Revista Viajes
"La fortificación" o Almazán, es una bonita ciudad empedrada que descubre sus discretos encantos a través de la ojival Puerta de herreros, superviviente del siglo XII que nos cuenta algo de su origen. Cruzándola no tardo en plantarme ante la Plaza Mayor, diáfana y grande, como debe ser, y con un interesante conjunto histórico artístico. Te recomiendo para alojarte el magnífico Hostal Plaza Mayor. La habitación número 11 tiene unas vistas maravillosas. Aquí desayunarás de fábula, son muy agradables y se descansa genial.
Volviendo a las características de esta plaza amplia y acogedora, me topo con la efigie de un clérigo autóctono y egregio llamado Diego Laynez, quien fuera uno de los fundadores de la Orden de Jesús.
Este lugar se torna más bello al caer la tarde, cuando las luces bañan las sombras.Una vista completa debería pasar por la iglesia de San Pedro, con ese magnífico altar barroco áureo en su interior. Camino ahora hacia la Puerta de la villa. Dejando atrás el arco ojival enseguida me sale al paso la ermita de Jesús. Ésta es especialmente bonita, deslumbrante en realidad, si comulgas a gusto con el barroco más profuso, untado todo en una mezcolanza de patinas asalmonadas, dorados y grises con blancos. La rotonda posee unos retablos magníficos. Es muy fotográfica la entradita ajardinada, que destaca aún más con el blancor de la fachada de la ermita.
Es rocambolesco el puente sinuoso, ebrio, que sube y baja como un tobogán sobre el río Duero. Para pasear tranquilamente está genial el Parque de la arboleda, con sus generosas zonas verdes, bares, efigies ocultas entre la exuberancia, avenidas larguísimas entre árboles y verdor. Si no eres de fatiga fácil llegarás a un puente desde donde se ve "El rollo de las monjas", que tiene apariencia de castillo.
Aquí mismo, en la calle de las monjas, hay un bonito convento de clarisas. Los amantes de las fotos en plan panorámico deben acudir a la calle Postigo de San Vicente para acaparar toda la belleza del Duero y las murallas ancianas del siglo XII-XIII con El Rollo de las monjas al fondo.
Camina por el perímetro vetusto de la muralla y arriba hasta la preciosa Puerta del Mercado para ver un primigenio paso de la cañada real soriana.