Ingredientes (2p): 250grs almejas, 200grs tomate triturado, 1 cebolla pequeña, 1 diente de ajo, 1 guindilla, 1 hoja de laurel, 1 vasito de vino blanco, 1 cucharada de pimentón dulce, aceite y sal.
Primero lavamos bien las almejas en agua fría cambiando el agua un par de veces para que suelten la arenilla que lleven dentro.
Picamos bien la cebolla y el ajo y los pochamos en un poco de aceite. Lo suyo sería hacer este plato en una cazuela de barro al más puro estilo gallego, pero como aún no he encontrado una apta para inducción, voy tirando de sartén...
Cuando la cebolla esté transparente añadimos el tomate, y dejamos hasta que se evapore casi todo el agua. La sal es mejor añadirla al final o no añadir (y yo con los platos sin sal no puedo) porque las almejas salarán después bastante por sí solas.
Incorporamos entonces la guindilla, el laurel y el pimentón, y antes de que éste se queme, añadimos las almejas y el vino blanco. Dejamos unos minutos hasta que estén abiertas (si alguna no se abre es mejor tirarla porque no estará en buen estado) y lo servimos enseguida.
A mí me encantan las salsas picantes pero como siempre eso va en gustos, se puede echar media guindilla, o no partirla (pica menos y se retira mejor) o simplemente no añadirla. Buen provecho!
