Uno se entera con retraso de algunas noticias interesantes gracias a los paseos cibernéticos erráticos emprendidos desde un punto conocido: el otro día, estando en casa del bueno de Francisco Machuca acabando de leer una interesante colección de artículos glosando la figura de Antoine Doinel, me despedí a la francesa yendo a parar a casa de Miguel Sanfeliu (a quien no conocía) y desde su interesante reflexión relativa a Megaupload y los derechos de autor pegué un considerable bote que me dejó levitando y quieto por espacio de una hora.
Los derechos de autor constituyen tema para producir densos y complejos debates y este medio en el que nos movemos, con ser libre y rápido de reflejos, a mi entender no es el más apropiado para debatirlos, aunque sí para enunciar sus muchos y variados postulados.
Pero lo que sin duda sí puede -y debe- realizarse en internet es comunicar lo que uno llega a conocer, ni que sea señalando los lugares donde cualquier otro interesado en el tema puede hallar datos y reflexionarlos por sí mismo, que es la mejor forma de entenderlos pues la digestión cada quien la tiene conforme a lo que ha ingerido con anterioridad.
La teórica defensa de los derechos de autor es el sustento de las normas legales impulsadas por la anterior Ministra de Cultura por la que nunca he sentido aprecio alguno, la verdad, y ya veremos si su sucesor se mantiene en la misma tesitura plegada a los intereses espúreos de una industria a todas luces atrasada tecnológicamente mal que me imagino que la realidad es la pretensión de mantener unas prebendas de buenas ganancias por no hacer absolutamente nada más allá de representar e intermediar en una actividad cada vez menos necesaria, dejando en realidad al verdadero autor en la estacada.
Sobre la autoría en cine la discusión no es baladí y no tan sólo se remonta a las bregas entre directores y productores tanto en lo que concierne al propio concepto de autor-creador como fertilizador de una idea que deviene en arte o en producto medianamente artístico, quizás mero entretenimiento, sino que remite directamente al mucho más prosaico -pero también jurídico- concepto de la propiedad con el añadido adjetivo de intelectual que no hace más que añadir leña a la disgresión filosófica en torno a quien acaba siendo el detentador de los plenos derechos sobre la obra cinematográfica.
Cuando don dinero se mueve lo hace pesadamente atenazando las posibilidades, así que salvo que el director sea quien con sus dineros -o con los que pueda recibir en préstamo- sufrague el costo de producir una película, lo más normal es que en el contrato con una productora ésta se convierta de inmediato en la propietaria del producto final y el director acabe siendo un empleado que, con suerte, recibirá una participación de las ventas a partir de determinados ingresos en beneficios.
Ello significa que la productora hace con la película lo que le viene en gana. Y eso, supongo que todos estaremos de acuerdo en que es malo: muy malo.
Porque la productora puede modificar el montaje, modificar el final, cambiar frases del guión, etcétera. Lo hemos comentado aquí en varias célebres ocasiones, siendo Orson Welles víctima habitual. Nada menos que Orson.
Pero lo peor que puede hacer una productora es agarrar la película que ha producido y guardarla en un armario, sin que nadie pueda tener acceso a ella. Ni su director y guionista.
Esto puede ocurrir en Estados Unidos porque el estudio piense que ya ha perdido demasiado dinero y está convencido que con la promoción habitual perderá más.
En España, esto no es así: parece ser que sale más a cuenta ni siquiera pagar por hacer un cartel, alquilar por cuatro cuartos una mini sala, invitar a la familia a ver la película comprándoles las entradas, y sentarse a esperar que con tu dinero, amigo lector, y con el de tu familia entera, y el de todos tus amigos y conocidos, se vaya llenando automáticamente el bolsillo del productor, sin vender ni una entrada.
Porque en España el cine, que es un arte, está subvencionado, que quiere decir que entre todos pagamos a unos pocos para que hagan ver que se dedican en serio a eso tan importante como es el cine, aunque luego nadie vea lo que han hecho. Por una parte porque no hay ocasión, ya que al parecer hay películas que no se exhiben, y por otra parte, porque algunas son malísimas, pero ése ya es un concepto que hoy no tocaremos.
Hoy nos detendremos, si os place, a tomar nota de la aventura de un director novel de nombre Tinieblas González que hace unos pocos años se ocupó de rodar una película que él tituló como Alma sin dueño, siendo asimismo autor del guión.
Una película que recibió una buena subvención en parte por la condición de novel de su director, entrando en las previsiones del año 2006, como se puede ver en este documento oficial de Ayudas a la Cinematografía, proyectos iniciados, 2006 en el que se refleja que se le entregan 37.830 euros, que representan, según dice el propio documento, el 4,85 por ciento del total a recibir que son, en consecuencia, 780.000 euros de nada.
Una película que, acabada de rodar, fue apropiada por la productora, necesaria para recibir la subvención, que se ocupó de que se estrenara en un ignoto cine de los madriles el día 22 de diciembre de 2010, justito para recibir el resto de la subvención, y lo hizo cambiándole el título a Sin Alma, como puede comprobarse en este otro documento oficial, Boletín Informativo, Datos 2010 donde vemos que Sin Alma, estrenada el 22 de diciembre de 2010 consigue una recaudación de 92 euros, vista por 25 espectadores (pag. 107/208)
Según Tinieblas González, el público al que va dirigida la película es el comprendido entre los 15 y los 20 años de edad, así que la productora, teóricamente, acierta al estrenarla justo el día que empiezan las vacaciones estudiantiles navideñas: lo que no se entiende es que desde el 22 hasta el 31, en nueve días de vacaciones, únicamente 25 espectadores la vieron. ¿Será porque sólo hicieron un pase y no la anunciaron al no tener ni un póster?
Como es natural, Tinieblas González acabó bastante disgustado por la situación producida en buena parte por la lamentable actuación del Ministerio de Cultura, y un buen día se despachó a gusto en una conferencia de prensa donde prácticamente se situó al margen de la industria cinematográfica española, aunque me parece que no le importa mucho.
Aquí tienen la conferencia que, como decía al principio, me tuvo una hora en vilo. Tómense una tila, oigan.
Pueden ver el Tráiler doméstico realizado por Tinieblas de su película.
Más que Alma sin Dueño, por lo errante, será una Alma en pena...
p.d.: Seguramente, esa película no me gustaría nada. Pero me da un coraje enorme todo lo que cuenta en su conferencia, aunque ya lo supusiera.