Estos días se celebran varias efemérides que tienen a Bette Davis como protagonista. Coincidiendo (casi) con los veinticinco años de su fallecimiento, el 5 de octubre de 1989, en el recién finalizado Festival de Cine de San Sebastián, se ha presentado "El último adios de Bette Davis" (Pedro González Bermúdez, 2014), un documental realizado para el canal TCM que narra la visita de la estrella a la ciudad para recoger el premio Donostia. Cuentan los testigos y artífices de la histórica presencia de Bette Davis en San Sebastián que todo se debió a una carambola. Con motivo de la retrospectiva que se iba a hacer de la obra de James Whale, el festival invitó a varias personas a asistir al evento, entre ellas, Bette Davis. La sorpresa fue mayúscula cuando la protagonista de La Loba confirmó su asistencia, hecho que inmediatamente motivó que se le concediera el premio Donostia, convirtiéndose en la primera mujer que lo recibía. El resto es historia. Desde luego, todo lo que se cuenta en este documental es de gran valor, en especial el testimonio de su asistente personal, heredera y conservadora de su legado, que no sólo ha aceptado por vez primera a hablar ante las cámaras sino que viajó hasta Donosti para participar en el proyecto.
Hace pocos días, nos enterábamos de que había aparecido una entrevista inédita que la estrella concedió a la periodista Shirley Eder en 1963. En ella, una vez más Bette Davis cargaba contra Hollywood, asegurando que su hipocresía le parecía agotadora y quejándose de la ausencia de mujeres en la industria.¡Genio y figura! Yo he terminado recientemente Amarga Victoria, de Ed Sikov, una biografía que se acerca al mito sin caer en la devoción. Me ha gustado, porque Sikov se acerca a la leyenda sin dejar de lado el demonio que llevaba dentro. Es curioso, Bette terminó sus días (una de sus autobiografías se titula A Lonely Life) practicamente sola, como Greta Garbo. Tuvo problemas serios con su única hija biológica, B.D., la cual publicó una biografía demoledora que no la dejaba en muy buen lugar; Bette Davis la desheredó y, quizás sin querer darse mucha cuenta, se pareció un poquito más a Joan Crawford. Como Tallulah Bankhead, Bette Davis tenía en el alcohol y en el tabaco a sus dos grandes amigos. Pleiteó contra la Warner por las condiciones leoninas de su contrato, al igual que hizo su gran amiga Olivia de Havilland. Sus ausencias en el rodaje por motivos de salud o, simplemente, porque le daba la gana, fueron habituales y legendarias, aunque quien pasó a la historia por este motivo es Marilyn Monroe. Aún así, fue única.
PREGUNTA: ¿ Cómo se conserva tan joven?RESPUESTA: La verdad es que la mayor parte del tiempo tengo catorce años.PREGUNTA: ¿Cómo se ve a sí misma como leyenda?RESPUESTA: Me veo en un ataúd.