Hace años un programa de televisión llamado “Cosmos” despertó en mí el interés por la ciencia. Durante la adolescencia, una época de búsqueda y asombro, fui afortunado al llenar mi mente de estímulos como planetas, redes neuronales, evolución o galaxias.
Carl Sagan, el autor, tenía el raro talento de aunar disciplinas diversas: física, geología, historia, biología o filosofía, que nos abrían los ojos a una realidad holística y siempre apasionante. Todo un universo de saber apoyado sobre un rigor científico inexcusable. Una gozada.
35 años más tarde mi hijo Pablo puede ver en horario de máxima audiencia documentales en los que se defienden ideas como que las pirámides de Egipto las construyeron gigantes descendientes de extraterrestres lascivos. La Tierra podría ser plana, los humanos convivieron con los dinosaurios y los gobiernos ocultan la existencia de ruinas en Marte.
Es descorazonador ver como todos los días se desgranan una retahíla de argumentos sin lógica alguna, en una verborrea repleta de fechas y supuestos datos históricos que no se sustentan en hechos demostrables. En estos documentales se utiliza el llamado Gish gallop o ametralladora de falacias, una técnica de debate que se basa en la acumulación frenética de datos y argumentos tramposos, en una sucesión que no ofrece pausa para la reflexión ni está apoyada en argumentos científicos o lógicos validables.
No hay apenas documentales de ciencia. Tenemos, eso sí, buscadores de tesoros, personas que milagrosamente encuentran objetos alucinantes en trasteros y contenedores (parece que no hay guardamuebles en los EEUU que no contengan una espada samurái o una guitarra de Presley), o misterios sin resolver de todo tipo. Y muchos extraterrestres rijosos que nos visitaron hace milenios, que sembraron las semillas de la ciencia y del saber. Un conocimiento al parecer inalcanzable para los humanos sin ayuda.
Tenemos la televisión que merecemos. Es así de simple. Un 27% de los norteamericanos o españoles creen que el Sol gira alrededor de la Tierra. Cuando una sociedad aborregada e ignorante siga los dictados de líderes mesiánicos en posesión de una única verdad todos tendremos la culpa. Por desidia.
Espero que, si algo así sucede, los amables alienígenas de antaño regresen para librarnos de tanta mediocridad.
Por favor.
Antonio Carrillo