Algo tendrá que ver que la última película del director Clint Eastwood posea mucho de alegato patriotero sin rubor para que se haya convertido en la película más taquillera que ha rodado. Pero al fulminante éxito de taquilla cargado de nominaciones al Oscar hay que sumar que el cine de este ya legendario artista siempre tiene algún punto de interés, y el hecho de disfrutar un buen trabajo tras la cámara es para un amante del cine un ejercicio de ir a lo seguro. Nada menos que 84 añitos tiene la criatura, con dos estrenos este año, en la cúspide del éxito y sin perder un ápice de ese pulso firme con poso melancólico que le define como el último gran clásico vivo del cine.
Bradley Cooper, ese actor tan eficiente como excesivamente estimado en su país, realiza una labor impecable a la hora de meterse en la piel del francotirador más letal de la historia del ejército de los Estados Unidos; Chris Kyle, personaje real, fue en cuatro ocasiones de misión a Irak, sembrando el temor en los insurgentes hasta el punto de que pusieran precio a su cabeza. Cooper interpreta el paradigma de la América profunda retratando a este tipo de exacerbado amor a su país, “el mejor del mundo”, fanfarrón, tosco y tan simple como aparenta, un estándar de persona/soldado que existe y cuyo retrato contiene más aristas de las que apreciamos a simple vista en la pantalla.
La cinta posee sus sombras, proyectadas por la irregularidad marcada entre la excelencia del rodaje de las escenas de acción y lo anodino de la vuelta a casa del combatiente y su estancia tormentosa con su sufridora esposa (Sienna Miller) y sus hijos. Tampoco ayuda a digerir el bocado ese empalagoso discurso “barraestrellil”. Sin embargo, a medida que pasan las horas tras su visionado, acaba uno dándole vueltas y reconociendo que detrás de lo que vemos hay varias vías de reflexión posibles, y que la profundidad del director en este proyecto no es imaginación nuestra y va más allá de la de sus críticos a pie de cine. Y es lo que tiene Eastwood, que se puede permitir el lujo a estas alturas de contar lo que le dé la real gana y a su antojo, sin concesiones al gran público, con el riesgo que ello conlleva y para regocijo de sus incondicionales.
Lo mejor de la producción aparece en las secuencias que nos sitúan al personaje protagonista en escenario bélico, que van de menos a más, ganando en intensidad directamente proporcional a la forma en que la historia va mutando de bélica a western. De esa forma en la que el tirador va enganchándose a la guerra, va dejando de tener nada que le importe más que hacer un último servicio en el frente, un jugar con fuego que va convirtiéndose en algo personal contra el tirador del bando enemigo en lo que acaba siendo, nunca mejor dicho, un duelo al sol más cercano a Sin perdón que a la excelente y excelsa En tierra hostil.
Por último, el final deja ese sello marca de la casa de sencillez y contundencia narrativa que confirma que Clint sigue en forma y reconocible. Porque ir al cine a ver algo de este realizador siempre es un evento digno de mención. Como le deseo desde aquí habitualmente, ¡larga salud profesional, Mr. Eastwood!
Dirección: Clint Eastwood. Título original: American Sniper. País: USA. Duración: 134 min. Género: Biopic, drama, bélico. Intérpretes: Bradley Cooper (Chris Kyle), Sienna Miller (Taya Kyle), Jake McDorman, Luke Grimes, Navid Negahban, Keir O’Donnell. Guión: Jason Dean Hall; basado en el libro de Chris Kyle. Producción: Bradley Cooper, Clint Eastwood, Andrew Lazar, Robert Lorenz y Peter Morgan. Fotografía: Tom Stern. Montaje: Gary D. Roach. Diseño de producción: James J. Murakami y Charisse Cardenas. Vestuario: Deborah Hopper. Estreno en España: 20 Febrero 2015.