![Almodóvar por Almodóvar – Crítica de “Dolor y gloria” (2019) Almodóvar por Almodóvar – Crítica de “Dolor y gloria” (2019)](https://m1.paperblog.com/i/532/5329664/almodovar-almodovar-critica-dolor-gloria-2019-L-yM4TE8.jpeg)
Al final de su último trabajo, París, Tombuctú, Luis García Berlanga dejaba su particular epitafio fílmico. “Tengo miedo. L.”, se podía leer en el murete al pie del cartel de un toro de Osborne. En el filme, en boca de su alter ego, Michel Piccoli, ya había dado rienda suelta a sus obsesiones y temores. Muchos cineastas cuando encaran el final de sus carreras echan la vista atrás, bien sea como terapia personal o para expiar pecados pasados y pedir perdón. Es el caso de Clint Eastwood y su maravilloso testamento fílmico, Mula, con una emocionante segunda lectura que confiere un valor inesperado al que probablemente sea el postrero trabajo a los dos lados de la cámara del casi nonagenario realizador.
Pedro Almodóvar se encuentra en esa etapa de su vida, próximo a cumplir los 70, en la que ese afán recapitulador se convierte casi en una obligación. Si a este ansia por rendir cuentas con el pasado para poder seguir avanzando añadimos los achaques y el gusto por la hipocondría de Woody Allen, nos encontramos con un muy íntimo y muy particular punto y seguido (que no punto final) en la carrera del manchego que reúne todo esto de lo que estamos hablando pero que el de Calzada de Calatrava lleva a su terreno.
Una película de hombres de este gran director de féminas donde, a partir de su sosias, un cineasta aquejado de multitud de dolencias que le impiden seguir desarrollando sus dotes artísticas, interpretado por Antonio Banderas, pasa revista a los principales padecimientos físicos y, sobre todo, a los dolores del alma que le han atormentado durante toda su vida. Entre ellos la separación profesional y emocional del propio Banderas desde Átame a La piel que habito; veintidós años de desvinculación. Y es que los momentos en los que la realidad del propio Almodóvar se cuela de manera clara y contundente o sibilina y de tapadillo en la ficción son múltiples y alegran el ojo entrenado del cinéfilo versado en el cineasta (atención a todas las fotografías).
El uso inteligente de las pérdidas de conciencia del personaje principal para introducir los flashbacks que nos llevan a su infancia van orientando, poco a poco, el foco sobre el verdadero objeto de esta cinta que no es otro que un homenaje a la mujer que tanto le marcó. Esa espinita que lleva clavada el artífice de Hable con ella desde el fallecimiento de Francisca Caballero y que le había impedido, hasta ahora, verbalizar, analizar y canalizar ese proceso de duelo a través de su creatividad, deja de ser una asignatura pendiente. Los momentos tiernos suceden a los amargos, aunque no faltan los divertidos, en una hermosa carta de amor a su madre (con psicoanálisis incluido) que crece con el paso de los minutos y culmina de manera tan sencilla como magistral recordándonos que habíamos aceptado participar en este juego en el que el cine se mete dentro del cine para dejar en carne viva las entrañas de uno de sus más ilustres embajadores.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © El Deseo. Cortesía de Sony Pictures España. Reservados todos los derechos.
Dolor y gloria
Dirección y guion: Pedro Almodóvar
Intérpretes: Antonio Banderas, Asier Etxeandía, Penélope Cruz
Fotografía: José Luis Alcaine
Música: Alberto Iglesias
Montaje: Teresa Font
Duración, 113 min.
España, 2019
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