Y les traigo algunas noticias atrasadas. Atrasadas en el sentido que se publicaron hace tiempo, pero se les dio poca cobertura mediática. Ya saben, no es el tirrecs y no merecen líneas en los noticieros... Al menos no muchas que digamos.
La primera es un pez fósil que preserva un intestino en espiral. Fue descubierto en Suiza y data del Triásico... Y en realidad no es un pez, sino al menos tres especímenes de tres especies del género Saurichthys.
Reconstrucción artística de Sauricthys (el pez "lagarto"). Ilustración de Alexey Katz.
¿Qué tiene de especial un intestino espiral? Pues que su presencia se desconocía en linajes basales de peces actinopterigios (peces óseos de "aletas radiadas") y no se podía inferir fácilmente por ser una característica que evolucionó varias veces. Estos ejemplos son los más antiguos en el registro fósil de actinopterigios y curiosamente son los intestinos más enroscados conocidos en peces, una anomalía. Los autores del estudio no tienen claro si esto es evidencia de un alto metabolismo y/o de una gran actividad depredadora por parte de este género de peces. Para saberlo se necesita más información. Pero sin duda, es algo bastante notorio y que nos acerca más a la paleobiología del inicio del Mesozoico de los peces.
Izquierda, diagrama de relaciones de parentesco considerando el número de giros del intestino de los actinopterigios basales. Nota: los peces teleósteos no tienen estos giros. Derecha, fotografías de los Saurichthys. En azul el intestino. Tomado de Argyriou et al. 2016.
¡El Antropoceno ataca de nuevo! Para quienes no lo sepan, el Antropoceno es una época propuesta para la escala del tiempo geológico y la colosal mayoría de los paleontólogos y otros científicos del área de las ciencias de la tierra, no es válido. Las razones sobran, pero la más loable es que no tiene evidencia sólida sobre la cuál fundarse. Y aunque ya han habido intentos de definirlo (ver Barnosky et al. 2014), no ha sido aceptado, con el
Bienvenido al Antropoceno... Imagen de autor desconocido.
En un artículo publicado en Science, se presenta el compendio de evidencias que soportan al Antropoceno. Van desde los "tecnofósiles" (fósiles de tecnología) hasta la abundancia de esférulas de carbono de origen humano (o mejor dicho, de nuestras actividades), pasando por alteraciones a la geoquímica isotópica de la atmósfera y rematando con alteraciones profundas de los ciclos biogeoquímicos y sedimentarios. Y para muestra un botón.
Cambio en la estructura sedimentaria inducida por humanos. Debajo vemos un sedimento glacial normal y arriba un anómalo sedimento orgánico de vida que no debería estar ahí. ¿Por qué? Pues porque gracias a nuestras alteraciones ahora hay ingreso de materia orgánica antrópica y se genera este nuevo sedimento que además incorpora partículas de carbón, plástico y una firma isotópica anómala; todo ello producto de nuestras actividades. Ergo, el antropoceno sí es detectable.
La cosa es que ahora los científicos debatan sobre esto y se pongan de acuerdo si validar o no este lapso que inicia a mediados de siglo 20 según esta propuesta, por ahí de 1950 para que calce con el "año 0" de la ciencia. A nosotros, los espectadores, no nos queda más que esperar.
¡SLOWPOKE BONUS!Garantía de lentitud... Se lo entregamos tarde o le devolvemos su dinero... Como en el 2150.
Para no dejar de lado cosas taquilleras y que ya tiene rato que pasaron, pero igual y no se han enterado, le daremos cobertura a esto. Resulta que la evidencia de comportamiento se fosiliza rara, rarísima vez (contrario a lo que los niños pavo quisieran) y en la mayoría de las ocasiones, la evidencia es ambigua. Por fortuna, este no es el caso con este descubrimiento. ¿Pero qué se halló? Huellas niños, huellas. Un nuevo icnogénero (un género dado a huellas fósiles) que se llama Ostendichnus ("huellas ostentosas"). Y es que estas huellas delatan algo que no se había visto: un despliegue sexual; específicamente, un paleo lek... O en términos profanos: una pista de baile de dinosaurios cortejando. Si observamos aves modernas, veremos que algunas de ellas hacen despliegues en arenas (leks) dando patadas al suelo, intentando demostrar que son el macho que deben elegir las avimuchachonas... Ya saben, al carecer de órganos prénsiles para el apareamiento, las aves deben convencer a las hembras de su valía, no como los violadores esos de los mamíferos.
Ejemplo de un lek aviano.
Y en sedimentos del Cretácico de Colorado se encontró evidencia de una de éstas arenas de despliegue. Las huellas son claramente de terópodo (el grupo de dinosaurios al que pertenecen las aves) por aquello de las marcas de las garras, pero son enormes, hasta de 2 metros de largo. ¿Y qué lleva a pensar que son huellas de danza? Pues que por lo general, las huellas sólo marcan los dedos una vez (cuando el animal deja la huella) y éstas tienen la peculiaridad de tener marcados los dedos múltiples ocasiones. ¿Para qué si no para danzar un terópodo pisaría el mismo sitio en repetidas ocasiones, en cada pata? Mi explicación alternativa: tenían lodo en las patas y se las quisieron quitar y vieron que se seguían llenando de lodo y seguían y seguían... Ok, no, mi explicación es basura, quedémonos con la de los científicos expertos mejor.
Reconstrucción artística de las huellas encontradas. Ilustración de Xing Lida. Tomada del artículo original (cita 3).
Fuentes:
- Argyriou, T., Clauss, M., Maxwell, E. E., Furrer, H., & Sánchez-Villagra, M. R. (2016). Exceptional preservation reveals gastrointestinal anatomy and evolution in early actinopterygian fishes. Scientific reports, 6.
- Waters, C. N., Zalasiewicz, J., Summerhayes, C., Barnosky, A. D., Poirier, C., Gałuszka, A., ... & Jeandel, C. (2016). The Anthropocene is functionally and stratigraphically distinct from the Holocene. Science, 351(6269), aad2622.
- (cita 3) Lockley, M. G., McCrea, R. T., Buckley, L. G., Lim, J. D., Matthews, N. A., Breithaupt, B. H., ... & Xing, L. (2016). Theropod courtship: large scale physical evidence of display arenas and avian-like scrape ceremony behaviour by Cretaceous dinosaurs. Scientific reports, 6.