Aunque en primavera y verano disfrutemos los placeres del sol, las flores y los brillantes días cálidos, lamentablemente este gozo no lo comparte todo el mundo. Cada año millones de personas padecen los síntomas de la fiebre del heno que incluyen goteo nasal, estornudos, picor ocular y nasal. La fiebre del heno es una afección alérgica caracterizada por espasmos bronquiales y una secreción excesiva de moco viscoso en los pulmones que puede dar lugar a una respiración dificultosa.
La fiebre del heno es estacional y es una reacción alérgica a los pólenes transportados por el viento. La fiebre del heno que se desarrolla en primavera se debe al polen de los árboles mientras que en verano puede atribuirse al polen de las plantas.
Existe una gran evidencia que sugiere que las alergias a los alimentos juegan un papel importante en la fiebre del heno. Se ha demostrado que alimentos como los huevos, el pescado, las nueces y los cacahuetes pueden provocar reacciones inmediatas y otros como la leche, el chocolate, el trigo y los cítricos se asocian con reacciones de aparición tardía. Con la eliminación de ciertos alimentos de la dieta, muchas personas encuentran que la tendencia a la fiebre del heno se reduce significativamente.
Además, ciertos suplementos nutricionales pueden ser de ayuda. Se cree que la vitamina C y otros antioxidantes proporcionan una defensa importante, ya que los agentes oxidantes pueden estimular la broncoconstricción e incrementar las reacciones alérgicas a otros agentes. Se ha demostrado que la quercetina, el selenio, el magnesio y la escutelaria reducen las reacciones químicas que causan los síntomas de la fiebre del heno.