Revista Coaching

Algunas prácticas que potenciarán tu productividad

Por Alberto Barbero @albarbero

Fists

Tendré que decir por delante que, como cualquier “píldora”, este post tiene “contraindicaciones” y que puede producir reacciones adversas. Y es que las prácticas que indico aquí abajo no se pueden “tomar” como panacea o como sustitutas, por ejemplo, de un sistema completo como GTD. Si lo haces así tendrán un efecto atenuado y probablemente acabes cuestionando su efectividad.

No obstante creo que quizás puedan servir para despertar la curiosidad e incluso para chequear si “esto del GTD” es algo que puede interesarte. Se trata de algunas de las prácticas que he descubierto que tienen más recorrido en el aprendizaje de GTD. Están vinculadas a los “5 hábitos básicos” y las quiero compartir aquí.

10 prácticas de alto impacto

1ª.Tomar conciencia de que la naturaleza del trabajo ha cambiado y de que este hecho nos obliga a cambiar algunos hábitos si queremos ser productivos. Si sigues pensando que cada día es más difícil organizarse, no es porque no haya manera humana de hacerlo sino porque las “herramientas de gestión del tiempo” que aprendiste se han quedado obsoletas. Y es que se definieron para un tipo de trabajo que está en vías de extinción: un trabajo que era planificable. Probablemente hayas identificado alguno de estos cambios en tu trabajo y GTD es la herramienta que te puede ayudar a gestionarlos mejor. Se trata de una de las actividades de desarrollo profesional que más sentido puede tener en estos momentos y puedes entenderlo mejor aquí.

2ª. Practicar la “higiene mental” a diario barriendo todo lo que te saque del presente. Puede que tu cerebro a veces parezca un mono saltando de rama en rama. La multitarea, tus asuntos pendientes y preocupaciones lo colapsan y lo llenan de ineficiencia ya que lo hacen llegar a sus límites. Al igual que una ducha diaria es vista como algo prácticamente necesario, la higiene mental puede ser la mejor actividad práctica de mindfulness. Algunas prácticas sencillas como la atención al descanso o el hábito de “recopilar” pueden ser suficientes para abrir tu cerebro a un nuevo nivel de potencialidades.

3ª. Tomar proactivamente decisiones para dejar para más adelante todas aquellas cosas que no tengas que resolver necesariamente en los próximos días. Ser productivo hoy no tiene tanto que ver con hacer muchas cosas. Quitarse presión y stress provinientes de lo que te gustaría hacer pero no es necesario a corto plazo puede ser una buena idea. Lo contrario es “pre-crastinar“.

4ª. “Granular”, elegir bien el tamaño de las tareas. De una forma tal que las puedas hacer en una sentada. Tu cerebro siente atracción por las acciones que son tachables y rechazo por las que están poco definidas. Y si no… ¿por qué hay algunas “tareas” que siempre suelen quedarse pendientes de hacer? Si lo tienes en cuenta no caerás en posponerlas.

5ª. Dejar espacios libres en el calendario. Planificar en tiempos líquidos exige quitar foco de planificar y poner más foco en crear un sistema que sea flexible. Los viejos métodos de “gestión del tiempo” nos recomendaban llevarlo todo al calendario. Esta práctica resulta hoy bastante estúpida ya que rigidifica nuestro sistema de organización. Además… ¿no te cambian las prioridades y te ves obligado a mover lo que habías planificado de un día para otro?

6ª. Definir algunos filtros para poder elegir en qué vas a trabajar en función de tus circunstancias.  Se trata de otra práctica para la flexibilidad. Serás una persona más productiva si tienes en cuenta tus circunstancias de una forma objetiva para dedicarte a una cosa u otra. Un ejemplo de esto es tener en cuenta tu nivel de energía para elegir en qué vas a trabajar, pero también puedes tener en cuenta, por ejemplo, tus disposiciones de tiempo, los vencimientos o el lugar donde te encuentres.

7ª. Dejar de contribuir a mantener una cultura de Interrupciones. No te quejes porque en este tema puede que no seas del todo inocente y deja de alimentarlas: Cuando aceptas interrupciones estás potenciando que te sigan interrumpiendo y cuando interrumpes estás modelando con tu propia conducta. Quizás podría ayudarte tener un plan para afrontar las interrupciones.

8ª. Desarrollar nuevos hábitos apoyándote en el uso de rutinas. Los nuevos hábitos solo se construyen con perseverancia y con un plan. Los viejos hábitos solo se desmontan con la misma técnica. Aquí tienes algunos ejemplos.

9ª. Buscar el equilibrio vital poniendo atención (de vez en cuando) en las distintas áreas de tu profesión… y de tu vida. Aunque hayamos hecho cosas tan raras como tratar de separar la vida personal y la profesional, el equilibrio de lo que eres y haces puede estar en peligro si desatiendes alguna de tus áreas vitales o profesionales durante demasiado tiempo. Chequear periódicamente si estás atendiéndolas adecuadamente es un regulador básico.

10ª. Preguntarte con frecuencia cuál es el propósito de tus actividades. La búsqueda y captura de propósitos da sentido y tener un propósito final potencia tus objetivos y fortalece tu motivación.


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