El nombre de la baronesa Marie Alexandrine Freiin von Vetsera no pasó a la historia tanto por ser una de las amantes del archiduque Rodolfo de Habsburgo, sino por su trágico final. Una fría mañana de enero de 1889, los cuerpos sin vida de María y Rodolfo eran encontrados en la cama del pabellón de caza que el emperador Francisco José I tenía en Meyerling.
Dispuesta a ser amanteA finales de 1888, la baronesa María Luisa Mendel von Wallersee, prima del Kronprinz, presentaba a Rodolfo a una joven aristócrata llamada María Vetsera. Pertenecía a la pequeña noble húngara y su padre era un diplomático húngaro afincado en la corte de Viena. Por aquel entonces, María tenía dieciseis años. A pesar de no conocer a Rodolfo personalmente estaba enamorada perdidamente de él. Una vez entró en su vida haría todo lo posible por no dejarlo marchar.
Un heredero marcado por la desdichaEn aquel momento, el archiduque Rodolfo estaba casado y tenía una hija. Pero su matrimonio hacía tiempo que estaba roto. Rodolfo tenía amantes y vivía una vida disipada y en constante peligro por sus ideales políticos. Sus tendencias liberales diferían totalmente del autoritarismo impuesto por el Emperador Francisco José.
Rodolfo era un joven depresivo y marcado por una vida llena de carencias afectivas. Arrancado de los brazos de su madre, la célebre Sissí, nada más nacer, fue puesto a cargo de la archiduquesa Sofía, su abuela paterna. Su padre estaba dispuesto a que Rodolfo fuera un heredero digno de la corona imperial y por ello sometió al débil y sensible Kronprinz a unos tutores que no tenían ningún inconveniente en usar métodos tan drásticos como lanzar disparos a media noche para, presumiblemente, curar los miedos del niño o sumergirlo en baños de agua helada. Estos métodos aplicados por el conde de Gondreourt no hicieron más que destrozar los nervios del niño y afianzar su carácter pesimista y taciturno.
De tímidos paseos a la petición de nulidadLa relación entre Rodolfo y María pasó de un tímido estadio de paseos y abrazos inocentes a citarse en las habitaciones privadas del mismísimo Hofburg. Estefanía de Bélgica, esposa de Rodolfo, soportaba y consentía con resignación esta y todas las anteriores conquistas de su marido. Pero lo que nunca se imaginó fue que la relación con María llevaría a Rodolfo a pedir la nulidad de su matrimonio. En la rígida y encorsetada corte de los Habsburgo aquello era peor que un sacrilegio. En el estricto protocolo de la corte no existían las palabras nulidad ni divorcio. Aquelló indignó muchísimo al emperador.
Una amante hasta el finalExisten dos corrientes diametralmente opuestas acerca de la misteriosa muerte de Rodolfo y su amante María.
La versión oficial fue el suicidio. Según ésta, Rodolfo, de carácter depresivo y obsesionado con la muerte, en un momento de locura, había decido terminar con su vida. Lo cierto era que había llegado demasiado lejos en sus conspiraciones políticas hasta el punto de quemarse. Fue demasiado tarde cuando se dio cuenta de que había alimentado las llamas de una conspiración para matar al emperador. Atrapado en su propia imprudencia, la única salida era quitarse de en medio. Parece ser que María, perdidamente enamorada de Rodolfo, estuvo dispuesta a seguir a su amado en aquel trágico final. Siguiendo esta versión, Rodolfo habría asesinado a su amada para después quitarse él mismo la vida con el mismo revólver. A pesar de que la versión oficial fue el suicidio, nunca se mencionaron públicamente las razones político; aunque eran un secreto a voces.
Otra postura bien distinta es la que asegura, basándose en los restos mortales de los dos amantes, es que Rodolfo fue asesinado en su habitación por unos misteriosos hombres que habrían entrado en su estancia por la ventana. Alertada por los disparos y los ruidos, María habría corrido desde su cama en busca de su amado. En un pasillo se habría topado con uno de los conspiradores que decidió silenciar un incómodo testigo. Los que defienden esta postura afirman que de haberse aceptado como la versión oficial, Francisco José habría tenido que reconocer en público la traición de su propio hijo, algo que habría puesto en peligro la débil estabilidad del Imperio.
Fuera lo que fuera lo que sucedió las últimas horas de la vida de estos dos amantes, lo cierto es que Rodolfo fue enterrado en la Cripta Imperial de los Capuchinos de Viena con todos los honores posibles. El cuerpo de María desapareció rápidamente de Meyerling para ser enterrado en el monasterio cisterciense de Heiligenkreuz. Parece ser Rodolfo había pedido ser enterrado al lado de su amada. Su último deseo tampoco se cumplió.