Fuente: http://www.caretas.com.pe/
El binomio del poder en el Perú: un presidente que dosifica sus intervenciones y una primera dama influyente como pocas. Como ocurre con aquellos romances florecidos en la oficina, Ollanta Humala y Nadine Heredia suelen llegar juntos a despachar en Palacio de Gobierno alrededor de las 8 y 30 de la mañana.
La sensación de paridad transmitida por este binomio de poder no termina en el horario. Pocas veces un concepto usado tan naturalmente por la prensa como el de “pareja presidencial”.
La última encuesta de Ipsos-Apoyo registró el incremento de la imagen positiva del Presidente, hasta 59%. Tanto o más noticioso fue el 66% de la primera dama.
En los siete meses que llevan en el gobierno, Heredia (35) se ha esforzado en proyectar una imagen opuesta a la de la universitaria izquierdista de 2006 (“soy una convencida antiimperialista”, proclamó entonces a esta revista).
Lo que alimenta las especulaciones se encuentra no tanto en el ocasional twitter de motivación ni en la persona pública, sino en las llamadas y mensajes de texto enviados desde sus Blackberry.
Fuentes del Ejecutivo no tienen reparos en confirmar que es ella la principal y más influyente consejera del Presidente. Destacan su criterio y sentido común, además de la inquieta curiosidad por comprender los engranajes del Estado. Y no es para nada común verla perder los papeles.
Tampoco es ningún secreto que despacha con ministros, sola o con su marido, y que goza de un espacio en el poder totalmente inusual para la cónyuge del Presidente. El ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, es de los más próximos.
Lejos de ser invasiva en los fueros de Humala, éste le confiere y confía tal participación.
“Sugiere, opina, impulsa”, resume un colaborador.
Heredia no se parece a sus predecesoras.
A pesar de los problemas maritales, Pilar Nores se reinventó en el segundo gobierno de Alan García como una especialista en el desafío de la superación de la extrema pobreza. Solvente pero concisa en su área de trabajo.
Si bien Eliane Karp de Toledo era otra profesional, su tendencia a la confrontación le quitó más aliento popular a un presidente maltratado en las encuestas.
El de Susana Higuchi fue un caso trágico, y parecía pasarla peor conforme se endurecía el régimen de su marido.
Antes, Violeta Correa fue una mujer moderna forjada en la política y el periodismo. Se cuidó, sin embargo, de cultivar un perfil bajo en una gestión de gran impulso a cocinas populares y centros comunitarios.
En ese contexto, la única preocupación que puede caber dentro del gobierno es que la primera dama caiga en contradicciones con la línea del régimen. Y hasta ahora, a juzgar por la asepsia de sus 140 caracteres o la foto de respaldo al primer ministro colgada en Facebook, ello no ocurre.
Las instrucciones son precisas para el aparato de comunicación oficial. Sus actividades son cubiertas bajo un prisma social, nunca en primeras planas y siempre lejos de cualquier controversia.
En los últimos días se animó a remojarse un poco más los pies en la piscina. Además de darle el espaldarazo al premier Óscar Valdés, se adelantó a la cumbre binacional con Ecuador en Chiclayo, donde cumplió con su agenda un día antes.
Pide “ánimo y dedicación” a los escolares en su primer día de clases y publica en línea una foto cuando se despide de sus dos hijas en la entrada del salón. El martes 6 publica otra con Humala y Samín, de apenas 14 meses, durante su debut en el nido.
La imagen de un hogar unido es fundamental en la austeridad comunicacional de Humala, que ha declarado su anhelo de ser recordado como un presidente que no descuidó a la familia durante su mandato.
“Ella solo quiere el éxito de su marido”, aseguran.
¿Éxito que luego podría ser suyo?
La mencionada encuesta motivó la reacción de Lourdes Flores Nano, quien celebró que fuera una buena consejera pero le recomendó “no caer en la tentación de sentirse copresidenta”. En la misma tónica, Pedro Pablo Kuczynski declaró que “ella tiene todo el derecho a aconsejar al Presidente, pero quien fue elegido fue él, no ella”.
Un amigo ambivalente como el ex asesor de la PCM, Carlos Tapia, añadió que “no sería una mala candidata presidencial y es obvio que está caminando hacia eso”. Más cruda, la congresista Rosa Mavila consideró que Heredia “cogobierna” y comprometió su apoyo a una probable candidatura.
Muy prematuros e inconvenientes tanteos para un gobierno que apenas empieza, pero igual ya le prendieron la mecha.
Un fogueado conocedor del Congreso señala que allí ya se comenta insistentemente que, tarde o temprano, los nacionalistas “tendrán que entenderse” con los fujimoristas si pretenden cambiar la ley orgánica electoral que prohíbe que un Jefe de Estado sea sucedido por su esposa.
Indulto por candidatura, especulan. Aunque no la tendrían fácil, sería la única fórmula que les permitiría pasar de largo su frágil alianza con Perú Posible. A Alejandro Toledo no le interesa la sucesión política-marital del nacionalismo.
La salvedad de la candidatura, por cierto, no está consagrada en la Constitución. En la mesa de partes quedó un proyecto de reforma presentado por Jorge del Castillo a finales del gobierno aprista.
Flores Nano advierte que “el kirchnerismo peruano sería fatal”. Otro referente reciente es el de Álvaro Colom en Guatemala, que se divorció para que su esposa pueda candidatear, aunque el órgano constitucional canceló finalmente las aspiraciones.
Por el momento, para alcanzar a acostar a las niñas y el pequeño, la señora de Humala sale antes que su marido de Palacio.