Queda ya menos de un mes para que se celebre en Madrid el Simposio Internacional de Alan Turing organizado por la Real Academia de Ciencias y la Fundación Areces . El congreso traerá a Madrid expertos mundiales en las ramas de la ciencia de las que fue precursor el matemático inglés. Inteligencia Artificial, computación, lógica, criptografía, matemáticas aplicadas a la biología… aun hoy, casi sesenta años después de su muerte, todos estos campos siguen estando tremendamente influidos por el trabajo visionario de Turing.
Durante estas semanas haremos una breve introducción de algunos de estos temas y de su representación en el congreso, destacando los ponentes que transmitirán la importancia del legado de Turing en sus respectivos campos. Empezaremos con las presentaciones dando una breve biografía del científico: queridos lectores, este es Alan Turing.
Alan Mathison Turing nació en Londres en 1912 y murió en Wilmslow, Reino Unido en 1954. Fue un célebre matemático en cuyos desarrollos se base gran parte del desarrollo de la computación moderna, además de ciertas teorías de inteligencia artificial, de ruptura de códigos criptográficos, de lógica y de otras disciplinas.
Pese a su corta carrera, su labor científica fue muy productiva. Desde su primer gran impacto en la comunidad científica cuando definió la famosa Máquina de Turing, previo a la tesis que defendió en Princeton años después, revolucionando el campo de la lógica matemática, hasta sus últimas anotaciones sobre morfogénesis, su trabajo fue pionero en las matemáticas y trascendió a otras ciencias. Según el repositorio digital de publicaciones matemáticas MathSciNet, el listado de artículos de Turing en matemáticas fue reducido: 18 papers. Sin embargo, con esta limitada producción, su legado fue enorme.
Su vida, además, estuvo plagada de intrigas, drama y sufrimiento. Desde sus primeros contactos con el Ejército Aliado para romper los códigos de la máquina Enigma que empleaban los nazis en sus comunicaciones secretas durante la Segunda Guerra Mundial, su papel como científico pionero en campos que él mismo creó o reinventó, hasta el drástico fin de su carrera cuando fue procesado por ser homosexual, que terminó con un suicidio con arsénico.
Grandes contribuciones
Turing vivió sus primeros trece años en la India, donde su padre trabajaba en la Administración colonial. De regreso al Reino Unido estudió en el King’s College y, tras su graduación, se trasladó a la Universidad estadounidense de Princeton, donde trabajó con el lógico A. Church.
Su gran despegue como científico fue en 1937, con la publicación de un artículo (“On computable numbers, with an application to the Entscheidungsproblem”; Proceedings of the London Mathematical Society, (Ser. 2, Vol. 42, 1937) ) en el que definía una máquina calculadora de capacidad infinita: la máquina de Turing, con la que cimentó las bases del moderno concepto de algoritmo.
La Segunda Guerra Mundial ofreció un insospechado marco de aplicación práctica de sus teorías: la Marina alemana enviaba instrucciones a los submarinos que hostigaban los convoyes de ayuda material enviados desde Estados Unidos mediante mensajes codificados. Alan Turing, al mando de una división de la Inteligencia británica, fue encomendado para descifrar estos códigos generados por la llamada Máquina Enigma.
Turing diseñó tanto los procesos como las máquinas que permitieron, gracias a su capacidad de efectuar cálculos combinatorios mucho más rápido que cualquier ser humano, romper finalmente el código.
Máquina Enigma
Primeros ordenadores
De 1945 a 1948 trabajó en el Laboratorio Nacional de Física en el diseño del Motor de Computación Automática (ACE, por sus siglas en inglés). En 1949, como director delegado del laboratorio de computación de la Universidad de Mánchester, trabajó en el software de una de las primeras computadoras reales: la Manchester Mark I.
Años más tarde se dedicó al desarrollo de la cibernética, con estudios que profundizaron en la comunicación entre el hombre y la máquina para administrar los sistemas de control. Estableció el concepto de interfaz y cuestionó los límites de simulación del razonamiento humano.
También definió un método teórico para decidir si una máquina era capaz de pensar como un hombre (el llamado test de Turing) y realizó contribuciones a otras ramas de la matemática aplicada, como la aplicación de métodos analíticos y mecánicos al problema biológico de la morfogénesis.
La máquina Bombe, ideada por Turing
Trágico final
En el ámbito personal, la atracción que sentía por personas de su mismo género fue motivo constante de fuertes presiones sociales y familiares. La condena por homosexual impuesta en 1952 terminó con su carrera profesional.
No se defendió de los cargos y se le dio a escoger entre la castración química o ir a la cárcel. Eligió lo primero y sufrió importantes consecuencias físicas, entre ellas la impotencia.
En una carta de esta época a un amigo, Turing escribió en forma de falso silogismo una reflexión, preocupado por que los ataques que recibía como consecuencia del rechazo social a la homosexualidad pudieran oscurecer sus razonamientos sobre la inteligencia artificial:
Turing cree que las máquinas piensan
Turing yace con hombres
Luego las máquinas no piensan
Dos años después del juicio, en 1954, Turing se suicidó tras ingerir cianuro. Según el informe policial, murió tras morder una manzana a la que él mismo había añadido esta sustancia. Y según la leyenda, así dejó, como último legado, el logo de la famosa marca de la multinacional Apple.
En el Simposio
‘El personaje del s. XX’. José Manuel Sánchez Ron (catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid, miembro de la Real Academia Española y la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
En esta charla argumentará porqué la revista Time debió escoger a Alan Turing frente Albert Einstein como personaje del siglo XX.
“Su trabajo tuvo una influencia directa en el desarrollo de las matemáticas, y también fue un instrumento fundamental en la creación del nuevo mundo (tecnológico), en el cálculo, en el manejo de la información y en las nuevas vías de relaciones sociales”.
Recordamos que todavía está abierto el periodo de subscripción (gratuita) para el Simposio. Se puede rellenar el formulario de inscripción en la página web de la Fundación Areces.
El ponente
José Manuel Sánchez Ron (Madrid, 6 de enero de 1949) es físico, historiador de la ciencia y académico de la Real Academia Española de la Lengua. Se licenció en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense en 1971. Tras ello, pasó a ser profesor ayudante en el Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid.
Entre 1975 y 1978 estudió como becario de la European Space Research Organization en los departamentos de matemáticas del King´s College de Londres y de física y astronomía del University College London, también de Londres. En esta institución se doctoró en 1978. El curso 1978-79 lo pasó en el Departamento de Física de la Temple University de Filadelfia como “Visiting assistant professor”. Regresó entonces al Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid, dónde consiguió en 1983 un puesto de profesor titular de Física Teórica que mantuvo hasta 1994, cuando obtuvo, en el mismo departamento, una cátedra de Historia de la Ciencia. El 20 de marzo de 2003 fue elegido como miembro de la Real Academia Española de la Lengua. También es, desde diciembre de 2006, académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y, desde noviembre de 2003, miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes. En diciembre de 2005 fue nombrado miembro correspondiente de la Académie Internationale d’Histoire des Sciences, con sede en París.
Sánchez Ron es de los mayores expertos en historia de la ciencia en España, y además es un conferenciante y divulgador de altísimo nivel.
http://www.ft.uam.es/miembros/Permanentes/jsr.html
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Ágata A. Timón es responsable de Comunicación y Divulgación del ICMA
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