El grado de desesperación suele ir aumentando mientras vas viendo que una colección de títulos en tus paredes o cajones no implica un incremento de tus conocimientos. La cuenta se va vaciando entre tasas, depósitos de títulos y nuevos cursos que parecen ser “el definitivo”. Pensando que es una inversión que tendrá un retorno en forma de mejor trabajo.
Aprender, se aprende leyendo, hablando con gente, haciendo o viviendo. Aprender, se aprende estudiando. Pero para aprender no hace falta que te impriman una hoja que diga “máster universal”. Es un negocio (diría que una estafa) la formación hoy en día. Estudiar cualquier cosa dentro de toda esta burbuja formativa de titulitis se hace porque supuestamente aumenta tus posibilidades de trabajar. Algo que luego no pasa. “Y por ampliar conocimientos” me dirá alguna persona afectada por su romanticismo y fe en la vida y las personas. Lo único que se amplía en estos cursos son bolsillos de gente que a través de chanchullos públicos o privados se ha montado unas clases con unos colegas que ponen powerpoints y vídeos que todos ya hemos visto en Internet.
Evidentemente hay cosas interesantes. Sí, ok. Gente dando clases que sabe y enseña bien. Sí, ok. Pero no nos engañemos, la estructura de vida “estudia y tendrás trabajo” es mentira. Me suele escribir gente joven de mi carrera diciendo “Me da miedo acabar y seguir sin saber nada” lo lamento, pero así será. Un ingeniero sale sin saber hacer un puente y un psicólogo sale sin saber cómo tiene que empezar una terapia. Pero no pasa nada. Ya os clavarán después un par de masters más…para que luego acabéis con la misma sensación.
El conocimiento es libre. Y a jugar se aprende jugando. O aquí.
Estamos a la deriva…