Revista En Femenino

Allá donde fueres haz lo que vieres

Por Expatxcojones

Allá donde fueres haz lo que vieres

Tánger, 2014 expatriadaxcojones.blogspot.com


No hacía ni tres meses que habíamos llegado a Marruecos pero yo ya tenía mi rutina muy bien establecida. Cada día, por la mañana, cogía a Terremoto y lo llevaba a la guardería. En esa época estaba editando un documental que me habían encargado y necesitaba dedicar toda la jornada a terminarlo. Puntualmente, a las ocho menos diez de la mañana cogía el carrito y bajaba la cuesta que me separaba del centro. Ibamedio dormida. Pensando en mis cosas.
Al pasar delante de la panadería me fijé en un chico que había allí parado. Estaba solo. Me llamó la atención porque llevaba una cazadora y aquel día hacía muchísima calor. Yo iba en tirantes. No le di más importancia y continué andando.
Cuando llegué a la puerta de la guardería, que era de cristal y estaba cerrada, llamé al timbre. Y por un instante me fijé en un reflejo extraño. Parecía una sombra. Se movía. Me giré. No me dio tiempo ni a gritar. Solo ver aquel chico abrirse la cazadora y mostrarme un machete, porque eso no era un cuchillo era un machete en toda regla, de al menos medio metro. No fui capaz de hacer absolutamente nada. Automáticamente le di mi bolso. El chico lo cogió y se puso a correr como un loco. Yo me quede temblando y llorando como una histérica en la puerta del local. Era la primera vez en la vida que me atracaban. Y no era por lo que me robaron. Pues sólo llevaba diez euros y un móvil de la pre historia, era por el miedo que había pasado. La mujer de la guardería me sentó en una silla, me dio un vaso de agua y me dijo: “Es que se acerca la fiesta del cordero… la gente tiene mucha presión para comprarlo”.
Y, tres años después, otra vez, se acerca la fiesta. Aïd el Kibir, le llaman, que en árabe significa “La fiesta grande”. Después del Ramadán es la fiesta musulmana por excelencia. Se celebra para recordar que el Islam significa sumisión. Y nadie mostró mayor sumisión que Abraham, que estaba dispuesto a sacrificar a su hijo primogénito, Ismael,como prueba de lealtad a Dios. Al final Dios intervino. Lo detuvo. En agradecimiento Abraham sacrificó un cordero. Millones de ellos serán sacrificados en breve en imitación a este acto.
No sabemos si se celebrará el sábado o en domingo, pues como toda fiesta musulmana que se precie, dependerá de la Luna. Lo que sí sabemos es que será este fin de semana.
Hace días que en la calle se respira ambiente de fiesta. Ves corderos a todas horas. Y en todas partes. Los venden en haimas improvisadas a las afueras de la ciudad. Allí están los pastores mostrando el ganado. Hay cientos. Miles. También cabras, cabritos y terneros. La gente los examina, los compra y luego los transporta en motocarros, furgonetas, en el capó del coche o dónde puede; algunos no tienen más remedio que llevárselos a casa, andando, atados con una cuerda.
Ayer fui al aeropuerto a dejar una amiga que había venido de visita. Cogí un atajo y pasé por un barrio que apenas fui capaz de reconocer Allí los corderos los guardan en los lugares más insospechados. En los bares, en algunas tiendas, incluso en los túneles de lavado para coches. Han puesto una especie de corral para que no se escapen y allí los dejan hasta el día del sacrificio. Y mientras el negocio continúa funcionando.

Allá donde fueres haz lo que vieres

Tánger, 2014 expatriadaxcojones.blogspot.com



Recuerdo que en Navidad, cuando era pequeña, íbamos con mis padres y mis hermanas a las feria que se instalaba en la plaza del pueblo. Allí comprábamos el musgo y las figuritas para el pesebre. También los adornos para el árbol. Y el tronco para el Cagatió.   Aquí se improvisan tenderetes en cualquier esquina de la ciudad. Venden el carbón, la alfalfa, las barbacoas y los cuchillos. Los objetos son distintos pero la ilusión de la gente es exactamente la misma.
En mi edificio guardan los corderos en el párking, que no se utiliza. Los tendrán ahí hasta el día de la fiesta. Los vigila el portero. Cada día cuando Terremoto llega del colegio quiere ir a visitarlos. No pasa un día sin que me lo pida. Después del sacrificio, cuando quiera verlos y se encuentre que no queda ni uno, se lo tendré que explicar. A ver cómo se lo toma.
Durante esta semana el portero se ha dedicado a subir garrafas de agua a la azotea. Muchas. Al principio no entendía para qué las querían. Ahora, después de tres años me parece de cajón. Necesitan muchísima para limpiar la sangre. Después de degollar a unos cuantos corderos queda hecha un asco. Y huele fatal.
En el campo el sacrificio se hace al aire libre; en la ciudad se usan las azoteas. Ese día es mejor no usar el ascensor. Apesta. Lo utilizan para subir los corderos desde el párking hasta arriba. Estos animales pesan mucho. Imposible hacerlo de otra manera. Ayer vi como entraban uno en el portal. Era enorme. Necesitaron cuatro hombres para meterlo dentro. El animal no quería. Se resistía. Parecía que sabía lo que le esperaba.
Comprar un cordero no es barato. Suele costar entre dos cientos y seis cientos euros, dependiendo del tamaño. Teniendo en cuenta que el salario mínimo en Marruecos es de dos cientos veinticinco Euros, el gasto supone un gran esfuerzo para la mayoría de las familias.
Y aunque nosotros no somos musulmanes y nuestra familia no está aquí, este año hemos decidido que también lo celebraremos. Hemos comprado un cordero a medias con unos amigos. De momento, lo guardan en su casa. Ellos pueden. Tienen jardín. Hemos contactado con un matarife para que degüelle y corte el animal. Con la carne haremos una barbacoa. Si ya lo decía mi abuelo: Allá donde fueres haz lo que vieres.

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