Capítulo 2 – El presente del pasado
Intrigado por las palabras del anciano sabio, Alejandro Tezcatlipoca se encontró un asiento cerca del pequeño grupo de jóvenes que se habían congregado para escuchar. Se acomodó con respeto, su atención centrada en el anciano que había capturado la atención de todos con su presencia sabia y su voz resonante.
El anciano comenzó su relato con una mirada que parecía traspasar el velo del tiempo, como si hubiera sido testigo de los eventos de los que iba a hablar. "Hace siglos, en un mundo que apenas se parecía al que conocemos hoy, los imperios que dominaban diferentes continentes eran como reinos separados por vastos océanos. En ese entonces, el poder del alma aún era un misterio en gran medida no explorado".
Con cada palabra, el anciano llevaba a los presentes a una época pasada. Describió cómo, en el corazón de Nova Tenochtitlán, los primeros indicios del poder del alma comenzaron a manifestarse en individuos selectos. "Era como un latido suave, apenas perceptible, que resonaba en el alma de ciertas personas. En los días en que los rayos del sol golpeaban con mayor fuerza, algunos individuos podían canalizar esa energía interna en destellos luminosos".
Mientras escuchaba, Alejandro imaginaba los primeros momentos en que las personas descubrían su conexión con el poder del alma. Se preguntaba si sentían asombro y temor, o si tal vez simplemente parecía un sueño inalcanzable.
El anciano continuó su relato, adentrándose en una parte crucial de la historia: la llegada de los romanos y el choque entre dos imperios, dos culturas y dos visiones del mundo. "Los romanos, en su búsqueda de dominio y expansión, llegaron a nuestras tierras. Trajeron consigo un poder desconocido hasta entonces, el poder del alma que ellos habían descubierto y perfeccionado en sus propias tierras. Su tecnología y sus habilidades, impulsadas por esta energía, eran asombrosas y aterradoras a la vez".
Alejandro se sintió envuelto en el relato, como si estuviera presenciando los eventos en primera fila. Imaginó los encuentros iniciales entre los dos imperios, la curiosidad mezclada con la desconfianza, y el inevitable choque de ideologías y ambiciones.
"El poder del alma, que anteriormente había sido un misterio localizado, comenzó a expandirse como un fuego descontrolado. Los romanos, con sus capacidades controladas y amplificadas, intentaron imponer su dominio. Surgieron fricciones y conflictos, y el mundo entero se vio sacudido por la posibilidad de un nuevo orden global."
El anciano concluyó su relato con un suspiro, sus ojos reflejando la profundidad de la historia que había compartido. "Desde entonces, hemos luchado por encontrar un equilibrio entre nuestras propias raíces y las influencias extranjeras. El poder del alma, una vez un regalo misterioso, se ha convertido en una herramienta de progreso y conflicto en igual medida. Pero, jóvenes, la historia nos enseña que siempre hay elecciones por hacer, caminos por explorar. Y en esta intersección de pasado y futuro, es donde todos ustedes, con sus habilidades y visiones, tienen un papel fundamental que desempeñar".
El silencio que siguió al relato estaba cargado de emoción y reflexión. Alejandro miró a su alrededor, sintiendo la energía de sus compañeros y la reverencia hacia la historia que habían compartido. Sabía que este conocimiento era un recordatorio de que las acciones de cada individuo tenían el poder de moldear el destino del mundo, un recordatorio que resonaría en su corazón mientras continuaba su búsqueda de la verdad.
Con el final de la charla del anciano sabio, un murmullo de voces llenó el aire, cada uno de los asistentes sumido en sus propios pensamientos y reflexiones. Alejandro Tezcatlipoca esperó un momento antes de ponerse de pie, sintiendo cómo la resonancia de las palabras del anciano aún vibraba en su interior. Con determinación en sus pasos, se acercó al anciano, quien miró hacia él con una sonrisa sabia.
"Saludos, joven investigador," dijo el anciano con una voz cálida que resonaba con autoridad y conocimiento. "Veo en tus ojos el mismo anhelo de sabiduría y entendimiento que todos aquellos que se acercan a estos pasillos."
Alejandro asintió respetuosamente y extendió un pequeño pergamino que llevaba consigo. "Soy Alejandro Tezcatlipoca, investigador y promulgador de información para el pueblo. Es un honor conocerlo y escuchar sus palabras, anciano."
El anciano tomó el pergamino y lo examinó con interés antes de asentir con aprobación. "Un noble propósito, joven Alejandro. Promover el conocimiento es una noble búsqueda, y es vital en estos tiempos de cambios y desafíos."
Alejandro se permitió una pequeña sonrisa de gratitud. "El poder del alma es algo que me fascina y me intriga profundamente. En mi mundo, el alma es como un río invisible que fluye a través de todos, pero su naturaleza y sus características son aún un misterio para mí."
El anciano asintió comprensivamente y le indicó con un gesto que lo acompañara a un rincón apartado del templo. Se sentaron en un banco de piedra, rodeados de la energía de los siglos que habían sido testigos de incontables historias. "El alma es la esencia misma de la vida, Alejandro. En su núcleo, es una fuerza que conecta a todos los seres vivos y trasciende las barreras de la materia y el tiempo."
Alejandro escuchaba atentamente, sus ojos fijos en el anciano mientras hablaban con pasión. "El poder del alma se manifiesta de diversas formas. Los amplificadores, como los romanos, tienen la capacidad de potenciar sus acciones físicas y habilidades. Los canalizadores pueden moldear la energía en formas destructivas o creativas, mientras que los controladores pueden manipular objetos y energía a distancia."
El anciano continuó explicando cómo el poder del alma se manifestaba en diferentes capacidades y cómo se conectaba con la esencia misma de las personas. Describió los tres niveles de control y cómo cada uno otorgaba una percepción más profunda de la energía del alma y sus posibilidades.
"Aunque no tengas acceso al poder del alma en este momento, Alejandro, eso no significa que estés desconectado. Tu comprensión y tu búsqueda por la verdad también son formas de canalizar la energía del alma. La conexión que sientes con este mundo y su historia es en sí misma una manifestación de esa energía."
Las palabras del anciano resonaron en lo más profundo de Alejandro. Mientras miraba alrededor del templo, sintió un sentido renovado de propósito. "Gracias, anciano. Su sabiduría es un regalo invaluable para mí. Seguiré en mi búsqueda, no solo por el poder del alma, sino por la verdad que puede cambiar el destino de todos."
El anciano sonrió con aprobación y puso una mano en el hombro de Alejandro. "Recuerda, joven investigador, que el poder del alma no es solo una herramienta de fuerza, sino una vía para la comprensión y la unidad. Que tus pasos te lleven por caminos iluminados por el conocimiento y la verdad."
Con esas palabras, Alejandro se despidió del anciano, llevando consigo un nuevo sentido de determinación y una chispa de esperanza en su corazón. Mientras salía del templo, el eco de las palabras del anciano resonaba en su mente, impulsándolo hacia adelante en su búsqueda de respuestas y su misión de cambiar el mundo a través del poder del conocimiento.
Después de su enriquecedora conversación con el anciano sabio en el templo central, Alejandro Tezcatlipoca se dirigió hacia una de las terminales de transporte del imperio. Allí, esperaba un transporte que combinaba la elegancia de la arquitectura con la tecnología avanzada impulsada por el poder del alma.
El vehículo estaba equipado con alas plegables, cada una con un diseño que parecía replicar la majestuosidad de las plumas de un quetzal. El poder del alma fluía a través de las alas, permitiendo que el vehículo se elevara y se deslizara por el cielo con gracia y precisión. Los asientos estaban dispuestos en filas, cada uno con amplios ventanales que ofrecían vistas panorámicas de la ciudad y sus alrededores.
Alejandro abordó el vehículo y se acomodó en uno de los asientos cerca de la ventana. A medida que el vehículo se elevaba, sintió una sensación de ligereza y emoción, como si estuviera experimentando la magia del vuelo por primera vez. La ciudad de Nova Tenochtitlán se extendía debajo de él, revelando sus calles concurridas, edificios ornamentados y plazas llenas de vida.
Después de un breve viaje aéreo, el vehículo aterrizó suavemente en una plataforma cerca de una serie de edificios que servían como oficinas de investigación y almacenamiento de información. Aquí, los investigadores y promulgadores de información se reunían para redactar y preservar el conocimiento que compartían con la población.
Alejandro entró en uno de los edificios, donde el ambiente estaba lleno de una energía frenética de personas que trabajaban en sus investigaciones y escribían artículos. Los murmullos de conversaciones y el suave tintineo de plumas sobre papel creaban una sinfonía de aprendizaje y descubrimiento.
Se dirigió a su escritorio y encendió una lámpara de energía del alma, llenando la habitación con una luz suave y cálida. Abrió su pergamino y comenzó a redactar su artículo, plasmando sus pensamientos y las enseñanzas del anciano en palabras que capturaran la esencia de lo que había experimentado.
A medida que las palabras fluían de su mente a través de la pluma, Alejandro se sumergió en su trabajo con una concentración intensa. Describió la historia del poder del alma, su papel en la sociedad y cómo la comprensión de esta energía podría cambiar la forma en que las personas se relacionaban entre sí y con el mundo que los rodeaba.
Horas después, Alejandro finalizó su artículo, satisfecho con el resultado de su esfuerzo. Guardó el pergamino en un lugar seguro, sabiendo que su contenido tendría un impacto en aquellos que lo leyeran. Miró por la ventana y vio cómo el sol se ponía sobre la ciudad, tiñendo el cielo con tonos dorados y rosados.
Con una sensación de logro y propósito, Alejandro se levantó de su escritorio y se dirigió hacia la salida. Había cumplido con su misión del día, pero sabía que su búsqueda de la verdad y su compromiso con el poder del alma continuarían. Mientras salía del edificio y se mezclaba con la multitud que se desvanecía en la noche, se llenó de una determinación renovada para enfrentar los desafíos que se avecinaban y para compartir el conocimiento que podría cambiar el rumbo del mundo.