La producción de Grupo Secuoya no ha resistido las ambiciones de share con las que soñaba Antena 3. La vida de ‘Algo que celebrar’ ha finalizado tras ocho capítulos en que ha liderado la noche de los miércoles por lo que su cancelación parece a todas luces una torpeza de la cadena y, sin embargo, también tiene su lógica.
La premisa de la serie era sencilla: la familia Navarro se reúne en cada episodio para celebrar algo: bodas, comuniones, entierros o cumpleaños… cualquier ocasión en que se reuniría una familia normal. Las distintas situaciones, además de ser muy creíbles, iban acompañadas por guiones familiares, sí, pero aceptablemente bien desarrollados. Han rechazado el muy extendido vicio en las series españolas de hacer humor con lo más vulgar y además han contado con el acierto de plantear personajes cómicos junto a otros que sencillamente no lo son, creando así un buen equilibrio.
Sin duda lo mejor de la serie ha sido la química entre los actores, que han sabido aprovechar todas estas circunstancias para ofrecer un producto entretenido. Empezando por los abuelos, Luis Varela y Elena Irureta, cuya separación ha sido el hilo conductor de los distintos episodios. Muy interesante esta apuesta, ya que en España rara vez se le concede gran protagonismo a la tercera edad, aún cuando ésta es una de las mayores consumidoras de televisión. Sin embargo, cabe decir que siempre vemos a Luis Varela en el mismo tipo de papeles, una pena que los productores no se atrevan a aprovechar más sus cualidades como actor.
Por su parte los cuatro hermanos han sido la línea conductora de la trama y, a excepción del menor, personaje interpretado por Alejo Sauras, cuyo papel todavía estaba demasiado cerca de lo que nos tiene acostumbrado el actor, el resto han ofrecido unos roles si bien no muy distintos, sí lo suficiente. Cristina Peña ha resultado una buena hermana mayor, algo mandona y neurótica, con un cariz amargo muy valiente en una comedia; Norma Ruiz dio vida a la pequeña, también neurótica y torpe, a cuyo papel se le ha agradecido infinitamente que no explotara sus encantos, (el abuso de la sexualidad femenina en la ficción española ya ha alcanzado puntos vergonzosos); y por último Ricardo Castella, que debutaba como actor en un rol muy típico de hombre básico y bonachón, sin embargo el humorista (llamémoslo ya actor, por qué no) supo aprovecharlo al máximo, convirtiéndose en el favorito de la audiencia.
Dejando los cuñados aparte, actuaciones correctas pero poco interesantes de Carlos Chamarro, Kimberly Tell y Ana Rayo, la tercera generación de los Navarro, interpretada por Álvaro Fontalba, Daniel Avilés, Paula Sancho y Máximo Pastor ha sido discreta, quizá demasiado si pretendía atraer a un público más juvenil, pero precisamente por ello no ha sido cargante como tantas otras.
‘Algo que celebrar’ no será una serie que pase a los anales de la historia de la televisión, pero había conseguido algo distinto en comedia. Corrigiendo algunas cosas, redireccionando ciertos personajes o llevando un punto más allá los guiones para hacerlos más atractivos, habría sido una opción válida y familiar si Antena 3 hubiera apostado por la serie. Sorprende la decisión porque precisamente es un buen ejemplo del mensaje que la cadena intenta vender en contraposición a Telecinco, ha sido una ocasión desperdiciada para la cadena, pero que quizá sirva de precedente para evitar repetir en el futuro los vicios que nos dejó ‘Los Serrano’.