombre de “Alfonso I, Rey de la Amazonia”. De esta manera el que en su momento fue un humilde campesino gallego llegó a mandar sobre un área del amazonas equivalente a media España.

Pasaron los años y Alfonso se fue ganando el respeto de la tribu, de su tribu. Les enseñó a curtir pieles, desecar carne, construir chozas más seguras, obtener sal; en definitiva, que se convirtió en un líder, en el Rey del Amazonas. Y de mientras, al otro lado de la selva, en la “civilización”, se perdió su rastro; se le daba por muerto.

Pasaron cinco años desde su desaparición hasta que Alfonso retornó a Iquitos, cargado con productos de la selva para vender. Después, cada 6 meses bajaba a la ciudad a fin de negociar con el ganado. No obstante, uno de los viajes que en 1933 realizó, fue el momento en el que por cosas de la vida se ganó el reconocimiento público.

Durante la Guerra que mantenían Perú y Colombia a lo largo de 1932 y 1933, un escuadrón de la Fuerza Aérea del Perú, a raíz de una intensa tormenta tropical que azotaba la zona, se vio obligado a realizar un amerizaje de emergencia en el caudaloso y peligroso río Pongo de Manseriche. De los seis militares que se vieron involucrados en la operación cinco consiguieron salvarse. El fallecido fue el subalferez Alfredo Rodríguez Ballón, un hombre que a día de hoy es considerado en Perú como un héroe militar; mismamente el aeropuerto internacional de Arequipa lleva su nombre.

Victor de la Serna, Diario "YA", Madrid 1935.

" ....Un día, por el Amazonas, descendió, una balsa extraña. En su centro, una especie de túmulo cubierto de follaje. A popa, las banderas de Perú y de España a media asta... Graña había encontrado el cadáver del aviador, lo había embalsamado, lo había metido en un rico ataúd de olorosas maderas de la "jungle" y lo devolvía a su patria. Maravilloso gesto de señor, por el que el Gobierno del Perú le confirmo el disfrute exclusivo y perpetuo de las salinas de su reino y le autorizó "oficialmente" para seguir dominando la zona "

Alfonso Graña y sus subditos consiguieron rescatar el cadáver del militar, y tras embalsamarlo y meterlo en un ataúd hecho por ellos mismos, lo llevaron, junto con los restos de las aeronaves estrelladas, a través del río Pongo de Manseriche, a Iquitos; a fin de que la familia pudiera realizar el enterramiento. Tal fue el agradecimiento del gobierno peruano ante esta muestra de caballerosidad que se le concedió al que en su momento fue un campesino gallego el reconocimiento legal sobre las tierras de su reino. Al año siguiente, en 1934, Alfonso I, Rey de la Amazonia, murió. Curiosa historia. ¿ verdad ?.


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