Revista España

Almería, la capital del sol

Por Juroher

Almería, la capital del sol
Almería es una capital rebosante de luz, expuesta a los caprichos de los vientos y tendida frente al mar entre paisajes yermos y secos, muy parecidos a los desiertos que se hallan al sur, al otro lado del Mediterráneo.

Ocupa, además, un lugar excéntrico en los mapas, a mitad de camino entre el Poniente, manchado de plásticos, y las costas del Cabo de Gata y el Levante, cuya esquina dibuja una acusada ele, antes de ascender hasta las poblaciones blancas de Carboneras primero y Mojácar después.

Rara y lunar, dueña del único desierto europeo, se esparce en las faldas de un cerro dominado por la Alcazaba, el monumento más antiguo.
Fortaleza vigía de tiempos del emirato omeya de Córdoba que ejerció el control de los puertos y los barcos que comerciaban desde la pérdida Al-Ándalus con las principales dársenas del Mediterráneo.
La Alcazaba se esparce a lo largo y ancho de 43.000 m2. Es la fortaleza palaciega más grande construida en la península junto a la Alhambra. Tras la conquista cristiana en 1489, tres años antes de que cayera Granada, el fortín fue convertido en sede señorial y política de los nuevos gobernantes de la ciudad.

Almería, la capital del sol

Separada por tres diáfanos recintos, que corresponden a otras tantas épocas históricas, sus jardines aterrazados constituyen un paseo idílico, sereno, reconfortante, antes de advertir desde los miradores que a modo de proa se asoman a la ciudad las panorámicas más impagables del paisaje urbano y de los relieves que al fondo distinguen el Cabo de Gata. (El Mundo)



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