Alfred Eisenstaedt tomó sus primeras fotografías a la edad de 13 años, con una cámara kodak que le habían regalado. Durante el periodo de inflación posterior a la Primera Guerra Mundial, comenzó a ganarse la vida como vendedor de cinturones y botones para una empresa berlinesa. Se consagraba a la fotografía durante sus momentos libres, y comenzó a realizar experimentos de ampliación de detalles. La publicación de la revista "Weltspiegel" de su foto de una jugadora de tenis, marcó el comienzo de su actividad de fotógrafo independiente, en especial para el "Berliner Tageblatt". En 1929 decidió dedicarse profesionalmente a la fotografía e ingresó en la agencia "Pacific and Antlantic Picture Agency".
Su primer encargo, un reportaje sobre la entrega del Premio Nobel a Thomas Mann en 1929, tuvo una gran repercusión. Durante esos años tomó numerosos retratos que se hicieron célebres, como por ejemplo los de Marlene Dietrich y de George Bernard Shaw, pero también el de Joseph Goebbels, Adolf Hitler y Benito Mussolini.
Como periodista fotográfico, Einsestaedt no estaba especializado en ningún sector determinado. Sin embargo, sus imágenes de seres humanos ingresaron en la historia de la fotografía. No solamente captó un número incalculable de personalidades políticas y artísticas, sino también seres anónimos en situaciones cotidianas. Su fotografía Día V, por ejemplo, la instantanea de un ardiente beso durante el desfile de la victoria de los marines en Times Square, a fines de la Segunda Guerra Mundial, se hizo célebre en todo el mundo.
Eisenstaedt recibió numerosos premios internacionales y se encuentra entre los periodistas fotográficos más publicados del mundo.
Fuente: "La fotografía del siglo XX" (Museum Ludwing Colonia).