La frase 'el desayuno es la comida más importante del día' no se dice porque sí. Tras las horas de descanso el organismo se enfrenta a una nueva y larga jornada y para ponerse en marcha es necesario dotar al cuerpo del combustible que necesita. El organismo de los más pequeños quema mucha gasolina y de forma muy rápida por lo que los desayunos tienen que ser 'súper'.
El niño se levanta, se viste, carga con la mochila y acude a clase donde va a dar lengua, mates, manualidades, va a tener que leer, escribir, dibujar, salir al patio, correr, prestar atención... Su mente y su cuerpo no van a parar durante toda la mañana, si queremos que no desfallezcan y lleguen a todo sin problemas debemos asegurarnos de que salen de casa con la energía precisa y ahí es donde entra en juego el desayuno.
El desayuno en la dieta mediterránea
En la cultura mediterránea un buen desayuno no consiste en un plato de huevos fritos con bacon o salchichas como en otras partes del mundo, que si bien van a dotar al niño de energía puede que carezca de otros nutrientes necesarios en etapas de crecimiento.
La leche o los lácteos deben estar presentes en la mesa por la mañana, junto con los cereales (sin azúcar añadido) y alguna fuente de energía como la mantequilla o el aceite de oliva. Si contemplamos estos grupos en el desayuno que le damos a nuestros hijos, podemos estar seguros de que va a tener todo lo que necesitan para pasar el día.
Hay padres que suelen recurrir 'al no tengo tiempo' y por motivos de trabajo los niños desayunan rápido y mal, a veces incluso en el coche, dejando en el colegio la tarea de la alimentación. Esto es un error y además de no alimentar bien a los niños lo que estamos consiguiendo es crear un mal hábito en nuestros hijos que se acostumbran a que esto es lo normal y por tanto no aprenden unas pautas saludables que les servirán toda la vida y les ayudarán a evitar problemas como la obesidad. Y es que el niño que no ha desayunado bien a media mañana tiene hambre y necesita un gran aporte de energía que suele obtener de productos de bollería con alto contenido calórico.
La preparación de un desayuno equilibrado nos cuesta sólo unos pocos minutos de tiempo
Lograr ese desayuno ideal no es tan complicado, quizá haya que madrugar un poco más pero la preparación apenas nos llevará tiempo y supondrá una gran mejora en la calidad de vida de nuestros hijos. El desayuno puede consistir en un vaso de leche, una rebanada de pan con aceite y queso fresco, y una manzana. A partir de aquí se pueden hacer múltiples combinaciones, zumos, frutas de todo tipo, jamón serrano, pavo, galletas, copos de cereales, tostadas con mermelada y mantequilla... Lo importante es que estén presentes esos grupos básicos que van a dotar de los nutrientes y la energía que precisan los niños. Si conseguimos que se acostumbren a estos desayunos pasarán el día mucho mejor, llegarán al resto de comidas con menos hambre y estaremos favoreciendo un estilo de vida mucho más saludable.