Sin Montezemolo y sin Domenicali, la relación tiende a enfriarse con la cúpula y sin Emilio Botín, ya no tiene el compromiso moral de seguir en Maranello.
Nada parece igual que cuando Fernando llegó a Maranello a finales de 2009. Del equipo que él encontró, y de las personas de confianza que promovieron su fichaje y luego se arroparon en torno al asturiano, apenas queda un puñado de nombres. Los acontecimientos del miércoles, el fallecimiento de Emilio Botín y el cese -enmascarado en renuncia- de Luca Di Montezemolo como presidente de Ferrari, son hechos autónomos y casuales en el tiempo, pero pueden tener consecuencias de gran calado en un futuro cercano para Alonso.
En la cuestión deportiva, el español tiene un contrato de dos años y Ferrari no está en posición de plantearse rescindirlo en ningún caso. Sería como quitarle los palos al sombrajo que aún les cobija e hipotecar el futuro inmediato, algo que no pueden permitirse tras siete años sin conseguir el título Mundial. Necesitan de Fernando.
Pero hay algunos cabos sueltos, como que el presidente durante los últimos 23 años se ha ido sin conseguir la ampliación de contrato con la que pretendía atar a Alonso a Ferrari hasta 2019. Posiblemente, los nuevos mandatarios, Sergio Marchionne y, sobre todo, Marco Mattiacci, que ahora llevará en persona todos los asuntos deportivos, no tengan tanta prisa en esta cuestión. Están más pendientes de la renovación estructural de la fábrica.
"Todo ha sido muy inflado por parte de la prensa en torno a la renovación", dicen desde el entorno del piloto asturiano. Fernando se ha remitido siempre a los dos años que le restan y ha mostrado poca prisa por atarse, quizá intuyendo que la catarsis estaba próxima. Había que esperar y parece haber acertado.
Y sigue en la misma actitud. La llegada de Marchionne va a cambiar mucho la relación paterno-filial que mantenía con el presidente desde 2010. El nuevo capo, por lo que parece, no estará involucrado en el día a día. Alonso no le conoce personalmente y con Mattiacci, mucho más frío que Domenicali y Montezemolo, no se atisba una mezcla igual de consistente.
"Hay que ver a quién designan para hablar, luego si nos plantean algo o no, y luego si hay cambios. Lo que tenga que suceder, sucederá", comenta alguien cercano a Alonso, dejando en el aire cualquier posible desenlace. Y con ese aire críptico que indica que Fernando está en el mercado, por mucho que le queden dos años de contrato. "Para un piloto, no cambia nada por la llegada de un nuevo presidente a la compañía", aclara.
Pero una de las razones que puede variar el guión previsto es el fallecimiento de Emilio Botín. Si Alonso pensaba quedarse, casi al cien por cien, los dos próximos años en Ferrari, era por el compromiso moral que le unía con el banquero, que le ha apoyado desde 2007, ya en McLaren. Nada le impedía marcharse antes, ni ahora, pero simplemente, no quería dejar tirado al que consideraba "un gran amigo", como señaló en el pésame que dejó en Twitter.
¿Y ahora? Alonso sigue expectante de cómo se desarrollan los acontecimientos en los otros equipos: si Vettel se va de Red Bull o si en Mercedes queda una vacante.
También está pendiente de cómo respira el nuevo organigrama, cómo se remodela el motor que ha sido un desastre y no le ha permitido luchar por ninguna victoria. Si cree que, en 2015 y 2016, la tónica va a ser la misma, quizá opte por cambiar de equipo, por mucho que su gran ilusión sea ganar el tercer campeonato vestido de rojo. Para él, las relaciones personales son muy importantes y en Ferrari los vínculos son hoy pocos.
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