Revista Cine

Alien Covenant: el origen del bicho

Publicado el 04 junio 2017 por Juancarrasco @JuanCdlH

Por el título de lo que están leyendo puede uno pensar que voy a dejarme arrastrar por homenajes futbolísticos a gestas cercanas, pero no es el caso; lo que nos traemos entre manos es otro tipo de homenaje, el que Ridley Scott se hace a sí mismo retomando (otra vez, tras la criticada Prometheus) con esta película el universo de Alien.

Alien Covenant: el origen del bicho
La historia de la saga, para los despistados, es la siguiente: Scott en pleno estado de genio se sacó de la manga la mejor historia de terror psicológico de la historia del cine, aportando dos personajes icónicos y antagonistas como la teniente Ripley y el susodicho alienígena, y ahí se tenía que haber acabado el asunto, por bien que estuviese la secuela de James Cameron. Pero el tiempo pasa y la tentación de reverdecer laureles es demasiado grande y demasiado propia del ser humano. Así las cosas, en nombre de la pasta (de los fans, dijeron los creadores), esta maravillosa historia se convirtió en eso mismo, en una saga que acababa transformando el entretenimiento, la acción y la claustrofobia, todo a la vez, en reflexión filosófica creacionista con ínfulas megalómanas de los personajes en boca de su orgulloso director. La cosa funcionó en taquilla porque era el reencuentro de Scott con el personaje, pero esos fieles seguidores de la originaria que costearon la fiesta quedaron del todo insatisfechos con el giro argumental que pegó todo con la precuela, debido a esa tendencia que tienen los creadores de contar los porqués de lo que no lo necesita (¿verdad que sí, hermanas Wachowski?). Pues bien, puestos en antecedentes, ahora nos topamos con Alien: Covenant, la cinta que cronológicamente retoma a Prometheus camino a Alien: el octavo pasajero, que nos relata el verdadero origen del pavoroso bicharraco (al que hay que reconocer que tiene su gracia; el origen, no el alien) y que vuelve a enfocar el interés en aquello que los fans echaban de menos. No logra reconciliarse el realizador enseñando algo que ya nos ha mostrado con anterioridad, y de ahí el descalabro en taquilla (los fieles ya no lo son tanto, e implacables le han negado una segunda oportunidad). Pero al menos le ha salido una cinta entretenida, de estética gótica y un tanto gore, bastante más cercana a todo lo que ha hecho archifamosa la historia del depredador que se cuela en la nave de los sufridores tripulantes que irán cayendo mientras se admiten apuestas de quién va a sobrevivir.

El reparto de esta aventura de unos colonos que viajan a un remoto planeta y se desvían para seguir (erroooooor, siempre es un error) la extraña señal que han interceptado y toparse con lo que se imaginan está muy bien encabezado por un Michael Fassbender que interpreta a dos personajes y que se muestra poderosamente creíble y “magnético”, si me permiten el doble sentido que no he podido evitar.

Los que no pueden sobrevivir sin tener en formato digital toda la colección para verla en cada aniversario del estreno están de enhorabuena, ya tienen más material que guardar con mimo; los que son nuevos en la materia quedarán contentos, porque no se van a aburrir ni a decepcionar, ya que no tienen con qué comparar; pero aquellos que torcieron el morro cuando se retomó el personaje ya por primera vez, precisamente a esos que se quiere contentar ahora, no tanto. No llueve a gusto de todos.

Dirección: Ridley Scott. País: USA. Duración: 123 min. Género: Ciencia ficción. Terror. Extraterrestres. Aventura espacial. Secuela. Intérpretes: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Demián Bichir, Danny McBride, Carmen Ejogo, Jussie Smollett, Amy Seimetz, Callie Hernandez, Benjamin Rigby, Alexander England, Uli Latukefu, Tess Haubrich, Guy Pearce, Noomi Rapace, James Franco. Guión: John Logan, Dante Harper (Historia: Jack Paglen, Michael Green). Música: Jed Kurzel. Fotografía: Dariusz Wolski.


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