Revista Cultura y Ocio

Almudena Grandes: "Las tres bodas de Manolita"

Publicado el 31 mayo 2018 por Juancarlos53

Cuando reseñé "Los besos en el pan" dije que llevaba una serie de años alejado de la literatura de esta escritora madrileña. El motivo no sabría muy bien explicarlo, quizás la en ocasiones sobreexposición pública de la novelista propiciase en mí una especie de hartazgo que me hizo reacio a leer sus libros. Pero afortunadamente eso pasó y la reconciliación con ella a partir de su penúltima novela ha sido total.

Las tres bodas de Manolita

Es la tercera novela del proyecto " Episodios de una guerra interminable" que inició Almudena Grandes en 2010 con "Inés y la alegría"; lo continuó en 2012 con "El lector de Julio Verne"; luego, en 2014, publicó la que acabo de leer; y la aparecida en 2017, "Los pacientes del doctor García", es por ahora la última de la serie. La escritora ya ha avanzado los títulos de las dos últimas entregas aunque aún no hayan salido de su mano: "La madre de Frankestein" será la quinta entrega, y con "Mariano en el Bidasoa" se cerrará la serie.

La historia y los personajes "Todos los
Las tres bodas de Manolita " es la primera de las novelas que leo de su ambicioso proyecto y he de decir que me ha gustado mucho por varias razones. Quizás la primera sea la de lahistoria que presenta: la peripecia personal y colectiva de un grupo de amigos y conocidos del barrio madrileño de Antón Martín que en las difíciles circunstancias de la República, Guerra Civil y primeros diez años de franquismo van a ver cómo sus vidas divergen y cómo la guerra, la traición, el amor, la delación, la miseria, la explotación vil, la corrupción de todo tipo... entran a degüello en sus vidas por activa o por pasiva.
personajes tienen una individualidad clara, los caracteres que diseña la autora son magníficos, las relaciones entre ellos plenamente verosímiles... Aunque podría hablarse de personaje colectivo, de novela coral, la verdad es que como se deduce del propio título del volumen es ella, Manolita, quien vertebra a su alrededor al resto de seres que habitan el relato.

Almudena Grandes: Manolita cuenta en primera persona su historia y en tercera conocemos la de ese grupo variopinto de personas del barrio madrileño de Antón Martín constituido por seres históricos y otros totalmente inventados. Estamos, pues, ante una novela por la que corren seres de realidad histórica junto a otros de pura ficción. Manolita es uno de estos últimos aunque ella como otros muchos ficticios -así lo cuenta la propia escritora al final de la novela propiamente dicha- hayan surgido en la imaginación de la novelista a partir de personas reales como Isabel Perales cuya peripecia vital conoció la autora. Esta Manolita asegura que su padre, guardia de asalto durante la República, nunca hizo mal a nadie aunque como todos los vencidos, y más él habiendo pertenecido al Cuerpo, sufrió en sus carnes la severidad vengativa de los vencedores. Manolita es junto a Toñito, Isabel y Pilarín, todos ellos hijos de Antonio, quien se encargará en la nueva situación surgida tras el encarcelamiento del padre de visitarle en la cárcel y procurar como el resto de mujeres que se encuentra en la fila de acceso a la cárcel de Porlier que Antonio Perales, su padre, no desfallezca bajo esa sentencia monstruosa a muerte y mantenga la ilusión de verla conmutada por la de 30 años, algo que no ocurría con frecuencia y menos en la primera hora de la que llamaban Nueva España.

A partir de los mellizos Manolita iremos conociendo al resto de personajes: su madrastra, María Pilar, Juan y Pablo de sólo 4 años, hijos de ésta y su padre; los amigos de su hermano Antonio apodado por ellos como el Guapo: Silverio el Manitas, Roberto el Orejas, Julián el Lechero, Vicente el Puñales... Alrededor de Toñito, que triunfaba entre las mujeres, aparece Eladia la Carmelilla de Jérez, las compañeras de baile de ésta en el tablao flamenco donde actúa, y sobre todo Palmera, un homosexual sevillano venido a Madrid que está prendado del ' requesón' como llama él al hermano de Manolita. Siguiendo el hilo de Palmera nos topamos con el marqués Antonio de Hoyos y Vinent, con el pianista Claudio, con Pepito Zamora, etc.

Almudena Grandes: Otro núcleo importantísimo de figuras de este relato se origina, también a partir de Manolita, en esas filas de mujeres que se formaban ante la cárcel de hombres de Porlier o la de mujeres de Yeserías, pues ambos establecimientos habrá de visitar esta sufrida chica, de sólo 17 años al inicio de la historia, que madurará por fuerza con rapidez. Aquí aparece Encarna, mujer de un médico allí preso; la hija de ésta, Rita, que se hará íntima amiga de Manolita; Martina, novia del preso Tasio y compañeros ambos en los vis a vis carcelarios de Silverio y Manolita; Julita, Juani, Luisa, Emilia, Reme... y otra serie de mujeres más. También en el ámbito carcelario se mueven sanguijuelas que se enriquecen a costa del sufrimiento de los que allí penan. Entre estos destaca por encima de todos ellos el Capellán de la Cárcel que a cambio de unos cientos de pesetas casa a los presos o les consigue Libros de Familia. Así, de este modo, será que Manolita se case por vez primera con Silverio el Manitas.


El número de personajes en esta 'novela de personajes' es amplísimo -afortunadamente al final del relato, agrupados por círculos narrativos, la novelista hace relación de todos ellos especificando el vínculo entre los mismos- y aunque todos ellos de una u otra forma orbitan en torno a Manolita cada uno tiene vida propia y en más de una ocasión el lector se ve sorprendido por la deriva que toman algunos según cambia el contexto político del país. Pero, en definitiva, a lo que asistimos en este relato es al actuar de una colectividad, que es el Madrid de los vencidos que vive incrustado en ese Madrid de los vencedores. Por extensión, naturalmente, podríamos decir que es la vida de la España sometida dentro de la España franquista.

Por lo anterior, -el contexto temporal y la ubicación geográfica de la historia-, la novela me ha recordado mucho, como ya me sucediera con "Los besos en el pan" [leer su reseña aquí], a "La Colmena" de Cela. Pero es evidente que Almudena Grandes a quien literariamente celebra en este relato y en realidad en toda su serie, es a don Benito Pérez Galdós. Varias veces se refiere a él, bien nombrando diversos títulos de sus Episodios Nacionales, bien utilizando su nombre como argumento de autoridad (" En las letras de las coplas y los argumentos de las películas, en los cuentos de mi madre y en las novelas de Galdós, había aprendido que el amor hace mejores a las personas. ", pág. 397). Pero aunque no lo hubiera hecho es evidente que esa agilidad constructiva, la viveza que imprime a los diálogos, el costumbrismo madrileñista exhibido y el protagonismo dado al pueblo llano, a los sin nombre, son características muy galdosianas.

La construcción Si la denuncia que realiza en la historia relatada de los abusos sufridos por los republicanos derrotados ya de por sí justificaría la novela, la grandeza de ésta crece y se agiganta al ver la manera como está construida y la voluntad de estilo presente en ella. En cuanto a la construcción diría que ésta es muy cinematográfica. Los cuatro grandes apartados que conforman la historia se enmarcan entre otros dos sin numeración que cuentan en tercera persona episodios de no ficción. El período temporal contemplado es muy amplio de manera que la escritora para dirigir mejor al lector subtitula la novela del modo siguiente: "
El cura de Porlier, el Patronato de Redención de Penas y el nacimiento de la resistencia clandestina contra el franquismo". Como se ve, estos tres subtítulos recuerdan muy mucho la manera como Galdós rotulaba los distintos episodios que forman las cuatro series de sus Episodios Nacionales; e incluso a mí me han evocado algunos títulos de Valle Inclán dedicados a las guerras carlistas y también algunas de las entregas de las " Memorias de un hombre de acción" de Pío Baroja. Entronca, pues, Almudena Grandes, con estos Episodios de una guerra interminable, con la gran tradición de la novela realista española inaugurada por Galdós durante el último cuarto del siglo XIX.

Almudena Grandes:

Desde el muchas cosas me han agradado de esta novela. Las vidas y vicisitudes de este inmenso grupo humano se presenta no linealmente sino con avances y retrocesos de manera que muchos de los sucedidos los conocemos desde varias miradas ( perspectivismo) y las vidas de unos y otros, simultáneas en el tiempo, debido a la linealidad obligatoria del discurso verbal se encabalgan unas en otras como las escamas de los peces o como las olas del mar sucesivamente llegan pausadas a la playa y superponiéndose se montan y se confunden, pero todas ellas, escamas u olas, conforman el mismo mar.

De los muchos procedimientos empleados por la novelista que me han gustado destacaría uno que me parece muy cinematográfico. Es ese anticipar un suceso ( flash forward) al ponerlo en boca de unos personajes sin que los lectores estemos avisados de ello; la sorpresa que provoca en el lector tal acción le lleva a leer lo que sigue con suma atención a fin de encajar las novedades dentro del puzle que es la novela.

También me ha gustado muchísimo cómo a través de la introspección, el empleo del monólogo interior o del flujo de conciencia, la narradora realiza entradas y salidas de la realidad inmediata. Un ejemplo claro es cuando la protagonista lava un vestido mientras los niños juegan a su alrededor y recuerda fragmentariamente su visita a la cárcel.

"Los mellizos jugaban al escondite, con los hijos de Margarita y yo los oía, una, dos, tres, reconocía la voz del que se la llevaba, cuatro, cinco, seis, escuchaba el silencioso estrépito de los que se escurrían bajo las camas, siete, ocho, nueve, veía a Pablo pasar a mi lado con un dedo encima de la boca, y diez, ¡voy!, y volvía a meter el vestido en lejía mientras seguía su juego a distancia, ¡por mí y por todos mis compañeros y por mí el primero!, y a pesar de las grietas del techo, la extrañeza de aquel hogar ajeno de habitaciones sin puertas, cortinas caseras y esteras de esparto, no vale, había cogido a Marga, me daba cuenta de que el juego de los niños en aquella tarde de mayo, tan plácida que parecía otra, era real, lo que no vale es lo tuyo, ha sido trampa, la única realidad auténtica, ¡tramposa tú!, la realidad de Manolita Perales García, que no, que te la vuelves a llevar, una chica que lavaba un vestido blanco y no tenía nada que ver con el cuartucho siniestro y maloliente, ¡pues ya no juego, hala!, donde dos extraños se sostenían en un equilibrio imposible, sí que juegas, Juanito, te la vuelves a llevar, para cultivar un olor ácido y dulce que sacudía mi nariz como un puñetazo, no, se la lleva Marga que la he cogido, y solo un rato antes yo había estado allí pero no me lo creía, me has cogido pero no vale porque tu hermano me había salvado ya, yo también me había salvado, estaba en casa. " (pág. 268)

Esta técnica de entreverar dos momentos distintos dentro del mismo instante narrativo la realiza también tomando de la memoria fragmentos literarios leídos mezclándolos con otros elementos de la realidad próxima o inmediata. Un ejemplo claro y magnífico es el trenzado que realiza del recuerdo del contenido de la novela de Daniel Defoe, "Robinson Crusoe", con el proyecto de una construcción que Silverio planea realizar:

"Un día al salir de su cabaña, Robinson Crusoe se fijó en un tallo verde, frágil, que apenas asomaba de la tierra, muy cerca de la puerta. El cuadrilátero exterior mide ocho por ocho metros, es demasiado grande, pero el interior, el que hicieron para anclar la torre tiene veinticinco metros cuadrados y esa superficie es asequible... Aquel tallo le resultó familiar pero no supo explicarse por qué, y se limitó a estudiarlo día tras día hasta que distinguió las yemas de las que brotarían unas hojas muy finas, casi plumas. Matías dice que con vigas de madera tenemos de sobra para levantar un edificio de una sola planta " [...] (pág. 641)

Un estilo fluido y colorista, aunque no necesariamente alegre, propio del costumbrismo, es el que predomina en las narraciones y descripciones del ambiente que se vive en ese Madrid de esa guerra interminable. Un Madrid contradictorio porque, pese a la dureza de la vida, la ilusión y la esperanza iluminan el día a día de sus afanosos habitantes:

"la mañana siguiente, más que un día frío o cálido, borrascoso o despejado, amaneció martes, una jornada tranquila, rutinaria, de trabajo y descanso programados, veinticuatro horas de monotonía sin sustos, sin emoción, sin sorpresas, como el miércoles que vendría después para dejar tras de sí un jueves igual de aburrido. " (pág. 286)
"Tardé unos minutos en encontrar las botellas porque ni siquiera me acordaba de dónde las había guardado. Encontré tres, pero sólo cogí dos, y al salir de la cocina con una en cada mano, me paré un momento en la puerta del salón para mirarlos a todos, mis hijos, mis nietos, y aquellos viejos amigos que eran también mi familia. Me gustó mucho lo que vi. Me gustó tanto que me sentí una mujer afortunada, a pesar de todo. " (pág. 740)

La narración abandona la primera persona según que conozcamos las vicisitudes pasadas por Toñito el Guapo; por Eladia, su enamorada; por Roberto el Orejas; por Silverio el Manitas; por Isa, la hermana de Manolita... Cuando son ellos y no Manolita los protagonistas, la narración cambia a la tercera persona siendo un narrador omnisciente quien toma las riendas del relato y nos cuenta las peripecias personales de éstos; peripecias que no voy a contar aquí, naturalmente. Sólo diré que la historia de Isabel, la hermana de Manolita, es muy dura y que la sufre sin conocimiento de ésta durante su estancia en el colegio Zabalbide de Bilbao regentado por monjas donde hijas de presas, bajo el señuelo de la educación, eran prácticamente esclavizadas en trabajos de lavandería y planchado sin sueldo, sólo por ser hijas de republicanos encarcelados. Cuando Manolita entra en conocimiento de estas historias las hace suyas y las integra bajo la férula de su primera persona narrativa.

Una novela que reivindica el sufrimiento de infinidad de mujeres que durante la larga posguerra, y aún hoy día, hubieron de penar por sus familiares presos, fusilados, enterrados Dios sabe dónde. Una novela que homenajea la fortaleza de esas mujeres que sufrieron en sus propias carnes su pertenencia a una familia vencida y que incluso algunas hubieron de penar con trabajos sin sueldo o soportando abusos y vejaciones sexuales por los delitos que sin haberlos cometido adjudicaban a los hombres de sus familias. Una novela que habla de la traición que se esconde donde menos se sospecha. Una novela que me incita a seguir con el resto de la serie porque es francamente literatura de alta calidad. Una novela que habla de la fuerza del amor que al final puede con todo y sin el que nada se logra. Una novela que es un homenaje a una serie de personajes históricos como Jesús Monzón, Heriberto Quiñones, Eugenio Mesón, Matilde Landa, Luis Sendín, Manuel Azcárate, Carmen de Pedro y otros dirigentes del PCE que se jugaron el tipo levantando el Partido en el interior durante esos años tan ásperos, pagando no pocos de ellos con su vida ante el pelotón de fusilamiento entrega tan desinteresada. Una novela que presenta un duro panorama pero en el que siempre hay un resquicio para la esperanza, aunque ésta tarde a veces hasta décadas en verse satisfecha. Una novela que muestra una España en la que

"Las pequeñas vilezas individuales engrosaban día tras día la vileza colectiva de un país donde se hacía de todo por unos cuantos billetes, pero donde también vivían personas capaces de entregar cuánto tenían sin exigir recibos de ningún tipo. " (pág. 636)

Almudena Grandes:


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