Éramos tan felices, que corríamos distraídos desafiando a nuestra buena suerte. Nos imaginábamos tan diferentes, que nos comportábamos como fantasmas errantes en busca de un deseo. Y sentimos el don de la diferencia como un triunfo y no un privilegio mientras soñábamos con ser aventureros que juegan a custodiar un cómplice secreto. Pero llegó un día, en el que sin darnos cuenta, nos convertimos en unos amantes sin palabras.Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
Revista Arte
Éramos tan felices, que corríamos distraídos desafiando a nuestra buena suerte. Nos imaginábamos tan diferentes, que nos comportábamos como fantasmas errantes en busca de un deseo. Y sentimos el don de la diferencia como un triunfo y no un privilegio mientras soñábamos con ser aventureros que juegan a custodiar un cómplice secreto. Pero llegó un día, en el que sin darnos cuenta, nos convertimos en unos amantes sin palabras.Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
Sus últimos artículos
-
La madre de florian zeller en el teatro pavón: la dualidad de la ausencia, la soledad y el olvido
-
Agota kristof, claus y lucas: la crueldad humana gobernada por un mundo en guerra
-
Deje que el viento hable, bajo la dirección y dramaturgia de irina kouberskaya: la memoria y el viaje de la vida
-
Exposición el realismo íntimo de isabel quintanilla en el museo thyssen bornemisza: la autoridad de la luz