El conferenciante, Rafael González Zubieta flanqueado por la derecha por el presidente de la Asociación Amigos de la Plaza de Toros de Almaden, Balbino Bejarano, y a la izquierda Félix Rodriguez, poeta y padre del torero Félix Jesus Rodríguez.
Invitado por la Asociación Amigos de la Plaza de Toros de Almadén, el periodista y escritor andaluz Rafael González Zubieta disertó el sábado 30 de octubre sobre un tema muy interesante en la historia aun candente de nuestra Guerra Civil: como el mundo del toro se vio implicado de manera paralela y al mismo compás con los aconteceres políticos y bélicos que día a día fueron ocurriendo en cualquier rincón de nuestro país, vinculando al mundo del toro con la guerra, como si España y sus plazas de toros estuviera en esos años marcada por el sino de la muerte, el fuego de las balas y las bombas, la sangre y el toro.González Zubieta inició su ponencia describiendo la crispación social que ya vivía nuestro país desde 1934 y que se mostraba en los tendidos de las plazas de toros de toda España, como un espejo de la realidad que se nos avecinaba.Desde el inicio de este conflicto los toreros de toda España se implicaron en él y tomaron partido unos por un bando y otros por el otro. Muchos toreros hacían gestiones para conseguir pasaportes y marcharse a Francia y así poder pasarse a zona franquista, o marcharse a hacer las Américas a la espera de que las cosas se tranquilizasen en España. Otros vieron como este conflicto les truncó sus carreras profesionales para siempre.Toreros como Vicente Barrera se presentan en las plazas a torear vestidos de miliciano. Fueron los años en que aparece la figura de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, que apunta un nuevo concepto de la faena con una personalidad inquietante y fuera de lo normal. Una forma de torear que a la postre vendría a sustituir el concepto de la tauromaquia marcado en aquellos años por Domingo Ortega y Marcial Lalanda. Durante la guerra civil los toreros participaron en el espectáculo adaptándose a las consignas de época, según la zona donde actuasen. Una época en que muchas plazas de toros sirvieron para algo más que lidiar toros, como el ruedo de las Ventas de Madrid que fue reconvertido en huerto de hortalizas y verduras, para alimentar a la población sitiada por la tropas de Franco. Plazas como la de Santander o Badajoz sirvieron de cárceles multitudinarias y escenarios de fusilamientos masivos. Toreros como Marcial Lalanda o Victoriano de la Serna, o Domingo González “Dominguín” se decantaron por el bando nacional o rebelde. El Sindicato de Toreros se movilizó e hizo milicianos a novilleros, subalternos y picadores formándose las Milicias Taurinas que lucharon el frente de Somosierra y Guadarrama, y que mas tarde serian el eje central de la 96 Brigada Mixta del Ejercito Popular, mandados por el novillero Luis Prados “Litri II”, que ejerció como mayor. La última batalla en la que participó El Batallón de los Toreros fue en la batalla de Teruel, donde muchos de ellos demostraron se mejores militares que toreros. Un trienio en el que se fusilaron a una veintena de conocidos ganaderos y en el cual prácticamente se esquilmó y agotó la cabaña de toros bravos, bien para dar de comer a la tropa, y otras veces producto de la destrucción de las hordas de incontrolados que dejaban a las reses de las ganaderías muertas y pudriéndose en los campos y ha sus dueños los ganaderos fusilados en las tapias de los cortijos. Esta destrucción de la cabaña ganadera trajo consigo un toro mas chico y con menos trapío que el de antes de la guerra, que a la postre tendría unas consecuencias nefastas en la tauromaquia del futuro, ya que tendrían que pasar mas de tres décadas para que la ganadería de bravo pudiera recuperarse. Tras la conferencia tuvo lugar un entretenido debate entre el nutrido grupo de asistentes y el conferenciante Rafael González Zubieta. El acto resulto todo un éxito.