La historiografía, en general, ha sido muy crítica con la figura del florentino. Ha puesto en duda alguno de sus viajes y desde luego muchos de sus relatos, tachados de fantasías. Y en parte parece que así fue, como también la de tener cierta propensión a atribuirse méritos que no le correspondían, pero también, es posible que fuera el primero en comprender que aquellas tierras descubiertas por Colón, y sobre las que él mismo puso sus plantas, no eran Asia, sino un Nuevo Mundo.
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Cuando Cristobal Colón descubre nuevas tierras, Américo Vespucci ya lleva en Castilla dos años. Proviene de una notable familia florentina relacionada con los Medici, y durante su juventud había sido educado conforme a su posición. Ahora, instalado en Sevilla, es agente de los Medici, y a orillas del Guadalquivir se ocupa de los asuntos portuarios al servicio de sus jefes. Vespucci, que ha conocido a Colón, ha colaborado en la preparación de alguno de sus viajes. Él mismo quiere viajar. Se embarca en varios viajes, sin que se sepa con exactitud en cuantos. Con Juan de Ojeda, al servicio de España, en los últimos años del siglo XV; al servicio del rey de Portugal en algún otro, nada más comenzar el XVI.A su vuelta, se encierra, escribe. A la Casa Medicis, primero. De su afán resulta un escrito: “Cuatro navegaciones”, que trata de difundir por las cortes europeas. Y no sólo en las cortes.
En Saint-Dié, en los Vosgos franceses, hay un grupo de geógrafos. El club en el que se reúnen y trabajan recibe el nombre de Gimnasio Vosgos. Allí se prepara una obra, Cosmographiae e Introductio. La escribe Martin Waldessemüller. Y al club llega el escrito de Vespucci. Se decide incorporarlo a la obra de Waldessemüller, editada en 1509, como un apéndice, y sin ninguna observación sobre la falsa afirmación de Vespucci de haber descubierto él, en su primer viaje, las nuevas tierras antes de que Colón llegara a ellas; antes al contrario, Waldessemüller añade un comentario(1) y un mapa en el que las nuevas tierras son designadas como América, de lo que años más tarde se arrepentiría e intentaría corregir; pero era ya tarde. A partir de 1513 nuevos mapas de Waldessemüller omitieron el nombre de América, y el propio cartógrafo reconoció a Colón como descubridor. De nada serviría.
En 1538, Mercator, un cartógrafo flamenco, cuyo verdadero nombre era Gerard Kremer, editó, y fue rápidamente vendida su primera edición, un mapa en el que figuraba el nombre América. Era Mercator, cartógrafo conocido y apreciado. Su obra era muy estimada, y nada más fue necesario para que aquellas tierras descubiertas por Colón, que durante algún tiempo fueron conocidas con diversos nombres según el país en el que se hablara de ellas, fueran finalmente reconocidas con el nombre del florentino que logró, en parte gracias a la mentira, en parte al azar y la ingenuidad de Waldessemüller y sus colegas, que un nuevo continente llevara su nombre.
(1) “Como pronto se verá, Américo Vespucci ha descubierto una cuarta parte… ¿porqué no llamarla América, es decir, tierra de Américo, con el nombre de su sagaz y gran descubridor, así como Europa, y Asia llevan nombre de mujeres?”